?A qui¨¦n sirven los premios literarios?
Una sombra de duda se cierne desde hace a?os sobre los galardones comerciales. ?Son algo m¨¢s que una pura herramienta promocional?
Dolores Redondo, todo un fen¨®meno editorial por su Trilog¨ªa del Bazt¨¢n publicada por Destino, del Grupo Planeta, gan¨® precisamente los 601.000 euros del Premio Planeta 2016, el mejor dotado despu¨¦s del Nobel, por Todo esto te dar¨¦. El grueso de los miembros del jurado que la encumbr¨® est¨¢n vinculados a la casa. Lo mismo ocurre con Care Santos, ¨²ltimo premio Nadal por Media vida. La escritora est¨¢ en el cat¨¢logo de Planeta, sello hermano de Destino, editorial que concede el premio, y la mayor¨ªa de sus valedores figuran en n¨®mina del primer grupo editorial de Espa?a y de Am¨¦rica Latina, casu¨ªstica que se repite ¡ªautor de la casa y/o jurado mayoritariamente de la casa¡ª en los ¨²ltimos fallos del Premio Herralde de Novela, el Biblioteca Breve, el Alfaguara y otros grandes galardones comerciales espa?oles. Como es habitual, las dos escritoras estaban en las medi¨¢ticas cenas en las que se hace p¨²blico el nombre del ganador y, como es habitual, antes de que se conociera el fallo, sus nombres circulaban por Twitter y presid¨ªan las portadas de algunos diarios ya impresos para el d¨ªa siguiente.
Se habla mucho de que los premios literarios se dan a la carta en Espa?a, pero ?hasta qu¨¦ punto se puede demostrar? ?C¨®mo se conceden? ?Mantienen su vocaci¨®n de descubrir talentos? Si generalmente las bases impiden declararlos desiertos, ?est¨¢ garantizada la calidad literaria? ?Se arriesgan las editoriales a premiar un buen libro de dudoso futuro comercial tras la inversi¨®n que realizan? O dicho de otra forma, ?cu¨¢n honestos son los galardones privados?
¡°Podr¨ªa decirse que los premios no pactados de antemano son los modestos¡±, dice Jos¨¦ Manuel Caballero Bonald, premio Cervantes 2012. ¡°El rumor es infundado", asegura Jes¨²s Badenes, director general de la divisi¨®n editorial del Grupo Planeta, que concentra un buen pu?ado de concursos. "Puede llegar a parecerlo porque el jurado suele valorar m¨¢s la calidad de un escritor consagrado que la de un desconocido. Pero si se revisa la n¨®mina de ganadores, ha habido de todo. Hubo incluso un a?o en que lo gan¨® un autor que hab¨ªa muerto [el colombiano Jes¨²s Z¨¢rate en 1972]. Lo que s¨ª es cierto es que desde la editorial se ejerce un patronazgo activo para que gente que pueda gustar a los lectores participe. Hasta donde s¨¦ no se ha pactado ning¨²n galard¨®n. Y no tiene mucho sentido que me lo pregunte¡±. El jurado m¨¢s veterano del Planeta, Alberto Blecua, tiene otra percepci¨®n: ¡°Se ha aducido ¡ªy probablemente con raz¨®n¡ª que ya estaban concedidos, como denunci¨® ya Delibes en 1979 y Mars¨¦ reiter¨® en 2005, cuando fue jurado del premio. Yo que lo soy desde 1988 puedo asegurar que por lo menos en dos ocasiones no lo estaban: en 1991 con El jinete polaco, de Mu?oz Molina, y en El mundo, de 2007, de Juan Jos¨¦ Mill¨¢s¡±.
