Anna Politk¨®vskaya, la periodista rusa asesinada en 2006, resucita en las tablas
La actriz M¨ªriam Iscla se mete en la piel de la c¨¦lebre reportera en un mon¨®logo en el Teatro Espa?ol
Es p¨¢lida M¨ªriam Iscla, como si saliera de la madrugada de una panader¨ªa. Y en el escenario es a¨²n m¨¢s p¨¢lida: es el rostro de una mujer real a la que van a matar. Esa mujer cuya alma encarna fue asesinada por sicarios chechenos. Ese asesinato se produjo el 7 de octubre de 2006 y es el fin de la historia de Anna Politk¨®vskaya, periodista rusa que cubri¨® la guerra ruso-chechena y se enfrent¨® a las mentiras oficiales de una y de otra parte. La persiguieron con todas las artes sucias de esa guerra y al final dieron con ella ese 7 de octubre. Y la mataron. La historia concluye con el asesinato. Sobrecoge c¨®mo ella encarna ese drama.
El escenario en el que M¨ªriam Iscla se trasviste de Anna Politk¨®vskaya (en el Teatro Espa?ol hasta el 26 de febrero) es sobrio; la actriz recibe a los espectadores ante el escritorio en el que revisa la historia de la guerra; lleva unas gafas sin montura; es una mujer dispuesta a contar su historia. Habla y deja de ser M¨ªriam y es Anna. Lo es de tal manera que, al d¨ªa siguiente, vestida de oscuro, con tenis blancos, ¨¢gil y risue?a, es imposible no adjudicarle la piel del alma que representa en el teatro. ?C¨®mo se consigue eso que otros han logrado (Hoffmam/ Capote, G¨®mez/ Aza?a, Vicky Pe?a/ Mar¨ªa Moliner¡)? ?C¨®mo se despoja alguien de s¨ª mismo y es otro, igualmente verdadero, en el escenario?
Hay sangre, cr¨®nica de la sangre de la guerra. Pero son palabras, evocaci¨®n desnuda de los hechos. Unos esbirros del r¨¦gimen checheno llevan colgada en un pincho la cabeza de un enemigo. El escarmiento. Las casas son grises, sucias. Pero no hay pincho ni cabeza ni casas; todo est¨¢ en las palabras de Anna que ya ha dejado de ser M¨ªriam. De pronto ya no es una funci¨®n de teatro; es una persona contando su historia, sin otro artificio que las gafas transparentes que M¨ªriam se quita cuando ya no es Anna. Como si el alma, adem¨¢s de en la palidez, estuviera en esa piel delicada que exhibe en los gestos, en los detalles, en el silencio.
Ella no imita a Anna; eso le dijo Lluis Pasqual, cuando empez¨® a dirigirla para que fuera Anna y no M¨ªriam. Y con esa convicci¨®n, no imitarla, lleva un a?o siendo la periodista rusa y no M¨ªriam, la actriz hija de panaderos de Pineda de Mar, Barcelona. (Pasqual, por cierto, es tambi¨¦n hijo de panaderos). La obra es de Stefano Massini, recoge tan solo lo que la propia periodista escribi¨® sobre los horrores vividos, se estren¨® un a?o despu¨¦s del asesinato (en Italia), ahora se representa por todo el mundo. Y esta versi¨®n de Pasqual con Iscla est¨¢ en la sala Margarita Xirgu, del Espa?ol.
?C¨®mo se llega, pues, al alma? ¡°Trabajando. Viendo qu¨¦ hay detr¨¢s de cada palabra. Para que yo no la interprete sino para que la encarne¡±. Es la piel del alma. La indignaci¨®n no es suya, nace de las palabras, c¨®mo las dice. ¡°No hay trampa, no es un teatrito. No me escondo en los resortes de actriz que me funcionan¡±. De modo que todo lo que dice M¨ªriam termina siendo herida. ¡°Yo solamente tengo que abrir la boca; Anna es la que habla¡±.
¡ª?Y c¨®mo un director puede hacerle sacar esa emoci¨®n que anula quien es usted para que usted sea Anna?
¡ªHe llorado much¨ªsimo. Por la historia, por el trabajo de inmersi¨®n que hago en el personaje. Vi v¨ªdeos, los facebooks de sus hijos; he llorado tanto.
¡ª?Y ha llegado a ser esa persona?
¡ªCreo que no. S¨ª que siento indignaci¨®n, s¨ª que siento que debo ser veh¨ªculo de ese texto, de esa persona, de esa vida y de ese conflicto. Pero es que adem¨¢s ah¨ª est¨¢n los mismos: Putin, Kad¨ªrov. Y ella no est¨¢. A ella la mataron. Parece ficci¨®n tanta brutalidad.
Es un manifiesto contra la indiferencia. ¡°No hay trampa, es verdad todo el rato. Y para llegar a eso, como digo, hay que bajarse las bragas hasta los tobillos, no te escondes nada. Esto no es teatro. Esto es verdad. Esta mujer vivi¨®, hizo esto, lo hizo por estas cosas que os estoy contando. Hay locos por ah¨ª todav¨ªa exhibiendo cabezas cortadas como trofeos. Y los dos hermanos chechenos que parece que la mataron est¨¢n por ah¨ª¡±.
En el escenario, al final, M¨ªriam se quita las gafas y cuenta que a Anna la asesinaron. Como si acab¨¢ramos de verla y acabaran de asesinarla. Cuando se produce el apag¨®n final parece que esa periodista a la que acribillaron va a aparecer en la Plaza de Santa Ana. Y, de hecho, cuando hablamos con M¨ªriam Iscla horas despu¨¦s iba en su sonrisa el aire del drama que representa. Como si llevara a cuestas el alma de la periodista asesinada.
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