El traductor que convirti¨® Sefarad en Espa?a
La traslaci¨®n al arameo de la palabra, que aparece una sola vez en la Biblia, dio origen a la confusi¨®n
?Qui¨¦n no conoce el nombre de Espa?a en hebreo: Sefarad? Remite a un pasado multicultural que cada vez genera mayor inter¨¦s, como prueban las visitas a la Red de Juder¨ªas y la pr¨®xima apertura de un museo jud¨ªo en Cu¨¦llar (Segovia), posiblemente el pr¨®ximo mes, y de otro en Lucena (C¨®rdoba) antes de 2018. Hoy, la palabra da nombre a millones de jud¨ªos, los sefard¨ªes, descendientes de los expulsados en 1492 y que estos d¨ªas optan a la nacionalidad espa?ola.
Lo m¨¢s probable, sin embargo, es que originalmente Sefarad no fuese Espa?a. Es decir, que la identificaci¨®n entre ambas palabras provenga de un simple error, licencia o reinterpretaci¨®n en una prestigiosa traducci¨®n b¨ªblica efectuada hace dos milenios, seg¨²n coinciden la mayor¨ªa de investigadores sobre el tema. Con el paso de los siglos, el cambio ha acabado convertido en una realidad sin vuelta atr¨¢s.
Sefarad es lo que los ling¨¹istas llaman un h¨¢pax leg¨®menon, una palabra que solo aparece una vez en una lengua, autor o texto. En este caso, en la Biblia. Lo hace en Abd¨ªas, una profec¨ªa sobre un castigo divino que conforma el libro m¨¢s breve del Antiguo Testamento. Est¨¢ escrito en hebreo en torno al siglo VI antes de Cristo y contiene la frase: "La multitud de los deportados de Israel ocupar¨¢ Cana¨¢n hasta Sarepta y los deportados de Jerusal¨¦n que est¨¢n en Sefarad ocupar¨¢n las ciudades del Neguev". La ¨²nica pista, pues, es que un grupo de jud¨ªos hab¨ªa sido expulsado en el per¨ªodo neobabil¨®nico a un lugar llamado Sefarad, cuya ubicaci¨®n no especifica. "Era una pr¨¢ctica habitual en los reinos orientales tras una victoria militar: deportar, no a toda la poblaci¨®n, pero s¨ª a las ¨¦lites", recuerda Jos¨¦ Ram¨®n Ayaso, profesor de Historia de Israel y del Pueblo Jud¨ªo en la Universidad de Granada.
Siglos despu¨¦s, en el I de nuestra era y por motivos sobre los que los investigadores no se ponen de acuerdo, la palabra Sefarad (????, en hebreo) fue traducida como Aspamia -uno de los nombres que los jud¨ªos daban entonces a la pen¨ªnsula Ib¨¦rica- en el Targum Jonathan, la traducci¨®n al arameo de una parte del Antiguo Testamento.
Ah¨ª empez¨® todo. "El Targum Jonathan era como el texto can¨®nico y lo utilizaba la di¨¢spora jud¨ªa", se?ala Ricardo Mu?oz Solla, profesor de hebraismo hisp¨¢nico en la Universidad de Salamanca. El uso entre los jud¨ªos de la palabra Sefarad para definir a la pen¨ªnsula Ib¨¦rica comenz¨® a aparecer en escritos de la famosa edad de oro del juda¨ªsmo andalus¨ª, en la Edad Media. Cuando estaba en el extranjero, el fil¨®sofo cordob¨¦s Maim¨®nides firmaba sus cartas con la coletilla "el sefard¨ª". No obstante, el "uso masivo" del t¨¦rmino "como elemento identitario" no se produjo hasta la expulsi¨®n de los jud¨ªos en el siglo XV, explica la novelista y especialista en estudios sefard¨ªes del CSIC Paloma D¨ªaz-Mas. "Sefarad es un t¨¦rmino polis¨¦mico que va evolucionando con el tiempo, adapt¨¢ndose a realidades pol¨ªticas y geogr¨¢ficas cambiantes. Seg¨²n el momento, se ha empleado como equivalente hebraico de Al Andalus (e Hispania) o bien de toda la pen¨ªnsula y, m¨¢s modernamente, de Espa?a", precisa Javier Casta?o, investigador de historia jud¨ªa en el CSIC y director de la revista Sefarad entre 2006 y 2015.
El lugar m¨¢s lejano de Jerusal¨¦n
?Qu¨¦ llev¨® al traductor a identificar Sefarad con Espa?a??D¨ªaz-Mas cree que no se trata de un error, sino de una adaptaci¨®n voluntaria como las que experimentaron otros t¨¦rminos de la Biblia. "Usa la palabra para reflejar?el extremo del mundo conocido, el lugar m¨¢s lejano de Jerusal¨¦n. Y eso era entonces la pen¨ªnsula Ib¨¦rica", se?ala.?Una idea en la que abunda Ayaso: "Es absolutamente imposible que Sefarad fuese Espa?a porque en el siglo VI antes de Cristo los imperios de la zona no deportaban m¨¢s lejos del Mediterr¨¢neo Oriental o de Pr¨®ximo Oriente. Lo que pasa es que, cuando ya existe el Imperio Romano, el traductor piensa: ?d¨®nde ser¨ªa lo m¨¢s lejos para mandar a un deportado? Pues lo que se cre¨ªa en aquella ¨¦poca: la pen¨ªnsula Ib¨¦rica".
