Un presente embriagado de presente
La ensayista Graciela Speranza cartograf¨ªa con talento las formas contempor¨¢neas de representaci¨®n art¨ªstica y abre el hoy a otros tiempos en 'Cronograf¨ªas'
No hay ninguna ambig¨¹edad en el t¨ªtulo que el artista estadounidense Christian Marclay (California, 1955) escogi¨® para su videoinstalaci¨®n m¨¢s conocida: por una parte, porque en los m¨¢s de 10.000 fragmentos audiovisuales que conforman The Clock (2010) aparece un reloj; por otra, porque la pieza funciona a todos los efectos como uno, ya que el montaje hace posible que la hora exhibida en ellos sea la hora ¡°real¡± del espectador: si ¨¦ste ingresa a la sala de proyecci¨®n a las 19.29, se encontrar¨¢ con el fragmento de alg¨²n filme en el que un reloj indica que son las 19.29; 20 minutos despu¨¦s se encontrar¨¢ con una imagen procedente de otro filme en el que se anuncia que son las 19.49, etc¨¦tera.
The Clock demand¨® a su autor tres a?os de trabajo, el concurso de varios asistentes, una investigaci¨®n compulsiva y horas de montaje, pero su resultado es absorbente. La ensayista y narradora argentina Graciela Speranza (Buenos Aires, 1957) tuvo la oportunidad de comprobarlo en dos ocasiones, y el resultado de su inmersi¨®n en este ejercicio radical de apropiaci¨®n cuya duraci¨®n (24 horas) hace inviable el visionado en un sentido convencional es el centro de su nuevo libro, al que tambi¨¦n (en alg¨²n sentido) la videoinstalaci¨®n de Marclay le presta su forma. Cronograf¨ªas constituye, al igual que The Clock, un archivo, una intervenci¨®n en las formas contempor¨¢neas de representaci¨®n art¨ªstica del tiempo y una discusi¨®n acerca del modo en que tendemos a pensar en ¨¦l en un momento hist¨®rico en el que la imposibilidad de concebir un futuro viable en un planeta devastado por la acci¨®n del capital sin freno y la aceleraci¨®n de unos flujos de informaci¨®n que requieren toda nuestra atenci¨®n parecen condenarnos a habitar ¡°un presente embriagado de presente¡±.
Las series que pueblan Cronograf¨ªas contribuyen a un relato unitario, en el que el presente es visto como un inmenso parque en ruinas
¡°La intensificaci¨®n de la integraci¨®n de la actividad humana a los par¨¢metros del intercambio electr¨®nico¡±, escribe Speranza, ¡°no s¨®lo vino a exigirnos la disponibilidad, la participaci¨®n activa, la multiplicaci¨®n de ¨¢reas del tiempo y de la experiencia anexadas a demandas y tareas maqu¨ªnicas sin pausa (¡), sino que ha neutralizado la visi¨®n mediante procesos de homogeneizaci¨®n, redundancia y aceleraci¨®n. El diagn¨®stico del fil¨®sofo franc¨¦s Bernard Stiegler es a¨²n m¨¢s desalentador: durante las ¨²ltimas d¨¦cadas, el uso generalizado de la web ha producido una sincronizaci¨®n en masa de la conciencia y la memoria a trav¨¦s de ¡®objetos temporales¡¯ que llevan al consumo gregario estandarizado y la miseria simb¨®lica, y llaman a la creaci¨®n de ¡®contraproductos¡¯ que reintroduzcan la singularidad de la experiencia cultural y desconecten el deseo de los imperativos del consumo¡±.
Arte y ficciones de un tiempo sin tiempo, los ¡°contraproductos¡± reunidos por Speranza en Cronograf¨ªas ofrecen respuestas parciales a los problemas derivados del exceso de presente: la fantas¨ªa del reinicio o reboot del tiempo hist¨®rico (Adri¨¢n Villar Rojas), la incorporaci¨®n del tiempo natural a la acci¨®n art¨ªstica (Robert Smithson), la reformulaci¨®n del orden temporal (Fabio Kacero, Richard McGuire, William Kentridge), el uso de restos y ruinas (Amie Siegel, Anne Carson, Gabriel Orozco, Xu Bing, Tom McCarthy), la ralentizaci¨®n del registro audiovisual (W. G. Sebald, Douglas Gordon), la detenci¨®n del tiempo (Jorge Macchi), su espacializaci¨®n (Liliana Porter), la repetici¨®n (Pierre Huyghe, Ragnar Kjartansson, Pablo Katchadjian), la fantas¨ªa apocal¨ªptica (Dominique Gonzalez-Foerster), los ejercicios mutuamente excluyentes de la expansi¨®n y la concisi¨®n del relato vital (Jean Echenoz, Karl Ove Knausg?rd), etc¨¦tera. Al igual que en The Clock (donde la concatenaci¨®n de fragmentos audiovisuales ofrece confluencias inesperadas y momentos de rara belleza en los que el espectador parece dar ¡ªpor fin¡ª con una historia), las series que pueblan Cronograf¨ªas contribuyen parad¨®jicamente a un relato unitario, en el que (como en las obras/jard¨ªn de Pierre Huyghe Rito de pasaje, y Upside Down Tree, de Robert Smithson) el presente es visto como un inmenso parque en ruinas, un jard¨ªn de senderos que se bifurcan y confluyen conformando un terreno que Speranza cartograf¨ªa con talento. La ensayista ampl¨ªa y completa su Atlas port¨¢til de Am¨¦rica Latina (2014) en un ambicioso ejercicio de ¡°montaje¡± cuya finalidad es ¡°abrir el presente a otros tiempos, convertir la mezcla de fascinaci¨®n y rechazo frente a la instantaneidad del mundo virtual en fuente de tensi¨®n creativa¡±.
En esa ¡°tensi¨®n creativa¡± proyectada en obras art¨ªsticas que ¡°renuevan sus medios, sus formas y sus lenguajes, invierten o enloquecen la flecha del tiempo, se liberan de la tiran¨ªa de los relojes, hacen el tiempo¡± hay, sostiene Speranza siguiendo a Giorgio Agamben, el proyecto pol¨ªticamente urgente de ¡°cambiar el tiempo¡±; en el tipo de ensayo que, como Cronograf¨ªas, piensa ¡°con el arte¡± en procura de recuperar, entre tanta experiencia est¨¦tica intercambiable, lo que ¡°no hab¨ªamos visto o le¨ªdo nunca antes¡± hay (por otra parte) una forma de resistencia y una invitaci¨®n insoslayable a la obra de una de las mejores ensayistas contempor¨¢neas en espa?ol, la m¨¢s atenta int¨¦rprete de un presente que parece incapacitado de ¡°decir¡± algo relevante sobre s¨ª mismo y, sin embargo, en su obra (por fin) dice.
Cronograf¨ªas: Arte y ficciones de un tiempo sin tiempo. Graciela Speranza. Anagrama, 2017. 242 p¨¢ginas. 19,90 euros
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