El cine de economista
Que el mundo contempor¨¢neo solo puede explicarse a trav¨¦s de los flujos del dinero lo sospecha casi todo el mundo
Que el mundo contempor¨¢neo solo puede explicarse a trav¨¦s de los flujos del dinero lo sospecha casi todo el mundo. Y, sin embargo, el cine pocas veces se ha atrevido a reflejarlo. ?Por qu¨¦? Por un motivo claro: la sospechosa ininteligibilidad de la teor¨ªa para espectadores que, al fin y al cabo, han ido al cine a ver una pel¨ªcula y no un ensayo macroecon¨®mico sobre las claves de nuestras desdichas. Algo que, en muchos sentidos, reflejaba una pel¨ªcula relativamente reciente que dividi¨® a su p¨²blico: Syriana, de Stephen Gaghan, para muchos un tost¨®n incomprensible, para otros (entre ellos este cr¨ªtico), la mejor explicaci¨®n audiovisual de c¨®mo los desmanes econ¨®micos, pol¨ªticos, religiosos, morales y sociales del mundo de hoy est¨¢n conectados, una ambiciosa obra maestra con la que el director confirmaba su gusto por adentrarse en ciertos personajes al margen, desde la mentalidad de un economista.
GOLD, LA GRAN ESTAFA
Direcci¨®n: Stephen Gaghan.
Int¨¦rpretes: Matthew McConaughey, Edgar Ram¨ªrez, Bryce Dallas Howard, Toby Kebbell.
G¨¦nero: drama. EE UU, 2016.
Duraci¨®n: 121 minutos.
Gaghan ya lo hab¨ªa practicado en su guion para la tambi¨¦n excelente Traffic (Steven Soderbergh, 2000), y ahora repite con la fallida en algunos aspectos pero siempre interesant¨ªsima Gold, la gran estafa, esta vez con guion ajeno, pero con su inconfundible sello de inter¨¦s por las corrientes del dinero, eternamente de la mano de los r¨¦ditos de la pol¨ªtica. O c¨®mo la amistad de un ex presidente de EE UU con un dictador de un oscuro pa¨ªs, algo demasiado habitual, puede acabar cambiando el curso de una operaci¨®n de miles de millones de d¨®lares, y el destino de un antih¨¦roe so?ador y demente, simp¨¢tico y odioso, cr¨¢pula y desdichado, interpretado con su vehemencia habitual por Matthew McConaughey, aqu¨ª con unas decenas de kilos de m¨¢s, barriga cervecera, pelo pringoso y calvicie pat¨¦tica. O sea, un espect¨¢culo.
Inspirada en un hecho real, y ambientada en los a?os ochenta alrededor de una peque?a empresa minera, Gold parece una met¨¢fora de los picos gr¨¢ficos, al parecer habituales, de las firmas de prospecci¨®n de oro: o encuentras, o no encuentras. Pel¨ªcula de extremos, hacia arriba y hacia abajo, el trabajo de Gaghan carece esta vez de ese estilo envolvente, casi fantasmal, que ten¨ªa Syriana. Pero, a cambio, ofrece el eterno fuego de artificio de las pel¨ªculas sobre estafas. Esas que, a golpe de martillazo, por una vez, aplastan la cabeza del poder econ¨®mico.
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