Cien a?os de ¡°m¨¢s visto que el ¡®TBO¡±
La popular revista juvenil de historietas, que uni¨® su nombre al del c¨®mic en Espa?a, naci¨® hace un siglo
En este mundo dominado por la econom¨ªa desatada, las grandes empresas invierten millones en lograr eso que llaman una "designaci¨®n meton¨ªmica", es decir, que su producto sea tan famoso que llegue a incorporarse al Diccionario para definirlo. Pero hubo una peque?a editorial espa?ola que, sin campa?as de publicidad ni expertos en marketing, no solo consigui¨® crear una entrada en el Diccionario de la Real Academia, sino instalar en el habla popular todo un reguero de expresiones y, lo m¨¢s importante, quedar grabada a fuego en el imaginario de la cultura popular. El TBO, editado por el lit¨®grafo Arturo Su¨¢rez, no fue el primer tebeo, es cierto, y publicaciones de historieta anteriores como En Patufet, Domingu¨ªn o Charlot lo corroboran, pero la peque?a revista aparecida en 1917 consigui¨® tal popularidad que su nombre qued¨® indisolublemente unido al del c¨®mic en Espa?a.
No est¨¢ claro si el primer n¨²mero lleg¨® a los lectores el 11 o el 17 de marzo ¡ªla primera es una fecha dada por un completo estudio acad¨¦mico en los a?os noventa; la segunda, la versi¨®n oficial dada por la publicaci¨®n en sus celebraciones¡ª, pero es seguro que a lo largo de los pr¨®ximos d¨ªas, ese primer n¨²mero que costaba 5 c¨¦ntimos, cumplir¨¢ 100 a?os.
Dibujada casi en su totalidad por Donaz y Urda en sus inicios, la revista parec¨ªa destinada a desaparecer en pocos meses en el complicado y efervescente mundo editorial dedicado a la infancia de esos a?os, pero la aparici¨®n de Joaqu¨ªn Buigas, que la compr¨®, cambi¨® ese previsible futuro. Fue incorporando grandes dibujantes como M¨¦ndez ?lvarez, T¨ªnez, Opisso, Serra Massana, Nit o Cabrero Arnal, creando un p¨²blico fiel que fue poco a poco creciendo a un ritmo tal que, diez a?os despu¨¦s, ya se superaban los 100.000 ejemplares de tirada, dispar¨¢ndose en poco tiempo a la escalofriante cifra de 159.000. Un ¨¦xito sin precedentes que se apuntal¨® con la entrada en la revista de otros autores, como Benejam y Arturo Moreno, pero que se vio frenado en seco por la Guerra Civil.
El TBO volvi¨® en los a?os cuarenta, pero tuvo que cambiar continuamente su nombre (el misterio del origen de la cabecera fue resuelto hace poco, al saberse que el juego fon¨¦tico estuvo inspirado por una zarzuela de principios de siglo, de nombre T.B.O.), para poder ir salvando las limitaciones impuestas por la dictadura. Recuperar¨ªa su continuidad y t¨ªtulo en 1952, con un flamante n¨²mero 1 ¡ªpese a que la portada indicara bien claro que era el a?o XXXVI de la publicaci¨®n¡ª que abr¨ªa una nueva etapa que solo certificaba los cambios y autores que Buigas hab¨ªa ido incorporando en los dif¨ªciles a?os anteriores: Ayn¨¦, Coll, Blanco, Sabat¨¦s o Castanys se un¨ªan a los Benejam, T¨ªnez, Urda, Opisso y dem¨¢s para crear historia, nunca mejor dicho, del tebeo en Espa?a.
El TBO era por entonces la contraparte de la todopoderosa Editorial Bruguera, que con su abanico infinito de t¨ªtulos dominaba el mercado, pero no hab¨ªa podido doblegar la fuerza de una publicaci¨®n que no paraba de enraizarse en la cultura popular: desde frases como "m¨¢s visto que el TBO" o "parece un invento del TBO", a incluso tener su propia canci¨®n, la famosa Yo quiero un tebeo, que cant¨® por primera vez La Goyita en Teatro Circo Barcelon¨¦s, en 1930, y que luego volviera a popularizar Jaume Sisa.
Humor blanco y sencillo
Baluarte del humor m¨¢s blanco y sencillo, el TBO fue resistiendo los envites de una sociedad que reclamaba unos cambios que la revista, siempre conservadora en ese aspecto, fue incluyendo con cuentagotas. Pero Espa?a estaba cambiando demasiado r¨¢pido, y pese a retocar su nombre para presentarse como un moderno TBO 2000, fue languideciendo lentamente en los setenta del siglo pasado, sin que ni siquiera la atrevida locura de la secci¨®n El Habichuelo, de Tha, T.P.Bigart, Paco Mir y Sirvent, o la desesperada decisi¨®n de ofrecerla como encarte de la popular revista del coraz¨®n Lecturas consiguiera cambiar su camino descendente.
El TBO fue comprado en 1983 por su eterno rival, la Editorial Bruguera, parad¨®jicamente en uno de los peores momentos de la empresa, pocos a?os despu¨¦s vendida y refundada en Ediciones B, que intent¨® con poco ¨¦xito revitalizar un TBO que desaparec¨ªa finalmente en 1998 y, con ¨¦l, series tan recordadas como Josechu, el Vasco, Altamiro de la Cueva o Los inventos del TBO.
Ediciones B publica un exhaustivo trabajo sobre la historia de la revista
Cien a?os despu¨¦s, el legado del TBO est¨¢ por todas partes: desde esos tebeos que se han hecho adultos para ser novelas gr¨¢ficas y que hoy tratan la vida cotidiana, como en su d¨ªa lo hizo La familia Ulises, hasta los fanzines que exploran la forma y el estilo con el mismo atrevimiento y elegancia del gran Coll.
El Sal¨®n del C¨®mic de Barcelona prepara una gran exposici¨®n conmemorativa, pero para ir abriendo boca nada mejor que zambullirse en la enciclop¨¦dica 100 a?os de TBO (Ediciones B), un exhaustivo trabajo de uno de los grandes especialistas del tebeo de nuestro pa¨ªs, Antoni Guiral, que con la colaboraci¨®n de Llu¨ªs Giralt hace un profundo ¡ªy entretenid¨ªsimo¡ª repaso a la historia de la publicaci¨®n, sus series y autores, pero tambi¨¦n sus an¨¦cdotas y curiosidades. No ser¨¢ el ¨²nico estudio: la editorial Diminuta publica tambi¨¦n 100 a?os, el tebeo que dio nombre a los dem¨¢s, de Jordi Manzanares, y el portal digital Tebeosfera celebrar¨¢ el centenario con un amplio monogr¨¢fico.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.