El cuento para ni?os que Jorge Luis Borges nunca escribi¨®
El argentino lo cont¨® en 1981 a un grupo de alumnos que lo visit¨® en su casa
Jorge Luis Borges ide¨® un cuento para ni?os. Nunca lo escribi¨®, pero la historia sobrevivi¨® al olvido, una palabra tan borgeana, gracias al recuerdo de uno de los ni?os que hace 36 a?os lo escucharon con atenci¨®n infantil en el piso del escritor en el centro de Buenos Aires. Ese ni?o es hoy un adulto que se llama Mat¨ªas Alinovi. Estudi¨® f¨ªsica, pero tambi¨¦n es escritor. Por eso ha sido la pluma detr¨¢s del libro El secreto de Borges, que Peque?o Editor presentar¨¢ a fines de abril durante la Feria del Libro de Buenos Aires. Ante una bandeja de ¡°caramelos importados¡±, Alinovi y sus compa?eros del 4¡ã grado de la escuela religiosa San Mar¨®n escucharon el secreto de la longevidad de Borges, una historia que improvis¨® en el momento para un auditorio poco com¨²n a su rutina de estrella de las letras argentinas. El libro de Alinovi recupera aquel relato oral desde la mirada de un ni?o de 9 a?os, pero es mucho m¨¢s que eso.
Lo primero que Borges revel¨® a los ni?os fue que antes de su llegada tuvo dos miedos. ¡°El primero era que vini¨¦ramos, porque no sab¨ªa de qu¨¦ iba a hablar con chicos de 4¡ã grado. Pero el segundo miedo, que era m¨¢s fuerte que el primero, era que no vini¨¦ramos. No se entend¨ªa bien lo que dec¨ªa¡±, escribe Alinovi. A partir de all¨ª comenz¨® el hechizo.
¡°Les voy a contar c¨®mo pude vivir tantos a?os¡±, les dijo Borges a los chicos que lo escuchaban sentados en el suelo en semic¨ªrculo, mientras ¡°miraba para arriba pero no ve¨ªa, y la cortina que ten¨ªa detr¨¢s del sill¨®n verde era muy blanca y muy linda por la luz del sol¡±. Y el escritor les revel¨® el secreto de las tortugas que viv¨ªan en el pozo de donde sacaba el agua que beb¨ªa en su casa de la infancia, en Palermo. ¡°Dijo que ¨¦l, un d¨ªa, se hab¨ªa puesto a pensar, y se hab¨ªa dado cuenta de una cosa: el agua que ¨¦l hab¨ªa tomado cuando era chico no era agua, sino agua de tortuga. Y como las tortugas viv¨ªan tanto, ¨¦l hab¨ªa vivido tanto¡±, escribe Alinovi en el libro, ilustrado en tonos negros y verdes por Diego Alterleib. El texto es simple y recupera el detr¨¢s de escena de aquel encuentro, con detalles tan ricos como la historia misma.
Porque el derrotero que lleva a los ni?os al piso de Borges merece un libro en s¨ª mismo, y as¨ª lo entendi¨® Alinovi, que cuenta la an¨¦cdota que guard¨® en su memoria durante casi cuatro d¨¦cadas como un cuento para ni?os. ¡°Yo me acuerdo bien ese d¨ªa, pero no s¨¦ si me acuerdo porque me acuerdo o porque revisit¨¦ muchas veces la escena¡±, cuenta Alinovi a EL PA?S. ¡°Estaba con mi amigo Jos¨¦ Manuel a la salida de colegio, un d¨ªa a la tarde, y me acuerdo bien el momento en que me dijo ¡®hoy voy a la plaza, pero voy con Borges¡¯. La sensaci¨®n que me interesaba transmitir fue que ese Borges, el Borges que yo escucho de Jos¨¦ Manuel, fue un dato completamente neutro. Lo digo con t¨¦rminos de [Ernesto] Laclau, fue un significante vac¨ªo. Ah¨ª oper¨® una cosa muy linda, porque fue un significante vac¨ªo en el que yo puse algo, y lo que yo puse en ese significante fue la cara de Jos¨¦ Manuel, que me dec¨ªa ¡®que embole, no va a estar tan bueno ir a la plaza¡±, dice. A partir de all¨ª los ni?os juegan con la historia de ese Borges ¡°sin significado¡± y la presi¨®n de los adultos, conscientes de que estaban ante algo que merec¨ªa atenci¨®n.