Los premios comerciales est¨¢n en el ADN del sector editorial desde el lanzamiento en 1944 del Nadal en una Espa?a que a¨²n acusaba los estragos de la guerra. Con una industria inexistente y buena parte de la intelectualidad neutralizada, el galard¨®n puso en el mapa en sus inicios a autores como Carmen Laforet, Miguel Delibes, Ana Mar¨ªa Matute o Rafael S¨¢nchez Ferlosio, alent¨® los sue?os de muchos aspirantes a escritor, despert¨® a los lectores en un pa¨ªs en el que si hoy se lee poco ¡ªel 39,4% de los espa?oles no abri¨® un libro en 2015¡ª, entonces se le¨ªa menos, y provoc¨® un efecto contagio en otras editoriales que, animadas por la limpieza del primer fallo ¡ªse premi¨® en 1945 el talento de una desconocida Laforet frente a C¨¦sar Gonz¨¢lez Ruano, amigo de varios miembros del jurado¡ª, fueron creando concursos a su imagen y semejanza, impulsando entre todas, primero bajo la sombra de la censura, despu¨¦s bajo la del capitalismo, la entonces maltrecha industria editorial que hoy, afectada por la crisis, mueve 3.000 millones de euros al a?o.
El Planeta (1952), el Biblioteca Breve (1958), el Alfaguara (1965), el Anagrama (1973), el Herralde (1983), el Tusquets (2005)¡, unos con un perfil m¨¢s comercial, otros m¨¢s literario, unos con vocaci¨®n m¨¢s espa?ola, otros m¨¢s latinoamericana, han contribuido tambi¨¦n, con interrupciones, a revelar o consolidar autores, a crear lectores, y a construir un sistema de premios sin parang¨®n, a medio camino entre el arte, el dinero y la vida social, como subraya Ana Cabello, doctora en Filolog¨ªa Hisp¨¢nica, en su ensayo La alquimia simb¨®lica. Premios, literatura y mercado en Espa?a, de pr¨®xima publicaci¨®n.
Su singularidad se hace evidente de partida. Primero, porque lo que distinguen los m¨¢s afamados galardones espa?oles, siempre en concepto de anticipo de derechos de autor, a diferencia del Pulitzer y el National Book Award en EE UU o el Booker en Reino Unido, son manuscritos a¨²n sin publicar en convocatorias abiertas a la participaci¨®n con seud¨®nimo. Segundo, porque son el centro de un ecosistema con una inflaci¨®n de convocatorias ¡ªentre galardones privados, de Cajas de Ahorro, de Ayuntamientos¡¡ª que ha manchado, junto a las pol¨¦micas, la reputaci¨®n de los premios espa?oles en el exterior y ha hecho que una obra premiada en Espa?a no punt¨²e m¨¢s entre los editores extranjeros por el hecho de estarlo, cosa que s¨ª ocurre a la inversa. Esa mala fama, como recuerda Fernando Gonz¨¢lez-Ariza en su tesis Literatura y sociedad: el Premio Planeta, es la que le llev¨® a decir al humorista ingl¨¦s J. M. N. Jeffries: ¡°Hoy ya no se escriben novelas en Espa?a, tampoco se escriben art¨ªculos: se escriben premios¡±. La editorial Fuentetaja contabiliz¨® en su ¨²ltima gu¨ªa (2011/2012) 1.700 convocatorias, hoy en retroceso.
Planeta: ¡°No se pactan premios. S¨ª se ejerce un patronazgo para atraer a autores del gusto del lector¡±
¡°El problema est¨¢ en que la mayor¨ªa de los premios se dan a obra in¨¦dita, no a una ya consagrada por los lectores o la cr¨ªtica como ocurre con los grandes premios extranjeros como el Goncourt en Francia¡±, dice Manuel Rodr¨ªguez Rivero, editor y cr¨ªtico. ¡°En el Goncourt [dotado con 10 euros] puede haber tejemanejes, pero el dinero siempre es fundamental para que haya corrupciones. He sido jurado en premios nacionales y en privados y mi experiencia es que en los nacionales se pueden crear grupos de presi¨®n para d¨¢rselo a un autor, pero se conspira mucho m¨¢s en los privados. Y el problema es que todos terminamos pringados. Hay un cinismo de la editorial y un cinismo m¨¢s retorcido por parte de los cr¨ªticos y de los medios¡±.
