Un laberinto c¨®smico tejido por 7.000 ara?as
El artista argentino Tom¨¢s Saraceno expone en Buenos Aires 'C¨®mo atrapar el universo en una telara?a'
En absoluto secreto, 7.000 ara?as vivieron durante seis meses en una de las salas del Museo de Arte Moderno de Buenos Aires. Mientras los visitantes contemplaban las exposiciones de Antonio Berni y de Pablo Picasso, encima de ellos tej¨ªa su hogar la populosa colonia de Parawixia bistriata tra¨ªda del norte de Argentina por el equipo del artista Tom¨¢s Saraceno y expertos del Museo Argentino de Ciencias Naturales. Con las ara?as de vuelta a su h¨¢bitat natural, es posible a partir de hoy asomarse al fr¨¢gil laberinto que construyeron en blanco sobre negro. Su trabajo forma parte de la exposici¨®n C¨®mo atrapar el universo en una telara?a, la primera muestra individual de Saraceno en su pa¨ªs natal, comisariada por Victoria Noorthoorn.
Al caminar hacia esa red de cuatro metros de altura es dif¨ªcil no sentirse un insecto a punto de ser atrapado. Descartada esa pesadilla inicial y a medida que los ojos se acostumbran al cambio de escala, la red se vuelve hipn¨®tica por sus 1.001 detalles: hay telara?as con dise?os orbitales circulares y otras con formas alargadas, esquinas pobladas con decenas de peque?as redes y lugares de la sala cruzados s¨®lo por filamentos de seda solitarios. Al acercarse a¨²n m¨¢s, pueden apreciarse diminutas motas de polvo enganchadas en los hilos, algunos ¨¢caros habr¨¢n corrido la misma suerte.
"Me acuerdo cuando era chiquito que viv¨ªamos en casas muy viejas y en los altillos pod¨ªa ver esas construcciones de telara?as. Las miraba con mucha curiosidad y lo sigo haciendo ahora", dice a EL PA?S Saraceno (San Miguel de Tucum¨¢n, 1973), quien pas¨® su infancia entre Italia -donde se exiliaron sus padres durante la dictadura- y Argentina. Licenciado en arquitectura por la Universidad de Buenos Aires, ahora vive en Berl¨ªn. Despu¨¦s de m¨¢s de una d¨¦cada de investigaci¨®n, tiene en su estudio la mayor colecci¨®n de telara?as del mundo. "Mucha gente se ha obsesionado con los animales, pero no con las telara?as", afirma. Colabora con museos naturales y cient¨ªficos interesados en la arquitectura del universo, que se presume como una gran telara?a c¨®smica, con filamentos de materia que unen entre s¨ª a las galaxias.
"Las ara?as, en su mayor¨ªa, son ciegas. Y la densidad del aire para ellas es como la densidad del agua para nosotros, as¨ª que su esfuerzo para moverse por la tela es similar al nuestro debajo del mar. Viven en un sistema perceptivo-sensorial completamente distinto al nuestro", dice con entusiasmo. Las Parawixia bistriata desplegaron sus hilos de seda a partir de la direcci¨®n en la que soplaba la corriente. En una sala negra con luz y temperatura controlada, las ara?as dorm¨ªan de d¨ªa y se despertaban al anochecer para tejer y alimentarse con los grillos vivos que les proporcionaba el museo. "Existe una diversidad de cosmovisiones que est¨¢n construidas alrededor de los sentidos que cada animal tiene. Me gusta pensarlo como un concierto: una forma de construir algo juntos que va m¨¢s all¨¢ de lo humano", agrega.
El concierto so?ado por Saraceno se materializa en la segunda sala de la muestra con la instalaci¨®n Orquesta aracnoc¨®smica. Una Nephila suspendida de un hilo teje su telara?a frente al p¨²blico. Un haz de luz torna visible el polvo en el interior de la sala oscura. Mediante algoritmos, el movimiento de las part¨ªculas en suspensi¨®n y las vibraciones provocadas por la ara?a en la tela se transforman en sonidos y notas musicales reproducidas por 32 altavoces. El p¨²blico, el artr¨®podo y el polvo forman parte de un ¨²nico ensamble r¨ªtmico.
"Siempre tratamos de quitar el polvo de los muebles y de barrer las telara?as. La muestra es una forma de iluminarlos y de presentarlos de una manera distinta", afirma el artista. Las part¨ªculas presentes en la sala bailan proyectadas sobre una pantalla y Saraceno asegura que entre ellas hay tambi¨¦n algunas procedentes de otras galaxias, parte de esa lluvia imperceptible de polvo c¨®smico -tan antiguo como el universo- que cada d¨ªa atraviesa la atm¨®sfera y cae en la Tierra. Es posible entonces tumbarse a oscuras en los almohadones repartidos por el suelo y fijar la vista en la pantalla para transformar esos puntos diminutos en estrellas lejanas que se mueven a c¨¢mara r¨¢pida, estremecerse cuando colisionan unas contra otras y pedir un deseo si tenemos la suerte de que alguna, fugaz, cae frente a nosotros.
Versi¨®n libre del mito de Pen¨¦lope
Las ara?as habitan la Tierra desde hace 140 millones de a?os. De las 41.000 especies conocidas, solo unas 25 viven, tejen y cazan en comunidad. Entre este excepcional grupo est¨¢n las Parawixia bistriata tra¨ªdas por Saraceno -uno de los artistas argentinos de mayor proyecci¨®n internacional- para dar forma a su proyecto. Viven en Argentina, Brasil y Paraguay formando grandes colonias durante su infancia y juventud. Al madurar, los ejemplares se alejan del grupo para reproducirse.
Durante su estancia en el Moderno, el ciclo vital de los artr¨®podos sufri¨® varios cambios, entre ellos uno cr¨ªtico para el work in progress: como en una versi¨®n libre del mito de Pen¨¦lope, las ara?as comenzaron a comerse de d¨ªa lo que hab¨ªan tejido por la noche. Afortunadamente, abandonaron esa conducta en pocas semanas.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.