El d¨ªa en que un ministro de Franco plante¨® matar a Serrano Su?er
Una carta secreta del embajador brit¨¢nico hallada en un archivo brit¨¢nico revela la voluntad del titular de Comercio, Demetrio Carceller, de ¡°liquidar¡± en 1941 al cu?ado del dictador
El Madrid de principios de los a?os cuarenta era un sitio peligroso. Tambi¨¦n para los vencedores de la Guerra Civil, que se mov¨ªan dentro de una complej¨ªsima madeja de intereses cruzados en la que nadie pod¨ªa estar del todo seguro de qu¨¦ pie cojeaba el vecino. Hab¨ªa generales sobornados por los brit¨¢nicos para asegurar la neutralidad espa?ola en la Segunda Guerra Mundial, pactos secretos con la Alemania nazi, complots falangistas o mon¨¢rquicos para ganar poder e, incluso, para quitar de en medio al dictador... El pulso soterrado entre unos y otros emerg¨ªa, de cuando en cuando, con picos de tensi¨®n que amenazaban con hacer saltar todo por los aires. Uno de ellos se vivi¨® en el verano de 1941, tras la entrada de Rusia en la guerra, cuando la presi¨®n alemana para que Espa?a hiciera lo mismo del lado del Eje ten¨ªa a su mejor aliado, al menos aparentemente, en el ministro de Exteriores y cu?ado del dictador, Ram¨®n Serrano Su?er.
Aquel 9 de julio, el embajador brit¨¢nico en Madrid, Samuel Hoare, envi¨® una carta al secretario de Estado de Asuntos Exteriores, Anthony Eden, para explicarle que no pod¨ªa ausentarse de Espa?a porque aquello era una olla a presi¨®n. Y le pon¨ªa como ejemplo una ¡°sorprendente conversaci¨®n¡± que acababa de tener David Eccles, agregado econ¨®mico brit¨¢nico en Lisboa de paso por Madrid, con el ministro espa?ol de Industria y Comercio, Demetrio Carceller, y el principal asesor de este. ¡°Los dos declararon que Su?er es tan insoportable que debe ser liquidado, y con esa horrible expresi¨®n obviamente quieren decir asesinado¡±. A?ad¨ªa que Carceller, sin embargo, ve¨ªa dos objeciones: ¡°La primera, el efecto sobre las tropas alemanas en la frontera [con Francia, permanente amenaza de una invasi¨®n nazi de la pen¨ªnsula] y la segunda, el resentimiento que provocar¨ªa un asesinato en la familia de Franco¡±. En todo caso, a?ade Hoare en la carta, ¡°esta es en s¨ª misma una sorprendente declaraci¨®n procediendo de uno de los principales ministros y su segundo¡±.
Esta carta, que el Gobierno brit¨¢nico desclasific¨® junto a centenares de papeles de la Segunda Guerra Mundial en 2013, es parte de los documentos digitalizados que se pueden consultar a trav¨¦s de Internet en los Archivos Nacionales Brit¨¢nicos. En este caso, bajo el sugerente t¨ªtulo de ¡®Planes para liquidar a Su?er¡¯.
El historiador??ngel Vi?as ha sido el primer especialista que la ha recogido; lo hizo en su libro?Sobornos, publicado en la editorial Cr¨ªtica el a?o pasado, en el que hace una minuciosa descripci¨®n y analiza las consecuencias de la estrategia brit¨¢nica para mantener a Espa?a fuera de la contienda comprando las voluntades de generales franquistas como Nicol¨¢s Franco, el hermano del dictador, Kindel¨¢n, Orgaz o Aranda. Para Vi?as, lo que hace Carceller en esta carta es expresar un mero deseo. ¡°Este fue un episodio m¨¢s, muy significativo porque demuestra hasta qu¨¦ punto el cu?ad¨ªsimo exasperaba a los propios franquistas. Ni que decir tiene que Churchill nunca dio luz verde a la eliminaci¨®n de Serrano¡±.
