Un Oxxo contra el mercado del arte
El artista Gabriel Orozco reflexiona sobre la belleza, el tiempo y la geometr¨ªa a trav¨¦s de una tienda 24 horas de la famosa cadena colocada dentro de la galer¨ªa m¨¢s potente de M¨¦xico
Dentro de la galer¨ªa de arte hay un Oxxo, la cadena de ultramarinos que ha colonizado casi cada esquina de M¨¦xico. En la pared de la tienda hay un texto sobre el fil¨®sofo griego Parm¨¦nides ¨CEste ciclo es repetible cuantas veces queramos respecto a cada cosa¨C; y en la pared de la trastienda hay un diagrama, circular y enroscado como un m¨¢ndala budista, que explica el sistema de precios para los productos intervenidos por Gabriel Orozco (Xalapa, 1962), el artista mexicano vivo m¨¢s cotizado del arte contempor¨¢neo, que ha colocado unas esferas adhesivas de colores sobre las marcas. Una botella de Coca-cola con las pegatinas redondas del artista: 15.000 d¨®lares.
A Orozco le gusta el ajedrez. En 1997 se pas¨® cinco meses pintando cuadrados negros de grafito sobre una calavera humana hasta dejarla como un tablero de torres y alfiles. Tambi¨¦n puede estar horas mirando a dos jugadores de ajedrez en un bar. ¡°A mi me parece muy entretenido. S¨¦ que a otra gente no¡±, dice agarrado a un vaso de caf¨¦ del Oxxo y sentado en el patio de Kurimanzutto, la galer¨ªa que ¨¦l mismo apadrin¨® a finales de los noventa y que hoy es ya una referencia en la escena internacional.
Con la vida n¨®mada de esas estrella del rock que siempre est¨¢n de gira, Orozco ha vuelto a M¨¦xico para plantear un juego sobre el valor y el precio del arte, sobre el impacto de los objetos de consumo en la identidad colectiva, sobre la belleza, el tiempo y la geometr¨ªa.
Orozco ha vuelto a M¨¦xico para plantear un juego sobre el valor y el precio del arte
Hace dos a?os que vive en Jap¨®n ¨Cla sociedad del ciber-capitalismo¨C y no le gusta alejarse mucho de su casa de cada momento para trabajar en sus obras. En Francia, vaci¨® un Citroen tibur¨®n y lo ensambl¨® de nuevo para convertirlo en un espigado monoplaza. En Londres, se invent¨® una mesa de billar redonda y en ?msterdam, levantadas sobre una sola rueda, entrelaz¨® cuatro bicicletas mirando cada una a cuatro direcciones diferentes. Un te¨®rico brasile?o ha dicho de Orozco que facilita al p¨²blico una completa accesibilidad, que con su obra nadie se siente cohibido o abrumando por estar en presencia de arte contempor¨¢neo.
Pregunta ?Cree que la gente ajena al mundo del arte, por ejemplo los trabajadores de este Oxxo, apreciar¨¢n su obra?
Respuesta Siempre busco establecer un contacto inmediato para que despu¨¦s se pueda acceder a las capas interiores que tiene cada obra. Lo m¨¢s dif¨ªcil es lograr que ese primer impacto visual tenga un nivel de simpleza que parezca que es algo que conoces y que no se te impone por ser algo demasiado grande, complicado o ruidoso. Trato de hacer una invitaci¨®n y ya que cada uno llegue al nivel que pueda. Si una persona sabe de filosof¨ªa, econom¨ªa o dise?o gr¨¢fico, por ah¨ª puede entrarle a esta obra; o si le gusta el folklor de la mercadotecnia, puede redescubrir marcas y logos que? fueron parte de su infancia. Los chicos del Oxxo son j¨®venes y no creo que hayan tenido mucho contacto con el arte. Pero a¨²n as¨ª es muy posible que lo est¨¦n disfrutando bastante.
Detr¨¢s del mostrador, la cajera Alicia L¨®pez, 21 a?os y una corona tatuada en el dorso de la mano, medita unos segundos y responde: ¡°La mera verdad es que no s¨¦ muy bien qu¨¦ significa esto ?qu¨¦ no tienen valor las cosas?¡±. Alicia estar¨¢ todo este mes trabajando en el Oxxo de Kurimazutto, que no funciona como el resto de tiendas. No todos los productos ¨Cs¨®lo 300¨C han sido tocados por los c¨ªrculos de proporci¨®n casi ¨¢urea de Orozco. El resto se intercambian durante el horario comercial de la tienda a cambio de un billete creado tambi¨¦n por el artista ¨Cmitad peso mexicano, mitad d¨®lar¨C, que se entrega a cada visitante al entrar a la exposici¨®n. El precio es el mismo por un chicle de fresa que por una caja de preservativos.
El sistema para los productos cotizados es m¨¢s complejo y pretende desvelar el opaco funcionamiento del mercado del arte. El precio de las piezas, pensadas en series de 10, arranca con la tasaci¨®n internacional de Orozco. A medida que avanza el mes de la exposici¨®n los art¨ªculos que no son adquiridos son retirados, y los que se van vendiendo empujan el precio de los dem¨¢s hacia abajo y propician nuevas piezas que el autor va creando sobre la marcha. Un mercado en el que la escasez no genera burbujas y en el que la especulaci¨®n es castigada. ¡°Esta obra es una hip¨®tesis de un modelo que se pretende como un juego posible. Yo creo que vamos a conseguir que todo el mundo gane¡±. La ¨²ltima semana habr¨¢ Orozcos a la venta por 60 d¨®lares.
Esta obra es una hip¨®tesis: Yo quiero que todo el mundo gane
P. ?Nadie pierde con este modelo?
R. Al hacer del todo evidente y transparente un sistema de producci¨®n, distribuci¨®n y venta estoy intentando generar un grado de consciencia mayor. Quiero apartar toda la parte metaf¨ªsica del arte, que nunca me ha interesado lo m¨¢s m¨ªnimo. Tiene algo de apuesta y si no funciona el que sale perdido soy yo.
P. ?Qu¨¦ es lo que perder¨ªa usted?
R. Cara. Si nadie gana dinero, pierdo cara. Si a la gente la propuesta le parece aburrida, tambi¨¦n pierdo. Es como cuando en el colegio inventabas un juego. Si tus amigos no se divierten, pierdes cara.
P. ?Cu¨¢nto tiene esta obra del juego del ajedrez?
R. La idea de juego tiene que ver la capacidad de intrigar. Me interesa despertar una curiosidad a trav¨¦s de una seria de reglas matem¨¢ticas, estrat¨¦gicas y abstractas que van creando un microcosmos, un modelo de mundo. Al entrar a ese juego, se puede sacar una reflexi¨®n o un espejo de c¨®mo se explica el universo, de como actuamos nosotros. En esta obra, hay un componente de inteligencia, de estrategia y de actualizaci¨®n como en el ajedrez. Yo encuentro muy entretenido ver una partida de ajedrez. Puedo pasarme horas viendo a dos jugadores en un bar.
P. ?Le interesa tambi¨¦n entretener con su arte?
R. No, mi intenci¨®n nunca ha sido entretener.
Babelia
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