M¨¢s de 120 kilos de exilio
El escritor bosnio Velibor Colic relata en 'Manual de exilio' su llegada a Francia sin dinero
La exquisita Par¨ªs no estaba hecha para un gigant¨®n que no hablaba una gota de franc¨¦s. Acostumbrado a las espaciosas tabernas de Sarajevo llenas de humo y botellas de rakia, no terminaba de acostumbrase a las mesitas tan juntas de los cafetines parisinos. El hombret¨®n incomodaba al resto de clientes cuando trataba de alcanzar el ba?o. Sorry, desolee madame. Maldec¨ªa entonces a los arquitectos franceses empe?ados en dise?ar la vida para los de talla media. Al entrar al aseo se agachaba pero al salir se hab¨ªa olvidado y se estampaba la cabeza con el marco de la puerta. Desde que hab¨ªa llegado en tren a este pa¨ªs extra?o del que solo conoc¨ªa tres palabras ¨CJean, Paul, Sartre- no paraba de darle vueltas a la idea de comprarse un casco.
Para la literatura, el exilio suele ser un asunto metaf¨ªsico pero en el caso de Velibor Colic es algo m¨¢s carnal. Desertor del ej¨¦rcito bosnio durante la guerra de los Balcanes, el escritor lleg¨® a Francia para instalar en su nueva patria una presencia de m¨¢s de 120 kilos. ¡°El exilio en los libros es et¨¦reo. Se habla del idioma, de los recuerdos del refugiado pero poco de que son personas que tiran cosas ¨Cen su caso los caf¨¦s de otras mesas -, que se enamoran, que les duele la rodilla y que gritan¡±, cuenta Colic (Odzak, Bosnia, 1964) en Madrid.
El escritor ha venido hasta aqu¨ª para presentar Manual de exilio (editorial Perif¨¦rica), una novela autobiogr¨¢fica sobre su alunizaje en un mundo extra?o. Un psiquiatra le diagnostic¨® al llegar estr¨¦s postraum¨¢tico y le dio un bote de pastillas que acab¨® tirando a la basura. En la m¨¢quina de escribir encontr¨® la sanaci¨®n y eso lo llev¨® a una contradicci¨®n: ¡°Me acordaba para poder olvidar¡±.
Colic entonces no ten¨ªa d¨®nde publicar. En el pa¨ªs en v¨ªas de extinci¨®n del que proven¨ªa hab¨ªa estudiado literatura eslava, era popular en la radio estatal y hab¨ªa escrito dos novelas, la primera acogida con entusiasmo y la segunda con indiferencia. En cambio, en Francia, adonde lleg¨® en 1996, s¨ª que no era nadie y pronto comprendi¨® lo que era ser transparente. No entend¨ªa el idioma, las ancianas de C¨¢ritas intentaban comunicarse con ¨¦l a trav¨¦s de se?as y los funcionarios le hablaban a voces, como si estuviera sordo. Para un hombre de casi dos metros era humillante recibir un trato infantil.
Pod¨ªa haber le¨ªdo a Cort¨¢zar, pod¨ªa haberse dejado barba para parecerse a Hemingway, insistir en que escribieran escritor en el espacio relativo a su empleo, pero en el centro de acogida conviv¨ªa con campesinos, pastores ¡°y desgraciados¡± del Tercer Mundo. Los cosacos rusos con los que se emborrachaba amenazaban con romperle la cara si insist¨ªa con que era poeta.
En las noches se encerraba en su habitaci¨®n a escribir a mano y a escuchar jazz y, durante el d¨ªa, sin un franco en el bolsillo, ten¨ªa que aguzar el ingenio para no pasar hambre. Lo hizo de la mano de un gitano gordo, Mehmet, que le ense?¨® a hacer la compra (¡°Sigue a la mam¨¢ africana, va al sitio m¨¢s barato¡±), colarse en el metro (¡°Te pegas a un cliente¡±), asustar a una abuela blanca (¡°Caminas detr¨¢s de ella hablando tu lengua materna¡±) o actuar en una pelea (¡°Tienes que dar primero¡±). Sin embargo, todo eso no era para ¨¦l, ni si quiera se le daba bien. La ¨²nica vez que intent¨® mangar se puso tan nervioso que acab¨® huyendo.
Today at 7 pm i'm invited for a talk about my novel #Manualdeexilio at librer¨ªa @LaCentralenMad in #Madrid > https://t.co/xknegfn4lz pic.twitter.com/yoR4uBxjTt
— Velibor ?oli? (@veliborcolicoff) March 2, 2017
El autor de Los bosnios, un librito brutal con el que puso rostro a las v¨ªctimas de la guerra, acab¨® dedic¨¢ndose por entero a la literatura. Por "ambici¨®n" y para sobrevivir. Los intelectuales franceses lo acogieron con agrado, Colic entiende que porque su pa¨ªs en guerra estaba de moda. Pas¨® de codearse con vagabundos y esquizoides a cenar con Salman Rushdie y Toni Morrison.
Es cierto que en este ¨²ltimo libro Colic ha maltratado al personaje, o sea a s¨ª mismo. Gana kilos con facilidad y comienza unas dieta que prolonga hasta el absurdo. Se burla del chico engre¨ªdo que se cree ¡°la gran esperanza de la literatura yugoslava¡±, del hombre que se cree atractivo al que las mujeres rechazan porque va vestido como un paria o del borracho al que echan de los bares por armar jaleo. Eso produce equ¨ªvocos. Invitado a hablar de su libro en una biblioteca de Normandia, en la cena de recepci¨®n bebi¨® un vaso de vino. La anfitriona le confes¨® que hab¨ªa comprado botellas para un regimiento pensando que estaba ante ¡°un Bukowski yugoslavo¡±.
Colic escribi¨® sus primeros cinco libros en serbocroata. Los siguientes en franc¨¦s. Parad¨®jicamente, en ese idioma ajeno ha escrito sus historias m¨¢s ¨ªntimas. ¡°Si no hubiera abandonado mi idioma esos libros no habr¨ªan existido, por pudor. No puedes escribir de un mundo asesinado en tu propia lengua¡±, dice.
Su salud tambi¨¦n lo agradece: ¡°He dejado de beber porque con la resaca no logro escribir. El franc¨¦s exige un esp¨ªritu claro y una mano segura, como la de Clint Eastwood¡±. Colic publica sobrio en Gallimard, la editorial m¨¢s prestigiosa de Francia. Habr¨ªa que ver la cara de los cosacos rusos top¨¢ndose con su nombre en el escaparate de una librer¨ªa: ¡°Ese chalado dec¨ªa la verdad ?Es poeta!¡±.
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