Es la hora de la sociolog¨ªa
Casi todo va dirigido a una serie de encuentros sexuales, machaconamente musicalizados por un mismo tipo de canci¨®n de pop blandengue
50 SOMBRAS M?S OSCURAS
Direcci¨®n: James Foley.
Int¨¦rpretes: Dakota Johnson, Jamie Dornan, Kim Basinger, Marcia Gay Harden.
G¨¦nero: romance. EE UU, 2017.
Duraci¨®n: 116 minutos.
Tras cuatro entregas editoriales y dos pel¨ªculas, quiz¨¢ haya llegado el momento de buscar exclusivamente en la sociolog¨ªa y en la psicolog¨ªa, m¨¢s que en la literatura o la cinematograf¨ªa, las razones verdaderas del ¨¦xito de la saga 50 sombras. Y abundar en ello sin apriorismos ni clich¨¦s, de un modo relevante, sin l¨ªneas rojas, como sus personajes protagonistas, porque ah¨ª reside el gran inter¨¦s del fen¨®meno, en sus seguidores, mucho m¨¢s que en los libros y en sus adaptaciones.
Desmintiendo el t¨®pico de que se trata de un fen¨®meno (casi) exclusivo de literatura femenina, en el cine madrile?o al que el cronista acude a ver 50 sombras m¨¢s oscuras, secuela de 50 sombras de Grey (2015), hay tantos hombres como mujeres, en pareja, en pandilla, ni una f¨¦mina sola y ¨²nicamente un hombre solo (ya saben). Aunque la pel¨ªcula tenga poco sentido del humor, ni siquiera aquella l¨ªnea de comedia involuntaria del inicio de la primera entrega, "si fueras m¨ªa no te podr¨ªas sentar en una semana", se oyen risitas y se intuyen miradas c¨®mplices entre los adolescentes, que los hay. Sin embargo, pese al infernal t¨ªtulo, que apunta a la llegada de las tinieblas, nada hay m¨¢s oscuro que en la primera entrega, salvo su capacidad para eludir entuertos poco edificantes para la inteligencia o que alimenten un debate complejo que se salga de la superficialidad.
Podr¨ªa ser el caso de la mala costumbre de buena parte de los seres humanos por obstinarse en relaciones que machacan moralmente, y hasta f¨ªsicamente, a uno de sus miembros. En ambas pel¨ªculas se abren caminos para poder indagar en un subtexto de inter¨¦s universal, pero las historias perge?adas por E. L. James acaban virando hacia temas mucho menos interesantes. O el caso de, en esta segunda entrega, el aprovechamiento de uno de los personajes para un ascenso mete¨®rico gracias a su amante, novio y nuevo jefe. Una especie de pago de favores por el que no hay la m¨¢s m¨ªnima reflexi¨®n.
En realidad, en 50 sombras m¨¢s oscuras se reflexiona poco. Casi todo va dirigido a una serie de encuentros sexuales, machaconamente musicalizados por un mismo tipo de canci¨®n de pop blandengue, en los que, esta vez, poca rienda suelta hay para el sadismo, m¨¢s all¨¢ de unas bolas chinas y unos grilletes para piernas. Ahora se aman en modo rom¨¢ntico, y ¨¦l se est¨¢ quitando de lo suyo, como Camar¨®n y Extremoduro. De paso, como complemento, dos tramas de intriga criminal que, o est¨¢n mal desarrolladas desde el libro, o simplemente son un desastre, porque nunca salen de lo moroso que resulta casi todo el metraje.
Que un descomunal ¨¦xito como este no supere a aquella corte imitadora de thrillers de los a?os 90, semillas tr¨¢gicas de la tan comercial como impactante Atracci¨®n fatal, casi todos ellos apellidados tambi¨¦n "fatal", quiz¨¢ lo diga todo. O no. Porque, que en la era del porno a un clic del ordenador, este erotismo de apuntes supuestamente despiadados, en realidad melifluo, machista y materialista se haya convertido en fen¨®meno, supera las explicaciones literarias y cinematogr¨¢ficas. Y a la explicable soledad de la lectura, se ha unido el disfrute del cine en compa?¨ªa. Definitivamente, es la hora de los soci¨®logos y los psic¨®logos.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.