En 2014, Mariona Vernet, investigadora Ram¨®n y Cajal de la Universidad de Barcelona, public¨® un art¨ªculo acad¨¦mico en el Journal of Semitic Studies de la Universidad de Oxford en el que sugiere que el traductor asoci¨® la palabra Sefarad con las Hesp¨¦rides, las ninfas de la mitolog¨ªa griega que habitaban un jard¨ªn en alg¨²n lugar al oeste y que el ge¨®grafo Estrab¨®n ubic¨® en Tartesos, en el sur de la pen¨ªnsula Ib¨¦rica. Aunque el t¨¦rmino Hesp¨¦rides no aparece en la literatura en hebreo de la ¨¦poca, s¨ª lo hace en textos en griego de autores jud¨ªos, por lo que no es raro pensar que conociese la palabra Hesp¨¦rides y le viniese a la cabeza al traducir Sefarad al arameo. "Las dos palabras tienen las mismas consonantes. Al traductor, con su bagaje de ¨¦poca alejandrina, la palabra debi¨® de remitirle rapidamente, no tanto al concepto mitol¨®gico de las ninfas, como a la idea del extremo m¨¢s occidental", explica hoy Vernet por tel¨¦fono.
Entonces, ?d¨®nde estaba en realidad la Sefarad b¨ªblica? Hay basicamente cuatro hip¨®tesis, pero la que genera mayor consenso acad¨¦mico es que se trataba de Sardis, una desaparecida ciudad en la actual Turqu¨ªa. Sardis era la capital de Lidia, un imperio que existi¨® en Asia Menor en el primer milenio antes de Cristo. En unas excavaciones all¨ª se encontr¨® una inscripci¨®n con el nombre de la ciudad en arameo: s-p-r-d, las mismas cuatro consonantes que en el texto b¨ªblico en hebreo. En las lenguas sem¨ªticas, como el hebreo o el arameo, no se suelen escribir las vocales. Adem¨¢s, se han encontrado all¨ª restos de una gran sinagoga del siglo II, lo que podr¨ªa indicar la llegada de jud¨ªos a la zona siglos antes. Otras hip¨®tesis sit¨²an Sefarad en lo que hoy es Libia o en el extinto imperio asi¨¢tico de Media.
Pero a lo mejor Sefarad s¨ª que era Espa?a. Lo defendi¨® hace medio siglo el investigador estadounidense David Neiman en un art¨ªculo en el Journal of Near Eastern Studies. Su tesis era que los tirrenos, uno de los denominados "pueblos del mar", lograron llegar a la pen¨ªnsula Ib¨¦rica gracias al control que ejerc¨ªan sobre el oeste del Mediterr¨¢neo desde sus bases en Italia, Cerde?a y C¨®rcega. All¨ª, cerca de la actual Tarragona, establecieron un lugar mencionado por Estrab¨®n como "Tierra de Esparta". Esparta, argumenta?Neiman, bien podr¨ªa ser una evoluci¨®n de Sfarda. "Los jud¨ªos que se instalaron en Espa?a en tiempos del Imperio Romano estaban familiarizados con el pa¨ªs, especialmente con sus puertos (...) Por alguna raz¨®n a¨²n desconocida, emplearon el nombre de una localidad en particular para designar a todo el pa¨ªs. No es un proceso excepcional: Asia recibe su nombre de una peque?a regi¨®n de Anatolia y Grecia el suyo del asentamiento de Magna Graecia en Italia", defend¨ªa el investigador.
Pese a que no hay pruebas de presencia jud¨ªa en la pen¨ªnsula Ib¨¦rica hasta ¨¦poca romana, la idea de que la Sefarad mencionada en el Antiguo Testamento se correspond¨ªa con Espa?a fue promovida por los propios jud¨ªos de la zona. Primero, como signo de distinci¨®n y para independizarse de Babilonia, otro gran centro de pensamiento hebreo de la ¨¦poca. "Insist¨ªan en la idea de que proced¨ªan de Jerusal¨¦n, de la casa del rey David, y por tanto de estratos m¨¢s altos, con una mayor cultura", explica Ayaso. Luego, en los tiempos de persecuci¨®n previos a la expulsi¨®n, para tratar de salvar la vida. El argumento era que, dado que sus descendientes ya resid¨ªan en la pen¨ªnsula Ib¨¦rica antes del nacimiento de Jes¨²s, no pod¨ªan ser culpados de que ¨¦ste fuese condenado a morir en la cruz, acusaci¨®n colectiva que persigui¨® a los jud¨ªos hasta el Concilio Vaticano II (1962-1965), recuerda Mu?oz Solla.
Babelia
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.