La muerte menguante del arque¨®logo Matos Moctezuma
Premiado y reconocido en M¨¦xico y el extranjero, el gran investigador del mundo azteca repasa su trayectoria para EL PA?S
La muerte es una vieja confidente de Eduardo Matos Moctezuma. El arque¨®logo mexicano ha dedicado a?os de trabajo a su estudio, a entender c¨®mo otros la entend¨ªan. En una conferencia dictada en 2014, ley¨®: ¡°El hombre se ha negado a morir. Por eso ha creado mundos a los que ir despu¨¦s de la muerte¡±. Algunos de esos mundos son complejos y otros relativamente simples, pero Matos transita entre ellos con la misma elegancia. Igual menciona el cielo cristiano que teoriza sobre el Mictl¨¢n de los aztecas. Aborda la neutralidad del purgatorio con la misma serenidad que el para¨ªso de los guerreros del viejo imperio de Tenochtitl¨¢n.
El investigador est¨¢ de enhorabuena. La semana pasada, la C¨¢mara de Diputados le rindi¨® un homenaje como reconocimiento a su trayectoria. Matos, leyeron en la c¨¢mara, "es uno de los arque¨®logos m¨¢s prominentes del pa¨ªs, cuyas investigaciones han contribuido a la comprensi¨®n de nuestro pasado". En unos meses, la Universidad de Harvard inaugurar¨¢ una c¨¢tedra que lleva su nombre, algo in¨¦dito para la academia mexicana.?
La oficina del arque¨®logo es un espacio oscuro, estrecho, atestado de libros. Una penumbra que huele a papel. Vestido de azul, Matos Moctezuma (1940) cruza los brazos y se ajusta los lentes. Su boina espera encima de la mesa. Pocos metros por debajo, las ruinas del Templo Mayor de la vetusta Tenochtitl¨¢n bullen bajo el sol del altiplano mexicano. Parecen olas de piedra, un mar rutilante, majestuoso.
En sus m¨¢s de 40 a?os de trayectoria, el arque¨®logo le ha dedicado tres libros a la muerte
En sus m¨¢s de 40 a?os de carrera, el arque¨®logo le ha dedicado tres libros a la muerte. El primero, en 1975, Muerte a filo de obsidiana: los nahuas frente a la muerte. El segundo en 1986, Vida y muerte en el Templo Mayor. Y el tercero, La muerte entre los mexicas, publicado en 2010. Los tres aluden a la interpretaci¨®n que los aztecas ¨C?la academia mexicana prefiere decir mexicas o nahuas¨C? hac¨ªan del m¨¢s all¨¢.
¡°Ciertas filosof¨ªas y religiones¡±, dice el arque¨®logo, ¡°siempre tratan de encontrar una salida a la muerte, crear una vida despu¨¦s de la muerte. Desde esa perspectiva, hab¨ªa una diferencia muy grande entre el pensamiento mexica y el cristiano. Una de las diferencias fundamentales es que en el catolicismo impera un orden moral: si te portas bien, vas a gozar eternamente. Si no, vas irremediablemente al infierno. O si tus pecados no son tan graves, vas al purgatorio.
Pregunta. Se trata de c¨®mo has vivido, no de c¨®mo has muerto
En el catolicismo impera un orden moral: si te portas bien, vas al cielo. En el mundo mexica no. Ah¨ª importa c¨®mo te mueres, no como vives
Respuesta.?Exacto. Entre los mexicas, lo que determinaba el lugar a donde iba el individuo (o su esencia) era la manera en que mor¨ªa. El guerrero muerto iba a acompa?ar al sol. El que mor¨ªa en relaci¨®n al agua, ahogado por ejemplo, entonces iba a Tlaloc¨¢n, el lugar de Tl¨¢loc, dios de la lluvia, de la fertilidad. Y si mor¨ªan de cualquier otra manera, iban al Mictl¨¢n ¨Cel m¨¢s all¨¢ de la clase media.
