?Se inspir¨® el Guernica en una pintura de guerra del siglo XVI?
Las huellas pict¨®ricas de la obra de Picasso llevan a una escena b¨¦lica de las sabinas en un cuadro de Girolamo Mirola
Es muy posible (posibilidad que se cumple con cierta periodicidad) que el cuadro de Picasso proponga o suscite enigmas y simbolog¨ªas varias, susceptibles de ser interpretadas desde ingeniosas o ingenuas (alternativamente) hip¨®tesis, tanto en lo que conviene a su ejecuci¨®n pict¨®rica como a sus posibles fuentes de inspiraci¨®n en im¨¢genes ajenas.
Desde hace alg¨²n tiempo vengo realizando una serie de documentales sobre Arte Contempor¨¢neo en colaboraci¨®n con la historiadora y escritora norteamericana Dore Ashton, comisaria de varias exposiciones en diversos museos de nuestro pa¨ªs y autora de un magn¨ªfico libro sobre Picasso. Hemos rodado instantes ¨²nicos con T¨¤pies, Barcel¨®, Soulages, Alechinsky, Millares (In Memoriam) y Anthony Caro.
La serie ten¨ªa un primer t¨ªtulo gen¨¦rico en ingl¨¦s, The Inquiry ; es decir, la Indagaci¨®n, y ello es lo que explica mi exploraci¨®n en el Guernica. Lo cierto es que en una visita que realic¨¦ no hace mucho al Museo de Capodimonte, en N¨¢poles, me top¨¦ con el excelente cuadro de guerra, La intervenci¨®n de las sabinas en la batalla entre romanos y sabinos de Girolamo Mirola, pintor bolo?¨¦s (1535/1570), que representa el episodio de las sabinas cuando se lanzan en medio de la batalla a mediar por la paz y en el que hall¨¦ con gran asombro evidentes conexiones pict¨®ricas con el Guernica de Picasso. Dif¨ªcil de describir la emoci¨®n de tener frente a m¨ª unas im¨¢genes que, m¨¢s all¨¢ de consideraciones deductivas posteriores, me golpeaban con la evidencia precursora de unos rasgos gen¨¦ticos del gran cuadro contempor¨¢neo.
Tambi¨¦n avanzo, para no parecer fatuo de mis propias conclusiones que, como ya se nos ha advertido, las cosas y los hechos est¨¢n sujetos a procesos de objetivaci¨®n cambiante y que el concepto de verdad es distinto al de verificable. No obstante, las im¨¢genes comparativas de ambos lienzos y la comprobada adopci¨®n picassiana del tema sabino, nos alumbra el apasionante antecedente.
Picasso hab¨ªa visitado N¨¢poles y la colecci¨®n que ahora alberga el Museo de Capodimonte en 1917, y conoc¨ªa el cuadro de Girolamo. Que Picasso estuvo siempre interesado en el episodio de las sabinas, lo prueban las versiones que realiz¨® inspiradas en los cuadros sobre el mismo tema de David y de Poussin.
Y una evidencia mayor: en uno de los bocetos preparatorios del Guernica ¡ªhay que mirar los bocetos¡ª aparece en primer plano un guerrero yacente ?con el casco romano y la lanza!, prueba de que estaba manejando las im¨¢genes ¡°sabinas¡±.
Pero es la asombrosa similitud en la parte central del cuadro de Girolamo Mirola, la que nos desvela el secreto: la cabeza del caballo despavorido en el cuadro del pintor bolo?¨¦s, la boca abierta con los dientes al aire dejando ver la lengua, es claro antecedente del terror animal que, bajo la l¨¢mpara-bomba, lanza la quijada punzante ¡ªla lengua como un clavo¡ª en el impresionante lienzo de Picasso.
La cabeza del caballo del Guernica est¨¢ vuelta hacia la izquierda, es decir al lado contrario que en el cuadro de las sabinas. Pero n¨®tese sin embargo, que en el estudio previo a l¨¢piz, Picasso sit¨²a a su caballo en id¨¦ntico sentido que el del cuadro del italiano ?y todav¨ªa sin deformar!.
De igual manera el brazo de la sabina que se alarga en un gesto dram¨¢tico para sujetar la brida del animal, es el mismo que el que enarbola con la buj¨ªa la mujer de la ventana en el Guernica. En los dos lienzos los hijos cuelgan de las mujeres, si bien vivos, en el de la batalla de los romanos, y exang¨¹e, en el de la ciudad bombardeada.
La pintura conserva una cierta memoria cubista, con la simultaneidad de planos caracter¨ªstica de ese periodo pict¨®rico, y pese a las luces y sombras del blanco y negro del gran cartel¨®n que es el Guernica, posee una extraordinaria explosi¨®n de instant¨¢nea (dada por la bombilla-bomba) captada con una voluntad de fijar el momento infame del ataque, m¨¢s all¨¢ de contener narrativa alguna. En ese sentido y fuera de f¨¢ciles apariencias, no es un cuadro ¡°kin¨¦tico¡±, sino, como digo, una explosi¨®n del horror detenido en su infamia como acusaci¨®n perenne. Me atrever¨ªa a decir que en la historia de la pintura, no hay una ¡°detenci¨®n¡± tan asombrosa de tiempo y espacio.
Es sabido ¡ªel pintor no lo ocult¨® nunca¡ª que Picasso recorr¨ªa la pintura de diversos periodos; casi dir¨ªamos que la de toda la historia del arte y que en el Guernica se propuso expresar la met¨¢fora definitiva del horror b¨¦lico: Bella! Horrida Bella! (?Guerra, horrible guerra!).
Eusebio L¨¢zaro es autor, actor y director
Babelia
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