Vivir ¡®tangamente¡¯
El Flaco Dany, leyenda viva del tango, explica la esencia del baile rioplatense en el Instituto Cervantes de Atenas
Al morir, hace ahora dos a?os, Horacio Ferrer, uno de los pilares del tango entendido como cultura del abrazo, dej¨® para la historia el concepto de morir tangamente. H¨¦ctor Daniel Garc¨ªa, el Flaco Dany (Buenos Aires, 1935), lleva 65 a?os bailando y dando clases de tango desde la idea de que se puede, y se debe, vivir tangamente. Cuando la Unesco declar¨® el baile tradicional del R¨ªo de la Plata como patrimonio inmaterial de la humanidad ¡ª¡°encarnaci¨®n y vector de la diversidad y el di¨¢logo cultural¡±¡ª tuvo especialmente en cuenta la aportaci¨®n de esa generaci¨®n que tiene en el Flaco su pen¨²ltima gloria.
Si el protagonista de Prison Break se tatuaba en el cuerpo los planos de la c¨¢rcel de la que deb¨ªa sacar a su hermano inocente, el Flaco Dany lleva grabados en su cara los surcos de una intensa militancia en la noche y el magisterio del tango. Con 81 a?os cumplidos y un f¨ªsico que esquiva por igual la quietud y cualquier gramo sobrante, el maestro de la milonga traspi¨¦s (disciplina en la que se le atribuye dominio absoluto) pasa al menos seis meses al a?o viajando y ense?ando en todo el mundo, especialmente en Canad¨¢, Alemania y Ruman¨ªa, donde tiene legiones de seguidores.
Fiel a la est¨¦tica y al argumentario del tanguero ortodoxo ¡ªla eterna cadencia de la seducci¨®n, los amores imposibles, la veneraci¨®n de la madre, los viejos caf¨¦s donde rondan los recuerdos de un pa¨ªs y de un amor¡ª, Dany Garc¨ªa es, sin embargo, un demoledor de mitos. En su deconstrucci¨®n del tango con fines pedag¨®gicos ha conseguido explicar c¨®mo han aprendido a convivir Gardel y Piazzola, los discos de pizarra y la tecnolog¨ªa. Admirador confeso de Julio Iglesias, en sus impecables trajes, entallados al mil¨ªmetro, solo hay espacio para los cigarrillos y un delgad¨ªsimo m¨®vil donde guarda 5.500 tangos cuyas letras parece recordar ¨ªntegra y asombrosamente.
Ingeniero naval de formaci¨®n, profesi¨®n que solo ejerci¨® un a?o, y gur¨² de grandes de la industria del espect¨¢culo, en 1992 prepar¨® con Martin Brest y Al Pacino la famosa secuencia de baile a ciegas en Esencia de mujer; quit¨¢ndose importancia dice que ¡°fue ref¨¢cil, en dos d¨ªas lo dejamos listo. Cuatro pasos, un formato sencillo. Y me pagaron 5.000 d¨®lares¡±. Esta semana se ha dejado entrevistar por medio centenar de periodistas y alumnos de espa?ol en la sede hist¨®rica del Instituto Cervantes de Atenas, un palacete neocl¨¢sico reci¨¦n recuperado en el coraz¨®n del barrio de Kolonaki, y ha dado un seminario donde explica a aficionados de toda edad y condici¨®n que antes de salir a bailar lo m¨¢s importante es el cabeceo. Luis Mestre, alma p¨¢ter del multiespacio cultural El galp¨®n, epicentro tanguero de Grecia, lo traduce como ¡°sistema de signos con el que se entabla la invitaci¨®n al baile¡±. Y el Flaco a?ade por en¨¦sima vez: ¡°Porque el tango es cosa de dos, no se les vaya a olvidar¡±.
El mundo del tango, repleto de lugares comunes y sentencias aterradoras (¡°bailar el tango es caminar con una mujer clavada en el pecho¡±), es tambi¨¦n el fermento de una sentimentalidad que se resiste a los modelos globalizados. Vecino hoy del elegante barrio de Belgrano pero implacable defensor del sur porte?o, Dany ha asistido a la mixtura de estilos entre las periferias obreras y el centro de Buenos Aires desde los a?os cincuenta. Y explica que con la desaparici¨®n de las fronteras territoriales se han redefinido elementos b¨¢sicos como el suburbio, la nostalgia o la derrota del h¨¦roe. ¡°A m¨ª me dio mucho el tango, pero me sac¨® mucho tambi¨¦n¡±, suspira.
A Marta Silvia Dios, historiadora y estudiosa del impacto de la cultura popular en la proyecci¨®n exterior de Am¨¦rica Latina, le parece esencial reivindicar a la generaci¨®n del Flaco Dany como emblema de un tango mestizo donde dialogan tradici¨®n y modernidad. Testigo de excepci¨®n de su evoluci¨®n durante la segunda mitad del siglo XX, Garc¨ªa cuenta ¡°c¨®mo se pas¨® de aquellas confiter¨ªas del centro de Buenos Aires, con un diminuto espacio que obligaba a pasos muy cortos, a las milongas donde se alarga el paso y fluye el tango caminado¡±. Dice el cl¨¢sico As¨ª se baila el tango: ¡°Aqu¨ª est¨¢ la elegancia. ?Qu¨¦ pinta! ?Qu¨¦ silueta! ?Qu¨¦ porte! ?Qu¨¦ arrogancia! ?Qu¨¦ clase pa¡¯bailar!¡±. En la pista se van encontrando las numerosas parejas de aficionados con el octogenario maestro y su anfitriona griega, Elena Gossi. Los corazones perversos de Adriana Varela abandonan el div¨¢n ¡ªentre los bailarines, el jefe de psiquiatr¨ªa de uno de los mayores hospitales de la ciudad¡ª y Dany certifica otro de sus mantras: ¡°El tango no tiene pasaporte¡±.
Bailes y preguntas se suceden entre la Acr¨®polis y el barrio del Bot¨¢nico ateniense. ?Hoy el tango sigue siendo melod¨ªa del pasado, acuarela pintoresca, como escribi¨® Enrique Cad¨ªcamo? Responde sin titubeos: ¡°El tango es la vida¡±. En el caso del Flaco Dany, sin la menor duda.
V¨ªctor Andresco, escritor y eslavista, es director del Instituto Cervantes de Atenas. Su ultima novela publicada es A buenas horas cartas de amor (Belacqva).
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