Fue probablemente Jos¨¦ Manuel Lara Hern¨¢ndez (1914-2003) quien mejor supo ver el potencial de los premios como herramienta de promoci¨®n para el negocio editorial en un pa¨ªs en el que cada vez se necesitan m¨¢s argumentos para destacar t¨ªtulos en las librer¨ªas entre los miles que se publican cada a?o (81.391 en 2016), como destaca Lola Larumbe, de la librer¨ªa Alberti. Con una cuidada estrategia que combinaba expectaci¨®n medi¨¢tica ¡ªalentada por quinielas literarias, retransmisiones en directo de la televisi¨®n estatal y la presencia de los Reyes¡ª y el anzuelo del dinero, situ¨® a su Planeta en el olimpo de los premios.
La desenfrenada escalada que impuls¨® ha llevado al premio hasta los 601.000 euros que se embolsa hoy ¡ªantes de impuestos¡ª el ganador del Planeta, muy por delante de los 175.000 d¨®lares (164.000 euros) del Alfaguara, los 125.000 euros del RBA de Novela Negra, los 100.000 del Primavera de Novela, los 30.000 del Biblioteca Breve¡ Y esa fuerte inversi¨®n que realizan las editoriales, a la que hay que a?adir, en algunos casos, el premio a los finalistas adem¨¢s de las giras de los premiados ¡ªque por ejemplo a Alfaguara le suponen m¨¢s de 100.000 euros m¨¢s¡ª, los actos de entrega de los galardones, las invitaciones a periodistas¡ ten¨ªa y tiene una contrapartida. Dado que un libro raramente supera los dos a?os de vida, exige recuperar r¨¢pido la inversi¨®n, lo que, en ocasiones, lleva a las empresas, como apunta Gonz¨¢lez-Ariza refiri¨¦ndose al Planeta, ¡°no a buscar grandes novelas¡±, sino novelas ¡°rentables¡±, premios para un p¨²blico mayoritario que, si alguna vez hicieron de br¨²jula, hoy es dudoso que lo hagan. ¡°En ning¨²n caso son una gu¨ªa literaria. Incluso es posible que sean todo lo contrario¡±, dice Caballero Bonald. La agente literaria Antonia Kerrigan s¨ª concede ese papel ¡°al Premio Anagrama, que toma riesgos y busca talentos, y el Alfaguara, con la difusi¨®n de latinoamericanos desconocidos en Espa?a¡±.
En una ¨¦poca en la que los editores cl¨¢sicos est¨¢n a punto de extinguirse, en una ¨¦poca en la que los libros pueden comprarse en el supermercado pero en el que a¨²n quedan librer¨ªas con vocaci¨®n literaria, cada premio cumple m¨¢s que nunca una funci¨®n. En el Planeta las dimensiones comercial y literaria son igualmente importantes, subraya Badenes, en el Nadal pesa m¨¢s la literaria. ¡°Siempre hay gente que no tiene tus gustos o tus intereses. Lo que no se puede hacer es juzgar desde una misma ¨®ptica todos los premios, que, adem¨¢s, se han ido adaptando a la transformaci¨®n socioecon¨®mica de Espa?a¡±. Eso incluye las concentraciones editoriales y la decisiva irrupci¨®n de los agentes literarios, que se llevan un 15% de los anticipos de sus representados, en ca¨ªda libre en la actualidad.
Es curioso revisar el cat¨¢logo de obras premiadas a lo largo de la historia. Cuando la sociedad espa?ola lo demand¨®, se distinguieron libros escritos desde el punto de vista de los perdedores de la guerra, de los exiliados, se abri¨® una ventana al erotismo¡ M¨¢s adelante se buscaron autores ligados a los medios, se ensay¨® la combinaci¨®n de ganador m¨¢s comercial/finalista m¨¢s literario y se logr¨® convertir al taciturno escritor en estrella.