?Qu¨¦ carga el significante vac¨ªo de Alinovi ni?o? ¡°El primer paso fue mi madre. Cuando le cuento que Jos¨¦ Manuel va con Borges a la plaza me dice, y recuerdo el tono maternal que us¨®, ¡®no Mat¨ªas, mir¨¢, Borges es un escritor muy famoso. Jos¨¦ Manuel habr¨¢ escuchado el nombre por ah¨ª y te dijo eso¡¯. Pero Jos¨¦ Manuel no ment¨ªa. El ni?o era nieto de Fanny, el ama de llaves de Borges durante m¨¢s de 40 a?os, y en esa ¨¦poca viv¨ªa en la casa de Borges. En su calidad de inquilino ten¨ªa algunas obligaciones, como acompa?ar a Borges a la plaza si su abuela se lo ped¨ªa.
El paso siguiente fue en la escuela. ¡°La segunda cosa que me sorprendi¨® como chico es la atenci¨®n sobre Jos¨¦ Manuel, que era un ni?o desestimado por la maestra, una monja. Al d¨ªa siguiente ella se ocup¨® particularmente de ¨¦l dici¨¦ndole ¡®?pero c¨®mo puede ser esto, ni?o¡¯. Jos¨¦ Manuel le contest¨® ¡®es que vivo con Borges¡¯, y eso fue un cambio impresionante respecto a c¨®mo la maestra lo trat¨®. Recuerdo que le dijo ¡®bueno, ni?o, ?usted le podr¨ªa preguntar si los chicos de 4¡ã grado podemos ir a la casa?¡¯. Al d¨ªa siguiente Jos¨¦ Manuel trajo un mensaje: ¡®Dijo que s¨ª¡±.
Hubo que organizar entonces la visita, sobre todo porque deb¨ªa estar bajo el control de la escuela. La maestra pidi¨® a los ni?os que elaborasen las preguntas que quisiesen, pero pronto tuvo que ¡°disciplinarlas¡±. ¡°Maximiliano le quer¨ªa preguntar cu¨¢ntas veces gan¨® el premio Nobel. Y Liliana, otra compa?era, le quer¨ªa preguntar cu¨¢ntas veces se cas¨®. Las preguntas eran geniales. Chicos que no saben nada apuntaron y acertaron dos tiros al eje de flotaci¨®n de Borges: el Nobel y las mujeres¡±, dice Alinovi.
Borges muri¨® en 1986, cinco a?os despu¨¦s de aquel encuentro con los alumnos de la escuela de su barrio. Alinovi no volvi¨® a verlo, pero guard¨® el registro del cuento que escuch¨® en el piso de la calle Maip¨² gracias a un peque?o grabador que su madre le dio para la ocasi¨®n. El audio original se perdi¨® bajo alguna grabaci¨®n descuidada, pero permiti¨® a Alinovi rememorar varias veces la charla con Borges. Durante a?os, la historia dio vueltas en la cabeza del autor, hasta que encontr¨® la forma m¨¢s adecuada para contarla. ¡°Lo ¨²nico que justifica esa an¨¦cdota es recuperar esa capacidad extraordinaria que tuvo Borges para improvisar un cuento frente a chicos de 4¡ã grado. Porque lo improvis¨®. Tengo la sensaci¨®n de que se le vino la tarde encima, Fanny le debe haber dicho ¡®recuerde que hoy vienen los chicos¡¯, lo sentaron e invent¨® un cuento¡±, explica. El ¨²nico cuento para ni?os del autor de Ficciones no est¨¢ en papel pero sobrevivi¨® en la memoria, donde venci¨® al olvido. Una batalla digna de Borges.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.