Una m¨¢s, una menos

En una posible divisi¨®n del mundo, a un lado de la l¨ªnea estar¨ªan los que a¨²n recuerdan de qu¨¦ iban cada una de las siete entregas anteriores de la saga Fast & Furious, e incluso ser¨ªan capaces de establecer teor¨ªas con paralelismos entre ellas, mientras el otro frente lo habitar¨ªan los que ya se ven incapaces de distinguir unas de otras, qui¨¦n dirig¨ªa cu¨¢l, en qu¨¦ momento muri¨® Paul Walker, y con qui¨¦n estaba liado cada uno de los personajes.

Y lo bueno de ello es que da exactamente igual hallarse a un lado u otro. Porque a nadie le importa. La serie m¨¢s sorprendente, por su ¨¦xito, de la ¨²ltima d¨¦cada y media supo encontrar un hueco, cuando estaba cerca de la agon¨ªa, al vislumbrar que el evidente giro hacia la complejidad narrativa y de personajes de la saga James Bond, sobre todo tras la llegada de Sam Mendes a la direcci¨®n y Daniel Craig a la interpretaci¨®n, dejaba un vac¨ªo entre los que s¨®lo quer¨ªan espionaje de persecuciones, explosiones y luchas espectaculares, y un relato basado en la pompa aislada de cada una de las piezas secuenciales, sin tener la necesidad de utilizar en la butaca una sola neurona. Y lo hall¨®.

Incluso hay que otorgarle el m¨¦rito de saber reclutar, no solo por dinero, a estrellas del calibre de Helen Mirren y Charlize Theron, esta varios cuerpos por encima de los dem¨¢s en su juego interpretativo de bruja de cuento aplicado a la gasolina del espect¨¢culo y a las org¨ªas de destrucci¨®n. Eso s¨ª, tras el fuelle otorgado por Justin Lin (entre la tercera y la sexta pel¨ªculas), suficiente para mantenerla, y el efervescente poder¨ªo de James Wan, en la s¨¦ptima, que dej¨® a m¨¢s de uno boquiabierto, en ¨¦sta, con el otrora prometedor, pero irregular, F. Gary Gray (Negociador) al mando, parecen estar m¨¢s c¨®modos en la invenci¨®n ins¨®lita y de calibre corto (la primera carrera, en La Habana), que en unas atracciones clim¨¢ticas de supuesto lujo sin demasiada sorpresa.