¡°Todo el mundo entiende las estrategias de publicidad de Coca-Cola. El mundo editorial tambi¨¦n tiene que facturar¡±, dice Javier Aparicio Maydeu, director del M¨¢ster Internacional en Edici¨®n de la Universidad Pompeu Fabra. ¡°Entonces hay editoriales que usan sus galardones para premiar a autores suyos a los que el mercado no ha atendido o para obtener de manera leg¨ªtima a un escritor de otro cat¨¢logo¡±. Ocurri¨® con Soledad Pu¨¦rtolas, que pas¨® temporalmente a Planeta tras ganar el premio en 1989 por Queda la noche. ¡°Y lo que ganan pueden reinvertirlo en publicar a autores minoritarios y enriquecer la oferta¡±. ¡°Parece que la palabra pactar es algo bajo mano, algo feo¡±, contin¨²a, ¡°cuando, en realidad, lo que hace uno [el autor o el agente literario] es buscar y lo que hace otro [el editor] es encontrar¡±.
Es lo que Badenes llamaba patronazgo activo y que, seg¨²n afirma Rodr¨ªguez Rivero, confirman algunos autores off the record, y niegan que ocurra los editores consultados, tiene su m¨¢xima expresi¨®n ¡°de chorizada¡± en lo que denunci¨® en 1979 Miguel Delibes cuando dijo que Lara Hern¨¢ndez le garantiz¨® el premio si se presentaba: ¡°Tuve que negarme. Lara dec¨ªa (¡) que (¡) todo era positivo: ¨¦l ganaba, yo ganaba y los lectores pod¨ªan encontrarse con una novela aceptable. Yo le contest¨¦ que hab¨ªa unos perdedores: los 150 o 200 nuevos escritores que concurren al premio y esperan ganar para iniciar su carrera¡±. Jos¨¦ Manuel Lara Bosch (1946-2015) lo neg¨®: ¡°Mi padre le ofreci¨® ocho millones por su pr¨®xima novela y le propuso que la presentara al Premio Planeta. Esto no quiere decir que le asegurara ser el ganador¡±.
Editores y agentes se necesitan para dar con un libro que ponga en marcha una maquinaria que multiplica las ventas naturales de un libro y revaloriza cat¨¢logos. ¡°Se invita a autores y agentes a participar y hay a?os en los que vemos que hay escritores importantes compitiendo. Es una informaci¨®n confidencial y que nosotros manejamos con enorme rigor. Nuestros jurados pueden dar fe de que jam¨¢s hemos hecho presi¨®n por una obra¡±, dice Pilar Reyes, directora de Alfaguara, a cuyo premio se presentaron en 2016 m¨¢s de 700 originales. Kerrigan lo confirma desde el otro lado de la barrera: ¡°Si tengo un buen libro que necesita apoyo para despegar, llamo al editor y le pregunto si tiene alguna posibilidad. Si me dice ¡®este a?o vamos mal del tipo de novelas que queremos¡¯, lo presento. Y en los casos en los que va con seud¨®nimo, lo que s¨ª intento es que la persona encargada sepa qui¨¦n es. La m¨¢xima trampa ser¨ªa esa¡±.
Las obras llegan a un jurado, generalmente impar, con un representante de la editorial y una mayor¨ªa de miembros vinculados a la casa, lo que la agente Silvia Bastos ve irrelevante ¡ª¡°por mucho que Rosa Reg¨¤s haya ganado el Planeta no creo que la doblegue nadie¡±¡ª, y Silvia Ses¨¦, directora editorial de Anagrama, normal: ¡°Es natural que se recurra a los autores de la casa, buenos lectores, lo que no tiene por qu¨¦ suponer que el voto del editor sea irrebatible¡±, pero esta pr¨¢ctica alienta suspicacias que la escritora Carme Riera, jurado en 2016 del Primavera de Novela y el Alfaguara, no acaba de despejar: ¡°En todos los premios de los que he sido jurado hemos premiado el manuscrito que m¨¢s nos ha convencido. Claro que solo escog¨ªamos entre los finalistas, m¨¢ximo 10, y que no examinamos la totalidad, en consecuencia quienes hacen la selecci¨®n previa pueden tener unos gustos que no coincidan con los del jurado¡¡±.
