Entre la obra maestra de Vel¨¢zquez y el palo del selfi
El turismo masivo y el vandalismo obligan a museos y zonas culturales a reorganizar sus visitas sin limitar la rentabilidad
Los museos quieren visitantes pero reciben turistas, un concepto que no siempre casa bien con la quietud de las salas y sus delicadas colecciones. ¡°Estos espacios antes eran lugares para conocer el arte, ahora se busca el selfi para decir: yo he estado ah¨ª¡±, lamenta Jo?o Fernandes, subdirector del Museo Reina Sof¨ªa. El riesgo se parapeta en la masificaci¨®n. Los diez museos de arte m¨¢s concurridos del mundo recibieron el a?o pasado 55,6 millones de personas. El Louvre (7.400.000) y el Metropolitan (7.006.859) marcan el paso. El Bosco atrajo a casi 600.000 personas al Prado el a?o pasado. Otro asunto es la calidad de la visita. ¡°Tengo mis dudas de que alguien pudiera disfrutar con aquello¡±, reconoc¨ªa Miguel Falomir, nuevo director del museo, en una entrevista a EL PA?S. Una desconfianza que se extiende.
Italia prepara una ley para evitar la masificaci¨®n en sus principales centros art¨ªsticos porque cierto turismo es una fuerza destructora. Un mural de 550 metros del sudafricano William Kentridge pintado sobre los muros que contienen al r¨ªo T¨ªber amanec¨ªa a principios de mes anegado de grafitis; en enero alguien pintarraje¨® con espray una de las columnas del Coliseo y antes dos turistas californianas ¡ªde 21 y 25 a?os¡ª fueron detenidas por inscribir con una moneda sus iniciales en los muros del anfiteatro. En 2015 cinco personas terminaron en comisaria por da?ar el patrimonio.
Derrumbes en Pompeya
El problema se concentra en Pompeya, que recibe 2,5 millones de visitas al a?o y ha padecido expolios y derrumbes. ?Habr¨ªa que limitar la entrada? Mary Beard, Premio Princesa de Asturias de Ciencias Sociales 2016 y autoridad mundial en la historia de Roma, se opone a los n¨²merus clausus. ¡°Restringir las visitas es elitismo. La gente normal quedar¨ªa excluida y solo los ricos y los famosos (junto a algunos acad¨¦micos) podr¨ªan visitar la ciudad¡±. La profesora de Cl¨¢sicas de la Universidad de Cambridge propone cambiar los abarrotados destinos del Coliseo y Pompeya por Ostia o la ¡°espectacular¡± villa de Boscotrecase (N¨¢poles). Sacar al turismo de los lugares comunes. ¡°Debemos cuidar lo mejor posible los enclaves arqueol¨®gicos, pero si ocasionalmente se desprende un poco de yeso o un muro no es un desastre. Hay que recordar que fue una ciudad mal construida, arrasada por un volc¨¢n y bombardeada en la Segunda Guerra Mundial. Es inestable¡±, admite la latinista.
El a?o pasado, un turista brasile?o desmembr¨® en el Museo Nacional de Arte Antiguo de Lisboa un San Miguel de madera del XVIII mientras se hac¨ªa un selfi. ¡°Es necesario desarrollar una pedagog¨ªa del comportamiento en los espacios que son patrimonio¡±, reflexiona Ant¨®nio Filipe Pimentel, responsable de la instituci¨®n. ¡°Porque la presi¨®n del p¨²blico aumenta los riesgos y la tendencia de este fen¨®meno es a empeorar¡±.
Todo el arte rupestre aborigen australiano podr¨ªa desaparecer en 2060 ¡ªdenuncia la campa?a Protect Australia¡¯s Spirit¡ª v¨ªctima del vandalismo y la construcci¨®n. Y no se trata solo del vandalismo. ¡°Nos preocupa la calidad de la visita¡±, describe Marina Chinchilla, directora adjunta de Administraci¨®n del Prado. Por eso establecen cupos y franjas horarias. Pero tambi¨¦n les preocupa el n¨²mero de visitas, y los museos se arriesgan y compiten por esa contabilidad del arte. ¡°No se puede afirmar que el turismo deteriore las colecciones. Otra cosa es que un p¨²blico masivo afecte a la calidad de la experiencia, critica Jos¨¦ Luis D¨ªez, director del Museo de las Colecciones Reales.
Hay que tener cuidado y ¡°analizar para qu¨¦ sirven esas muestras y esas visitas¡±, matiza Carmen Espinosa, conservadora jefe del Museo L¨¢zaro Galdiano (Madrid). Porque la fragilidad resulta evidente. Fue un error creer que la tecnolog¨ªa y su avalancha de aplicaciones que transforman las obras en una experiencia virtual podr¨ªan aliviar la presi¨®n. Vicente Todol¨ª, exdirector de la Tate Modern, advierte: ¡°La visita digital nunca es la visita, la presencia f¨ªsica resulta insustituible¡±.
El destrozo grabado con el tel¨¦fono m¨®vil
Dos ni?os rompieron en mayo de 2016 una escultura de vidrio (27 meses de trabajo de la artista Shelly Xue) en el Museo de Cristal de Shangh¨¢i. El v¨ªdeo que muestra a sus dos cuidadoras filmando la escena supera el mill¨®n de visitas en YouTube. En marzo pasado, un brit¨¢nico rasp¨® la pintura The Morning Walk de Thomas Gainsborough en la National Gallery. "A veces utilizamos medidas escalables de seguridad, incluido el registro de bolsos", comenta un portavoz de la galer¨ªa. Pero nadie quiere visitar un museo como si pasara el control de un aeropuerto.
Babelia
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