?Hasta un ni?o podr¨ªa crear arte contempor¨¢neo? Los peque?os de Arco 2017 responden
Una visita a la feria de la mano de sus asistentes m¨¢s j¨®venes. Artistas y galeristas coinciden en que su mirada desprejuiciada es la m¨¢s honesta
El chiste m¨¢s facil¨®n que se oye ante una obra de arte contempor¨¢neo es el despectivo ¡°esto lo podr¨ªa hacer un ni?o¡±. Simplismo que no comparten Tom¨¢s y Mae, de 4 a?os, que observan con pasmo incluso las piezas m¨¢s sencillas de Arco. En la galer¨ªa argentina Slyzmud, en la zona del pa¨ªs invitado, cuelgan las obras de Sol Pipkin: nueces enlazadas con hilo, un palo decorado con cuentas, un ¨®valo de pasta de papel pintado. ¡°Operaciones muy simples, peque?as e insistentes, realizadas con materiales rescatados de la naturaleza, que no tienen un significado cerrado y visualmente reproducen procedimientos que la artista rescata de su memoria creciendo en la Patagonia¡±, recita la galerista Daniela Brunand. Los ni?os, en cambio, solo ven ¡°una serpiente¡±, ¡°una varita m¨¢gica¡± y ¡°un bicho¡±, pero tienen clar¨ªsimo que ¡°molan un mont¨®n¡± y que las ha hecho un adulto. ¡°?Qu¨¦ tendra que ver que sea f¨¢cil o dif¨ªcil de hacer para que te guste?¡±, se pregunta Thomas, de 6 a?os, hijo de un marchante.
Cuando la obra se complica, al menos en el aspecto t¨¦cnico, los peque?os desmontan otro topicazo del mercado del arte: la burbuja de los precios. Para Alma, de 8 a?os, la estructura mec¨¢nica y luminosa Distractor 3, es una noria, le produce mucha alegr¨ªa mirarla y se la llevar¨ªa sin duda a casa. Cuesta 50.000 euros. Lo que un coche de los buenos. ¡°Me parece bien¡±, dice la ni?a. ¡°Hay que saber mucho de cables para hacerla y debe de haber llevado su tiempo¡ Adem¨¢s, es mucho m¨¢s bonita que un coche¡±. Su autor, el artista Jos¨¦ Carlos Martinat, se sonr¨ªe. Su obra es una hipn¨®tica cr¨ªtica a la sociedad del espect¨¢culo (en el centro de la estructura pasa a toda prisa un texto de Guy Debord) y est¨¢ inspirada en los castillos de fuegos artificiales de su Per¨² natal. Para Mart¨ªn, seis a?os, es una ¡°ara?a solar¡±, un cangrejo o un erizo. Su hermana Candela, tiene 10, y como espectadora, est¨¢ a otro nivel: ¡°Es una ilusi¨®n ¨®ptica que al mirarla fijamente se convierte en otra cosa que no era¡±. Cuando conocen al artista, lo primero que le preguntan es cu¨¢nto tard¨®. Fueron dos meses y ¨¦l pens¨® la idea, pero construirla, la construyeron otros. Los ni?os le miran de soslayo. ¡°Mi hijo es mi mayor cr¨ªtico¡±, dice el artista, acostumbrado, ¡°tiene 12 y ahora entiende no hay que ejecutar para ser autor, pero nunca lo vio demasiado bien¡±.
¡°Los ni?os no preguntan qu¨¦ significa una obra, ni van a buscar pistas en el cartelito de la firma, por eso nosotros no los ponemos, para que el espectador viva el arte como ellos, ante todo como una experiencia¡±, explica Sabrina Amrani, galerista y presidenta de Arte Madrid, que tiene una ni?a de cinco a?os que de mayor tambi¨¦n quiere ser ¡°se?ora de cuadros¡±. ¡°Los ni?os tienen una relaci¨®n muy honesta con el arte, hacen preguntas tan sencillas que te ponen a prueba¡±, dice.
¡°?Pero has intentado patinar sobre tu escultura?¡±, preguntan tres ni?os a Eugenio Ampudia, autor de Paisaje m¨®vil, dos piedras de la sierra madrile?a de 100 kilos montadas sobre las ruedas urbanas de un monopat¨ªn long board que hablan sobre la ¡°desterritorializaci¨®n como consecuencia de la crisis y la ruptura con la memoria de los lugares¡±. ¡°Yo patino todo el rato¡±, les dice el artista a los ni?os, ¡°vosotros pod¨¦is tocarlas¡ con cuidado¡±. Les hace felices. Porque, a pesar del p¨¢nico de alg¨²n galerista cuando se visita Arco con ni?os, estos no suelen tocar sin permiso. El verdadero peligro para la integridad de las obras son los selfies que se hacen los mayores.
En el taller Arco Kids (llevado a cabo por la Fundaci¨®n Peque?o Deseo), la artista Pilar Cavestany explica que ¡°los ni?os son m¨¢s figurativos que abstractos, muy libres en el color, y les fascinan las texturas; en Arco hay muchas obras que les llaman la atenci¨®n porque usan materiales reciclados, cart¨®n, papel de peri¨®dico¡ los mismos que usan ellos¡±. Carlota, 15 a?os, invitada al taller por la Fundaci¨®n Garrigou para ni?os con capacidades diferentes, tiene claro que sus piezas favoritas de Arco son dos esculturas que le provocaron ¡°asombro¡±: ¡°Nunca hab¨ªa visto nada igual y eso es muy especial¡±.
Tras dos horas de feria Alma, Mae y Tom¨¢s quieren pintar. Y los tres reproducen su obra favorita: la instalaci¨®n de Alicia Framis, Habitaci¨®n de la Arquitectura Prohibida, una caseta en la que se puede entrar, ponerse un casco de obra y ver un v¨ªdeo. Imposible competir. ?Les dar¨ªan sus dibujos a un galerista para que los vendiese? El ¡°?Nooo!¡± es general, Tom¨¢s incluso llora. ¡°Conozco artistas que tienen el mismo apego por su obra¡±, dice la pintora Sol Mart¨ªnez que recorre la feria con una hija de cuatro a?os. ¡°Me gustar¨ªa que todo el mundo la viviese como ella, nunca va al concepto, sino a lo que provoca sensaciones¡±, dice.
La sensaci¨®n de la decena de ni?os consultados es que este a?o Arco ¡°mola¡± porque hay ¡°muchas pantallas¡± y porque casi todo es ¡°alegre¡±. Los expertos corroboran la importancia de la tecnolog¨ªa y el optimismo general que marca esta edici¨®n.
Babelia
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