Mars¨¦: ¡°No ataco los premios indiscriminadamente. Tuve dos malas experiencias, pero claro que los hay honestos¡±
Es imposible que el jurado lea las cientos de obras a concurso, as¨ª que un cuerpo de lectores de las editoriales realiza una primera purga. ¡°Si quieres premiar una determinada novela¡±, observa Cabello, ¡°no tienes m¨¢s que d¨¢rselo al jurado junto a las cinco peores que haya. Dentro de las que te dan, est¨¢s premiando a la mejor libremente¡¡±.
Juan Mars¨¦ exigi¨® cambios en esa criba en su pol¨¦mico paso por el jurado del Planeta en 2004 y 2005 y pidi¨® que se entregara al tribunal un listado de todas las obras presentadas, m¨¢s all¨¢ de las finalistas, porque, dice, ¡°al comit¨¦ de lectura que hac¨ªa la selecci¨®n, de una incompetencia escandalosa a juzgar por los informes que me entregaron junto con las novelas, pod¨ªa escap¨¢rsele alguna obra interesante¡±. Mars¨¦, premio Planeta 1978 por La muchacha de las bragas de oro, dimiti¨® en 2005 al comprobar que la editorial no hac¨ªa los cambios prometidos no sin antes dar un sonoro portazo: ¡°El nivel de calidad media de este a?o no solo es bajo, es subterr¨¢neo¡±, declar¨®. En 2004 el premio fue para Luc¨ªa Etxebarria por Un milagro en equilibrio, un a?o despu¨¦s para Mar¨ªa de la Pau Janer, que fue cuando advirti¨® que ¡°los componentes del jurado, muchos de ellos vinculados laboralmente a la editorial Planeta desde hac¨ªa a?os, no pod¨ªan evitar cierta complacencia acr¨ªtica que conven¨ªa a ciertos postulados oportunistas, meramente comerciales y literariamente vacuos. El negocio primaba sobre la literatura¡±, lamenta. Y a?ade: ¡°No despotrico contra los premios indiscriminadamente. Tuve estas experiencias frustrantes, pero por supuesto que existen premios justos (¡) He sido jurado del premio La Sonrisa Vertical y del Tusquets y puedo afirmar que se otorgan honestamente¡±.
En Espa?a no han trascendido condenas contra fallos de los jurados como ocurri¨® en 2005 en Argentina. Ricardo Piglia, su agente y Planeta Argentina fueron condenados a pagar 10.000 pesos -entonces equiparables al d¨®lar- m¨¢s intereses a Gustavo Nielsen, un autor que particip¨® en 1997 en la edici¨®n del premio en la que gan¨® el escritor argentino, recientemente fallecido, por Plata Quemada. La justicia entendi¨® que el premio (40.000 pesos) estaba pactado.
Dice Caballero Bonald, con sus mil y un galardones, que si se ha presentado a premios a lo largo de su trayectoria ha sido ¡°por vanidad personal, est¨ªmulos econ¨®micos y coyuntura editorial, cada cosa a su tiempo¡±. Aparicio-Maydeu resume en dos las motivaciones de quienes, con estas reglas del juego, persisten: ¡°Un 20% de ingenuidad y un 80% de ego¡±.
Diez puntos de vista
Editores, escritores, agentes literarios, fil¨®logos, libreros y otros expertos en literatura suman argumentos para el debate sobre los premios comerciales en Espa?a.