Parece que la muerte ha menguado con el tiempo. O la vida despu¨¦s de la muerte. Antes de que el clero empezara a desmontar la mitolog¨ªa mexica en el siglo XVI, la mayor¨ªa de los muertos viajaba largo tiempo hasta el noveno inframundo, el Mictl¨¢n. Luego los frailes trataron de explicar que el m¨¢s all¨¢ era uno y trino. Ibas al cielo, al infierno o al purgatorio. Acababas en un sitio u otro por voluntad de Dios. Luego lleg¨® el ate¨ªsmo y la otra vida ya no eran nueve mundos, ni tres, ni uno. El alma se convert¨ªa en una reacci¨®n qu¨ªmica¡
P. ?Podr¨ªa decirse que la muerte ha menguado, doctor?
Matos Moctezuma fue el primer director del proyecto Templo Mayor, cuya excavaci¨®n empez¨® en marzo de 1978
R.??Creo que es lo m¨¢s atinado! (r¨ªe)
De los a?os que ha dedicado a la arqueolog¨ªa, la mayor satisfacci¨®n ha sido el proyecto de excavaci¨®n del Templo Mayor. El 21 de febrero de 1978, un grupo de trabajadores de la compa?¨ªa de la luz encontr¨® una piedra enorme en el subsuelo del centro hist¨®rico de la capital. Era la Coyolxauhqui, la diosa lunar de los polite¨ªstas aztecas.
Seg¨²n la cosmovisi¨®n mexica, Coyolxauhqui muri¨® descabezada a manos de su hermano. En la piedra aparece as¨ª, decapitada, desmembrada, adornada con cascabeles. El hallazgo propici¨® que el Estado mexicano se embarcara en uno de los proyectos arqueol¨®gicos m¨¢s importantes del siglo XX en Am¨¦rica. La presencia de la piedra en el cruce de las calles Argentina y Guatemala implicaba la cercan¨ªa del gran templo de los aztecas. Una diosa muerta catalizaba el renacimiento de una cultura desterrada.
Al tim¨®n de todo aquello pusieron a Eduardo Matos Moctezuma, que capitane¨® el proyecto de excavaci¨®n durante a?os.
P. Imag¨ªnese que nuestra civilizaci¨®n colapsa y dentro de unos cuantos a?os, los arque¨®logos del futuro excavan para tratar de entendernos. ?C¨®mo cree usted que interpretar¨ªan nuestra manera de entender la muerte?
R. ?Sabes que me he planteado eso? Pero no en relaci¨®n a la muerte¡ De que llegan los arque¨®logos 5.000 a?os despu¨¦s, ven todo destruido, los mont¨ªculos¡ El mont¨ªculo m¨¢s grande es el de la catedral. Un gran hundimiento que es la gran plaza del z¨®calo, etc. Y empiezan a tratar de analizar. Y de repente, al ir escalando, encuentran las corcholatas, las chapitas de los refrescos. Y entonces empiezan a recolectarlas, ven que son algunas iguales, pero son diferentes en color. Y empiezan a especular de qu¨¦ son. Y entonces dicen, ¡®bueno, a lo mejor son clanes, distintivos de clanes y dem¨¢s¡¯.
El doctor alarga su fantas¨ªa todav¨ªa un par de minutos: si les llamar¨¢ la atenci¨®n o no que los cuerpos de nuestros muertos acaben en camposantos; que aparezcan extendidos, en posici¨®n horizontal. Se le ve tranquilo, satisfecho, contento. Jocoso, le dice maestro a todo el mundo: "ya qued¨®, mi maestro", "ya me lleg¨® la muerte, maestro".
El arque¨®logo toma su boina azul de la mesa, su abrigo azul y baja por las escaleras del museo del Templo Mayor con la velocidad del que llega tarde. Antes se?ala la enorme Coyolxauhqui, iluminada tenuemente, solitaria entre maquetas y vitrinas. ¡°F¨ªjese qu¨¦ cosa, ?ya la hab¨ªa visto?¡± Luego se despide y emprende la marcha.
Babelia
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