Redoble de bellas mentiras

En la ¨²ltima entrega de sus Histoire(s) du Cin¨¦ma (1989-99), la platea feliz y atestada que cerraba Y el mundo marcha (1928), de King Vidor, serv¨ªa a Jean-Luc Godard para lanzar una insidiosa pregunta sobre los usos del cine: ?por qu¨¦ un lenguaje expresivo tan capacitado para capturar (e interrogar) lo real hab¨ªa optado por privilegiar las mentiras escapistas y aliviadoras para b¨¢lsamo de las masas? Quiz¨¢ una de las muchas historias (posibles) del cine ser¨ªa precisamente esa: la cr¨®nica econ¨®mica de una industria consagrada a la manufactura de bellas mentiras. Y ah¨ª, sin duda, merecer¨ªan quiz¨¢ cap¨ªtulo aparte tanto el fen¨®meno que supuso, en su d¨ªa, la mexicana No se aceptan devoluciones (2013) como la filmograf¨ªa casi entera de un actor como Omar Sy.

Ma?ana empieza todo es, pues, algo as¨ª como la cuadratura del c¨ªrculo: un remake franc¨¦s de No se aceptan devoluciones protagonizado por Omar Sy. Es decir, el redoble de una bella mentira. Rizando el rizo, esta es una bella mentira en torno a la construcci¨®n y mantenimiento de otra bella mentira: la que un padre cuenta a su hija para mitificar la ausencia de la madre y camuflar otra verdad m¨¢s dolorosa. Est¨¢ tan programada para el ¨¦xito masivo que poca mella le har¨¢n las voces que se?alen su sistem¨¢tico recurso al t¨®pico, la arbitrariedad de su p¨¢tina de falsa espectacularidad, su consideraci¨®n del ternurismo y el buen rollo como meras mercanc¨ªas y los deshonestos y hasta imp¨²dicos golpes bajos sentimentales de su tramo final.