Pero la carta de Hoare, adem¨¢s, hace referencia a un plan concreto, presuntamente urdido por distintos generales, para asesinar a Serrano Su?er, una amenaza a la que ya se hab¨ªa referido, quiz¨¢ de forma m¨¢s ambigua, en otras comunicaciones con Londres apenas un mes antes. En este caso, Hoare dice que una fuente, ¡°al menos de la misma importancia¡±, asegura que el asesinato era inminente y que, para aplacar las iras alemanas, preve¨ªan ¡°la firma inmediata de la Triple Alianza con el Eje¡±.
¡°De lo que la diplomacia brit¨¢nica se hace eco es ¨²nicamente de rumores sobre un golpe dirigido contra Serrano Su?er y su pol¨ªtica de alineamiento incondicional respecto del Tercer Reich¡±, opina Carlos Collado Seidel, profesor de la Universidad de Marburg (Alemania) y experto en la materia. Adem¨¢s, pone precauciones tanto a las palabras del embajador como a las del ministro de Comercio. ¡°Carceller persegu¨ªa intenciones determinadas y particulares en todo lo que les dec¨ªa a los ingleses y Hoare tambi¨¦n pretend¨ªa rehabilitarse dentro del partido conservador brit¨¢nico¡±, explica.
Una hambruna gigantesca
La postura de Carceller, empresario, falangista cercano a Jos¨¦ Antonio y al propio Serrano (al que acompa?¨® durante su visita al Berl¨ªn nazi en 1940), podr¨ªa parecer realmente pasmosa. Sin embargo, Vi?as dibuja un contexto en el que el ministro ten¨ªa que llevarse bien con los brit¨¢nicos porque de su bloqueo naval depend¨ªa la llegada de suministros a un pa¨ªs que estaba ¡°sufriendo una hambruna como nadie puede imaginarse hoy¡±. Adem¨¢s, Carceller ¡°hizo durante aquellos a?os una inmensa fortuna¡± como responsable de todos los permisos sobre los productos que entraban o sal¨ªan del pa¨ªs, a?ade.
¡°Tal vez el vanidoso e incompetente Hoare estaba sondeando a Eden sobre su parecer en caso de ¡®liquidar¡¯ a Serrano. Que los militares desearan su muerte es una cosa; que la planearan, en pleno favor del caudillo, otra muy distinta¡±, aporta el escritor Ignacio Merino, autor de Serrano Su?er. Valido a su pesar (La Esfera, 2013). Y a?ade: ¡°Don Ram¨®n hizo alg¨²n vago comentario sobre el tema, pero yo no lo tom¨¦ en serio y creo que ¨¦l tampoco, al menos jam¨¢s lo consider¨® un complot aut¨¦ntico. O no se enter¨®¡±.
Sea como fuere, el propio Hoare tambi¨¦n se pregunta en la carta de julio de 1941 si el cu?ado del caudillo ser¨ªa consciente de su delicad¨ªsima situaci¨®n. La duda le surge porque solo un d¨ªa antes Serrano Su?er se hab¨ªa mostrado, ¡°por primera vez¡± en todos sus encuentros con ¨¦l, ¡°educado¡±. ¡°Escuch¨® mejor que de costumbre mis reiteradas quejas¡±, a?ade, e incluso ¡°se disculp¨®¡± por no haberle podido recibir una semana antes.
El hecho es que Serrano Su?er no sufri¨® ning¨²n sospechoso accidente aquel verano, pero s¨ª fue perdiendo poco a poco el favor de Franco hasta ser definitivamente defenestrado un a?o despu¨¦s, entre fuertes luchas internas de las distintas facciones del r¨¦gimen. Terminada la Guerra Mundial, el cu?ado mantuvo hasta su muerte en 2003 que ni su cercan¨ªa a la Alemania nazi fue tanta, ni fue tal su inter¨¦s por que Espa?a entrara a toda costa en la contienda. Sin embargo, Vi?as est¨¢ convencido de que solo fue un intento de ¡°reescribir su historia¡±. ¡°Franco y Serrano iban a por el Imperio¡±, zanja el historiador.
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