Cemento, la catedral del rock argentino, revive el under porte?o por una noche
La sala de conciertos permanece cerrada desde 2004 pero la proyecci¨®n de un documental abre sus puertas por un d¨ªa
Estados Unidos 1234. Una direcci¨®n postal inolvidable para cualquier argentino habitante de Buenos Aires, que tenga entre 30 y 50 a?os y que ame profundamente el rock, pero tambi¨¦n el reggae, el punk o el pop. All¨ª, en pleno barrio de Constituci¨®n, en el mismo lugar que hoy ocupa un estacionamiento que depende del gobierno de la ciudad de Buenos Aires, funcion¨® durante casi 20 a?os la sala Cemento, un lugar fundacional de la m¨²sica argentina y una referencia ineludible de la transgresi¨®n art¨ªstica y la escena under cultural. Tambi¨¦n un permanente foco de conflictos que motiv¨® numerosas suspensiones suscitadas tras las denuncias de los vecinos, cansados de ver como los fan¨¢ticos orinaban en las casas contiguas, se peleaban a botellazos o, directamente, saltaban arriba de los techos de los autos all¨ª estacionados. Un emergente que supo interpretar como ning¨²n otro lugar la transici¨®n a la democracia tras la dictadura militar.
Las puertas de Cemento volvieron a abrirse solo una noche, en el marco del festival de cine independiente de Buenos Aires (Bafici). La excusa fue la proyecci¨®n de un documental sobre la historia de la sala, creaci¨®n de Lisandro Carcavallo, un porte?o de 30 a?os que conoci¨® Cemento a los 14 y lo disfrut¨® hasta su cierre, originado por la tragedia de otro recinto similar, Croma?on, el 30 de diciembre de 2004, cuando murieron 194 personas en un incendio durante un concierto. La ligaz¨®n entre los dos lugares es el pol¨¦mico empresario Omar Chaban, fallecido en 2014 y administrador de ambos.
Las negligencias de Chaban en Croma?on no eran siquiera comparables a las de Cemento, un local encerrado, con paneles de gomaespuma en el techo y ba?os peque?os casi siempre inundados y alejados de la ¨²nica salida a la calle. Cemento es el emblema de la escena rockera argentina post guerra de Malvinas, un ambiente que naturaliz¨® la violencia hasta hacerla esencia. Pero tambi¨¦n, un lugar de consagraci¨®n para las bandas m¨¢s peque?as, el paso previo a tocar en un estadio.
¡°Considero que es terrible que hoy sea un estacionamiento y creo que hay que reivindicarlo como espacio cultural que fue sumamente importante para el desarrollo de nuestros artistas. Fue una usina cultural invaluable al d¨ªa de hoy, estuvo en el momento en el que ten¨ªa que estar y no sabemos qu¨¦ hubiese pasado en el futuro, pero s¨ª que fue fundamental. Es ubicarlo en el lugar que se merece¡±, explica a EL PA?S el director, quien por su corta edad presenci¨® a las bandas Carajo, Catupecu Machu, Cadena Perpetua, Arbol, Mauma y Totus Toss.
Por Cemento pasaron veraderos grandes del rock argentino como Los Violadores, Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota, Riff, La Renga, Sumo, Rata Blanca, Guasones, Viejas Locas, Las Pelotas, Herm¨¦tica, Los Piojos, Miranda!, Callejeros, Flema, Intoxicados, Bersuit Vergarabat, Almafuerte, Los Ratones Paranoicos y A.N.I.M.A.L. y Attaque 77 junto con bandas internacionales como Molotov y Control Machete. La cinta reconstruye parte de esa historia escrita durante las d¨¦cadas del 80 y 90 a trav¨¦s de testimonios de muchos de sus protagonistas como el Indio Solari, Katja Alemann (pareja de Chaban), Ricardo Mollo, Ricardio Iorio y Mario Pergolini, entre otros.
El ¨²ltimo show lo dio la banda Sancamale¨®n, la misma noche del incendio en Croma?on. Federico Cabral, cantante del grupo ya disuelto, describe a Cemento como un lugar ¡°horrible y hermoso¡± al mismo tiempo. ¡°Fue un lugar industrial, impersonal, fr¨ªo de alguna manera, pero donde te encontrabas con gente que estaba igual que vos, y eso hizo a toda una comunidad. El mito de los ba?os feos era verdad, sonaba mal, ?Pero a la vez sonaba bien! Todo una gran contradicci¨®n¡±, agrega, y recuerda el sabor amargo de aquella noche del incendio en Croma?on: ¡°No hab¨ªa internet en los m¨®viles, entonces, las noticias llegaban con delay. Nos ¨ªbamos enterando de a poco, pero m¨¢s que nada por padres preocupados que llegaban a Cemento pensando que era el otro lugar, ya que ambos era de Chaban, el mismo due?o. S¨ª recuerdo volver a casa y a eso de las 6 de la ma?ana leer la tapa de los diarios, y ni siquiera en ese momento est¨¢bamos al tanto de la magnitud de la tragedia. Un horror¡±.
La proyecci¨®n de la pel¨ªcula acerca un poco aquel ambiente controversial. Un pu?ado de rezagados aguardando, cerveza en mano, por un ticket que les permita entrar y los recuerdos chocando entre s¨ª en la atm¨®sfera de nostalgia creada en una noche en la que el rock se convirti¨® en tango. Los presentes recuerdan a los grupos que ya no est¨¢n, se r¨ªen, se emocionan y dejan de lado la dureza para confesarse que en aquella ¨¦poca tuvieron un fotolog. Y vuelven a reir. En el interior, el fantasma de Chaban (y de tantos otros personajes) sobrevuelan por el g¨¦lido galp¨®n que hoy sirve de estacionamiento.
Ra¨²l Villarreal, ladero de Chaban, envi¨® un mensaje desde la celda en la que cumple condena por la tragedia de Croma?on despu¨¦s de que se demostrara en el juicio que la sala era una bomba de relojer¨ªa y que se podr¨ªan haber evitado muchas muertes si estuviera mejor acondicionada. Incluso el alcalde de Buenos Aires de esa ¨¦poca dimiti¨®n por el esc¨¢ndalo. En Cemento todos aplauden las palabras que Villareal env¨ªa desde la c¨¢rcel. ¡°Desde este lugar no preciado traslado mi presencia a esa segunda casa¡±, evoca. El sitio ya no es el mismo, ¡°el CBGB, pero no de Nueva York, sino de Constituyork¡±, define el productor Mariano Asch. Est¨¢n los muros, est¨¢ el cemento, pero han logrado quitarle el alma.
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