Las cuentas galanas de 1936
Manuel ?lvarez Tard¨ªo y Roberto Villa Garc¨ªa certifican el fraude electoral que permiti¨® la victoria del Frente Popular tras a?os de trabajo sobre las actas
Con gran fanfarria ha saludado la m¨¢s rancia derecha la supuesta demolici¨®n de un tab¨² que estar¨ªa oculto, como aseguran los autores de tan estupenda haza?a, ¡°por monta?as de sombras y mentiras¡±, a saber, que el Frente Popular gan¨® por mayor¨ªa absoluta las elecciones de febrero de 1936 solo gracias a un ¡°fraude decisivo¡±. Tras a?os de trabajo realmente ¨ªmprobo sobre las actas de las mesas electorales, ?lvarez Tard¨ªo y Villa se presentan como debeladores de un fraude cometido en un clima de violencia por el Frente Popular. Su supuesta victoria en las urnas habr¨ªa servido para otorgar legitimidad a un cambio de Gobierno sostenido exclusivamente en la decisi¨®n personal del jefe del Estado: tal es el nudo del argumento desarrollado en este libro.
De manipulaci¨®n de actas electorales en varios distritos se habl¨® desde los mismos d¨ªas del proceso electoral, y de fraude ya decidi¨® una comisi¨®n de eximios juristas del antiguo r¨¦gimen, montada por Ram¨®n Serrano Su?er en diciembre de 1938, en su dictamen sobre ¡°la ilegitimidad de los poderes actuantes el 18 de julio de 1936¡±. Y al fraude dedic¨® Javier Tusell un cap¨ªtulo de su estudio sobre estas elecciones, pionero en el g¨¦nero; o sea, que de tab¨² nada, sino m¨¢s bien lugar com¨²n; como tampoco era tab¨² el recuento y an¨¢lisis de actos de violencia pol¨ªtica y policial que acompa?¨® todo el proceso y continu¨® en las semanas siguientes, objeto de recientes y excelentes estudios de Rafael Cruz o Eduardo Gonz¨¢lez Calleja.
Todo en el libro es conocido salvo el car¨¢cter decisivo de la manipulaci¨®n de actas en media docena de distritos
Todo, pues, conocido y trabajado si se except¨²a el car¨¢cter decisivo ¡ª?en el sentido de inclinar la mayor¨ªa absoluta a una de las dos supuestas coaliciones en disputa¡ª de la manipulaci¨®n de actas que tuvo lugar en media docena de distritos electorales. Y es l¨¢stima que para demostrar d¨®nde y cu¨¢ndo se produjo esa decisiva influencia, ?lvarez Tard¨ªo y Villa no hayan sentido la necesidad de argumentar sobre cu¨¢l de las diversas candidaturas lideradas por la CEDA habr¨ªa dejado sentir sus efectos ese fraude hasta convertir a una de ellas en mayoritaria. L¨¢stima porque, tras su original indagaci¨®n en las actas, han optado por la m¨¢s enga?osa v¨ªa posible: agregar los resultados de todas las candidaturas en las que figuraba la CEDA como si se tratara de un frente o coalici¨®n, un bloque, una concentraci¨®n de partidos, t¨¦rminos reiterados una y otra vez para identificar la inexistente candidatura de lo que llaman coalici¨®n antirrevolucionaria.
No fue as¨ª y, especialistas como son en el estudio de elecciones, lo saben de sobra. Cierto, en la izquierda no qued¨® nadie, desde comunistas hasta republicanos de centro, sin integrarse en el Frente Popular. Pero los candidatos aqu¨ª identificados como constituyendo un bloque, un frente, una coalici¨®n o una concentraci¨®n antirrevolucionaria estaban muy lejos de haber alcanzado un acuerdo, ni firmado un programa o un manifiesto, que les permitiera presentarse como formando parte de una candidatura ¨²nica de la que habr¨ªa de salir un Gobierno. M¨¢s bien ocurri¨® lo contrario, y el mismo Gil Robles se encarg¨® de aclararlo cuando proclam¨® en el Monumental Cinema de Madrid que los compromisos de la CEDA con ¡°el partido o la fuerza que sea¡ no vivir¨¢n ni un d¨ªa m¨¢s all¨¢ del compromiso electoral¡±.
Al haber agregado datos electorales ¡ªal haber mezclado churras con merinas, por decirlo coloquialmente¡ª dando por existente un bloque de derechas enfrentado a un frente de izquierdas, distanciados solo por unos miles de votos, los autores argumentan que, al producirse tachaduras y correcciones de actas en media docena de distritos, la mayor¨ªa absoluta que deb¨ªa haber ido al bloque de derechas fue para el de izquierdas. Pero esto no pasa de ser una lucubraci¨®n que dice poco en favor de su pretendida neutralidad valorativa, porque no ya 300 diputados, como gritaban los j¨®venes cat¨®licos fascistizados, ni siquiera 200 habr¨ªa alcanzado ninguna de las coaliciones lideradas por la CEDA. A no ser, claro est¨¢, que se sumen centristas, radicales, conservadores, liberaldem¨®cratas, agrarios, alfonsinos, tradicionalistas y tutti quanti como formando parte de una sola candidatura con tal de que en ella hubiera adem¨¢s alguien de la CEDA: una forma muy galana de sacar cuentas.
Y as¨ª, con esa galanura, vuelven los autores a echar sobre Alcal¨¢ Zamora la culpa de haber ¡°legitimado a posteriori¡± el triunfo del Frente Popular al encargar antes de tiempo la formaci¨®n de Gobierno a Manuel Aza?a. Ah, si hubiera esperado a la reuni¨®n de Cortes¡ Por supuesto, con contrafactuales se puede argumentar cualquier cosa, pero ante la espantada de Portela y la fuga de Gil Robles, y a la vista de los resultados electorales firmes y hechos p¨²blicos por las respectivas juntas hasta la ma?ana del 19, Alcal¨¢ Zamora no ten¨ªa m¨¢s opci¨®n que llamar a su Aza?a bien odiado. Ante el cantado triunfo del Frente Popular y los rumores y amenazas, tambi¨¦n cantadas, de rebeli¨®n militar, a nadie encontr¨® dispuesto a hacerse cargo del Gobierno. ?Qu¨¦ pod¨ªa hacer sino implorar a Manuel Aza?a que le sacara las casta?as de un fuego que ¨¦l mismo hab¨ªa encendido y atizado?
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Autor:? Manuel ?lvarez Tard¨ªo y Roberto Villa.
Editorial: Espasa (2017).
Formato: versi¨®n e-book y tapa blanda (623 p¨¢ginas).
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