Carme Riera, escritora y jurado
¡°Los premios van destinados al gran p¨²blico y en consecuencia, a veces, lo que podemos considerar estrictamente literario pasa a un tercer plano¡±.
Silvia Bastos, agente literaria
¡°Todos los premios tienen que partir de una buena novela, es decir, que si no hay una buena novela ya puedes dar de antemano lo que quieras que no sale¡±.
Jes¨²s Badenes, director general de la divisi¨®n editorial del grupo Planeta
¡°Los premios han hecho que el libro gane mucho espacio en la sociedad. Jos¨¦ Manuel Lara Bosch siempre dec¨ªa que el Premio Planeta, y citaba a su padre, lo que pretend¨ªa era crear lectores. Y era estrictamente cierto. En los primeros a?os hab¨ªa mucha gente que en todo el a?o solo compraba ese libro. Es cierto que un premio es una operaci¨®n de marketing, sin duda ninguna, cosa que no tiene nada de deshonroso porque cualquier bien cultural que quiere llegar a un amplio p¨²blico debe ser conocido¡±.
Pilar Reyes, directora de Alfaguara
"No creo que para dar un premio sea condici¨®n sine qua non tener que pactarlo previamente. Se puede a riesgo de que empresarialmente tengas claro que hay a?os en que te va a salir econ¨®micamente y a?os en los que no. Hay a?os que ser¨¢ m¨¢s luminoso porque el autor result¨® espl¨¦ndido y pudo tener lectores m¨¢s all¨¢ de su puro ¨¢mbito de influencia y otros en que no. Si tienes eso claro s¨ª puedes construir un premio limpio".
Silvia Ses¨¦, directora editorial de Anagrama
¡°Lo que s¨ª me parece fundamental, y que no ha conseguido instaurarse a pesar de algunos intentos en nuestro pa¨ªs, es un premio importante a obra publicada. Esa es una asignatura pendiente de la que hemos hablado muchas veces los editores y que estar¨ªamos encantados de impulsar una vez m¨¢s aun con todas sus dificultades¡±.
Lola Larumbe, librera
¡°Todo lo que haga hablar de libros, de literatura y de escritores es bueno en un mundo en el que toda la informaci¨®n que llega no tiene nada que ver con lo literario sino con lo pol¨ªtico, lo social, los sucesos. No podemos desde?ar la parte que tiene de marketing, la necesitamos¡±.
Jos¨¦ Manuel Caballero Bonald, escritor
¡°Lo que prevalece a la larga es la rentabilidad comercial o el lucimiento de la entidad patrocinadora. Eso de descubrir nuevos valores viene a ser un reclamo para incautos o algo as¨ª¡±.
Ana Cabello, doctora en Filolog¨ªa Hisp¨¢nica y experta en premios literarios
¡°Si ya es dif¨ªcil encontrar una obra maestra en una d¨¦cada, encontrar 10 o 20 cada a?o para premios literarios importantes es imposible. De todas formas, las obras de arte se imponen por s¨ª solas. El tiempo es el mejor juez¡±.
Manuel Rodr¨ªguez Rivero, editor y cr¨ªtico literario
¡°No hay premios literarios importantes que se declaren desiertos, lo que ser¨ªa una prueba de honradez. ?Por qu¨¦? Porque el esfuerzo econ¨®mico que realizan no lo permite. Tusquets lo hizo en su momento. Tambi¨¦n La Sonrisa Vertical y no aguant¨®¡°.
Javier Aparicio Maydeu, director del M¨¢ster Internacional en Edici¨®n de la Universidad Pompeu Fabra
¡°Hay una bolsa de lectores que son lectores de premios, que mucha gente menosprecia y no veo por qu¨¦. No tienen tiempo, no tienen una formaci¨®n como lectores m¨¢s all¨¢ de lo que les recomiendan y compran premios. Hay que mantener esa especie maravillosa¡±.
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