El fin de la literatura
¡°El objeto de la literatura es la condici¨®n humana y, por esa raz¨®n, el que la lee se convierte en conocedor del ser humano
La evoluci¨®n intelectual de Tzvetan Todorov es en cierto modo asombrosa. Como alumno predilecto de Roland Barthes, pronto empez¨® a dar muestras de un talento sin igual para la difusi¨®n de las ideas de moda entonces: el triunfo absoluto del estructuralismo aplicado al estudio de las obras literarias. Po¨¦tica de la prosa (1971) o Gram¨¢tica del Decamer¨®n (1969), entre otros, son libros representativos de este periodo. Miradas con ojos de hoy resultan obras ¨¢ridas y, en cierto modo, est¨¦riles.
La clave de los estudios literarios que ellas representan es la obsesi¨®n por las formas, es decir, por los mecanismos constructivos que hacen posible las obras pero sin decir apenas nada de los sentidos de esas obras y de su alcance para acoger experiencias relevantes del hombre, en cualquier tiempo y circunstancia. Pues, en cierto modo, no leemos formas sino, ante todo, experiencias de otros que hacemos nuestras.
Consciente de esa limitaci¨®n, Todorov se escor¨® hacia el estudio de los significados, lo cual, al menos, facilitaba otra mirada. Las obras no son meros mecanismos autosuficientes sino que tienen la misi¨®n de potenciar el significado hasta extremos deslumbradores y es ah¨ª donde afinca la literatura su m¨¢s profunda raz¨®n de ser. Simbolismo e interpretaci¨®n (1978), Teor¨ªas del s¨ªmbolo (1977) apuntaban en esa direcci¨®n. Y su estudio de 1981 sobre el gran Mija¨ªl Bajt¨ªn apuntalaba esas ideas que exig¨ªan a las obras todo su poder de representaci¨®n, significaci¨®n y simbolizaci¨®n.
A partir de aqu¨ª, Todorov huy¨® de la cr¨ªtica, casi definitivamente. Sin duda estaba escaldado, entre otras cosas porque el ambiente tampoco le era propicio. La deconstrucci¨®n ¡ªo el posformalismo¡ª era una salida interesante, pero desembocaba en los famosos ¨²ltimos deliquios de su maestro Roland Barthes, que parec¨ªan tambi¨¦n un callej¨®n sin salida, por no hablar de los propios de Jacques Derrida, mucho m¨¢s ?desquiciantes? Por esa raz¨®n probablemente Todorov se escor¨® hacia lo que podr¨ªamos llamar las ciencias sociales, en un sentido amplio, y en ellas ejerci¨® como un puro ensayista, en el mejor ¡ªy ¨²nico para m¨ª¡ª sentido de la palabra. Montaigne o el descubrimiento del individuo (2001), El esp¨ªritu de las luces (2006) o Elogio de lo cotidiano. Ensayo sobre la pintura holandesa del siglo XVII son buenas muestras de esto que digo.
Pero el gusanillo de la cr¨ªtica (o teor¨ªa) permanec¨ªa, como se vio en un gran libro como fue Los aventureros del absoluto (2006), pero con una diferencia. La cr¨ªtica ya no ten¨ªa nada que ver con la de su juventud porque ahora, sencillamente, era un descubrimiento de mundos y de toda su fatal plenitud, sin apenas la m¨¢s m¨ªnima consideraci¨®n a los mecanismos. Ese reencuentro, por decirlo as¨ª, cristaliza en un librito donde se ve de qu¨¦ hab¨ªa huido y qu¨¦ buscaba Todorov hacia el 2007. Ese libro se titula La literatura en peligro y en ¨¦l explica por qu¨¦ la literatura solo puede ser una v¨ªa de conocimiento de la condici¨®n humana y que solo bajo ese ¨¢ngulo puede y debe ense?arse. ¡°El objeto de la literatura es la condici¨®n humana y, por esa raz¨®n, el que la lee y la comprende se convertir¨¢ no en un especialista en an¨¢lisis literario, sino en un conocedor del ser humano¡±.
?ngel Rup¨¦rez es cr¨ªtico y escritor y ha sido profesor de Teor¨ªa de la Literatura de la Universidad Complutense de Madrid.
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