Del sue?o a la pesadilla en 15 a?os de arte ruso
La Royal Academy de Londres conmemora el centenario de la Revoluci¨®n de Octubre con una monumental exposici¨®n
Como en una certera y ambiciosa autopsia, las circunstancias de la vida y la muerte del arte relacionado con la Revoluci¨®n Rusa, evento crucial del siglo XX del que se cumplen 100 a?os, quedan desveladas en una exposici¨®n que abre al p¨²blico el pr¨®ximo s¨¢bado en la Royal Academy de Londres. Como monumental se puede definir la muestra Revoluci¨®n: arte ruso entre 1917 y 1932, que, a partir de m¨¢s de 200 obras, se propone describir de manera minuciosa lo ocurrido entre el a?o cero del sue?o de octubre que degenerar¨ªa r¨¢pidamente para acabar en pesadilla en 1932, cuando Stalin comenz¨® la represi¨®n violenta de la vanguardia.
En medio, el recorrido de la exposici¨®n traza un relato de 15 a?os durante los que los creadores pasaron de celebrar la revoluci¨®n con una vitalidad y una variedad hasta entonces desconocida a darse de bruces con la realidad (m¨¢s bien, el realismo socialista), que les deparar¨ªa la muerte, el encarcelamiento o exilio a muchos de ellos.
Los comisarios John Milner y Natalia Murray han organizado la exposici¨®n de manera cronol¨®gica en un itinerario que mezcla las pinturas de los artistas m¨¢s conocidos (Chagall, Kandinsky, Malevich, Tatlin, Brodsky, Deineka, Mukhina y Samokhvalov) junto a documentos, fotograf¨ªas, porcelanas, carteles y proyecciones de pel¨ªculas propagand¨ªsticas.
Hasta el momento, explic¨® ayer Murray durante la multitudinaria presentaci¨®n a la prensa internacional, las exposiciones que se han dedicado a este periodo han mostrado por un lado a las vanguardias y por otra al realismo socialista. ¡°La novedad de esta muestra es que por primera vez ambas tendencias se estudian de manera conjunta. Nos hemos inspirado en la gran muestra de 1932 celebrada en el Museo de Leningrado (San Petersburgo) donde se present¨® una gran diversidad de arte ruso de los primeros quince a?os tras la revoluci¨®n combinando y contrastando las diversas manifestaciones art¨ªsticas¡±. Las obras proceden del Museo de San Petersburgo, de la Galer¨ªa Estatal Tretiakov de Mosc¨² y de otras valiosas colecciones privadas internacionales.
En el arranque est¨¢n los grandes retratos de los l¨ªderes de la revoluci¨®n, unas im¨¢genes que contempladas desde la altura de un siglo han perdido la sensaci¨®n de confianza y triunfo con las que fueron concebidas. Son obras agrupadas bajo el expl¨ªcito t¨ªtulo de Saludo al l¨ªder y en las que se muestra a Lenin y a Stalin en primer plano y con grandes manifestaciones al fondo. O en escenas extra?amente cotidianas como en la que se ve a Stalin sentado en una butaca, leyendo un peri¨®dico y un perro dormitando a sus pies. El autor es Gorky Rublev, quien junto a Isaak Brodsky, firma gran parte de las obras de este apartado.
La importancia del hombre y la m¨¢quina, como una alianza esencial para transformar un pa¨ªs de campesinos analfabetos, es otro de los temas profusamente abordados por los artistas. Las obras de Alexander Deineka, m¨¢ximo exponente del arte oficial sovi¨¦tico, muestran hombres y mujeres (sobre todo mujeres) de aspecto contundente y expresi¨®n siempre alegre trabajando en el campo o en las f¨¢bricas. Son h¨¦roes an¨®nimos y vigorosos que poco ten¨ªan que ver, como se recuerda en la exposici¨®n, con los miles y miles de trabajadores que sucumbieron al hambre, al fr¨ªo o bajo las nuevas m¨¢quinas que no sab¨ªan manejar, pero que eran esenciales para sacar el pa¨ªs de la hambruna y del retraso.
A modo de puente en la narraci¨®n, la exposici¨®n dedica una sala completa a Kazimir Mal¨¦vich, el artista que por s¨ª mismo representa la esencia de la vanguardia de este periodo. Pionero de la abstracci¨®n geom¨¦trica, inventor del suprematismo y del cuadrado negro, en 1920 fue denunciado por los peligros antirrevolucionarios de su manera de entender el nuevo arte. De Mal¨¦vich se exponen 30 pinturas y proyectos arquitect¨®nicos concebidas por el artista para ser contemplados de manera conjunta.
Siguen recreaciones dedicadas a los estilos de vida en las nuevas ciudades, el destino de los campesinos o las im¨¢genes de la Rusia eterna cuyo m¨¢ximo representante es Marc Chagall y su obra El Paseo (1917-18). La utop¨ªa de Stalin explora sus gigantescos proyectos p¨²blicos y la oscura realidad de su visi¨®n ut¨®pica del progreso a trav¨¦s de espectaculares fotograf¨ªas y fotomontajes ideados para sobrecoger a la poblaci¨®n y dar un mensaje al mundo de su inmenso poder¨ªo.
El largo y denso recorrido concluye con un impactante memorial dedicado a los artistas que pese a su colaboraci¨®n y entusiasmo iniciales fueron cayendo como v¨ªctimas del estalinismo. Sobre una peque?a pantalla a oscuras se proyecta la foto y la ficha de cada uno de los creadores traidores que acabaron en las c¨¢rceles o en el exilio. Y se recuerda que con la proclamaci¨®n de un m¨¦todo art¨ªstico ¨²nico, el realismo socialista, los artistas ya no eran necesarios para el r¨¦gimen. Se abr¨ªa un nuevo periodo, sin alternativas, de desarrollo de la cultura sovi¨¦tica: la ¨¦poca estalinista. Muchos, como dec¨ªa Pablo Picasso, hab¨ªan ido al comunismo como quien va a un manantial de agua fresca y lo dejaron como quien sale de un r¨ªo envenenado por los restos de ciudades inundadas y los cad¨¢veres de los ahogados.
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