Jill Magid: ¡°No busco dejar a todos contentos con mi obra¡±
La artista que convirti¨® al arquitecto Luis Barrag¨¢n en diamante defiende su obra en M¨¦xico
Jill Magid (Connecticut, 1973) llor¨® la primera vez que abri¨® la caja que conten¨ªa la joya fabricada con medio kilo de cenizas del arquitecto mexicano Luis Barrag¨¢n. Era una noche de abril del a?o pasado en el departamento de su familia en Brooklyn, en Nueva York. Frente a sus ojos estaba un objeto que sintetizaba dos a?os de intensos intercambios con los familiares de un s¨ªmbolo del arte mexicano. ¡°Llor¨¦ por la transformaci¨®n de Barrag¨¢n y porque el diamante cristaliza de una forma muy profunda las relaciones que hice en este proceso. Fue una experiencia po¨¦tica¡±, explica Magid.
La artista asegura que el proceso fue ¡°extremadamente emotivo¡±. Pero las emociones que ha provocado la exposici¨®n Una carta siempre llega a su destino ¡ªdesde el jueves y hasta octubre en el Museo Universitario de Arte Contempor¨¢neo (Muac)¡ª no siempre son positivas. Personajes de la cultura y algunos sectores de la sociedad han dejado sentir una ola de indignaci¨®n y rechazo al proceso que llev¨® a la artista a exhumar, con permiso de la familia del arquitecto, la urna del premio Pritzker mexicano y retirar 525 gramos de cenizas para compactarlas en un diamante de dos quilates.
Magid ofrece la joya titulada La propuesta a Federica Zanco, la historiadora que atesora en Suiza el archivo Barrag¨¢n desde 1995, para que lo retorne a M¨¦xico. ¡°Me imagino que hace un buen trabajo. Habr¨ªa que preguntar qu¨¦ m¨¢s significa mantener un archivo adem¨¢s de cuidarlo¡±, dice la estadounidense, que oy¨® por primera vez el nombre de Barrag¨¢n en 2012 a pesar de haber estudiado en facultades de arquitectura en Cornell y el MIT. ¡°Nunca me lo ense?aron y es importante. ?l es internacional y su obra es internacional¡±.
¡°La propuesta es una propuesta, un regalo, un intercambio potencial. La oferta de un cuerpo por el cuerpo de una obra. Es una provocaci¨®n y una pregunta. Hay muchas formas de responderla¡±, dice Magid. La artista y la familia son copropietarias del diamante, pero ninguno puede venderlo. En el documento legal firmado entre las partes, expuesto en el museo, se estipula que el proyecto es un gesto art¨ªstico, pero tambi¨¦n refleja el deseo de la familia de que el archivo regrese a Am¨¦rica.
El esfuerzo de Magid se ha valorado poco en M¨¦xico. Cuatro panelistas reprendieron a la estadounidense en un debate organizado por el museo el jueves. ¡°No he escuchado muchas opiniones a favor de su proyecto¡ hay mucha irritaci¨®n porque usted toc¨® un s¨ªmbolo cultural muy importante en M¨¦xico¡±, dijo Enrique X. de Anda, un doctor en historia del arte por la Universidad Nacional.
¡°Sent¨ª que algo estaba mal. Estaba rodeada de hombres que me dec¨ªan que hab¨ªa visto todo esto desde la perspectiva de una historia de amor, como si eso hubiera vulgarizado la situaci¨®n. Como artista esa puede ser mi perspectiva porque fue un proceso emotivo¡±, se?ala Magid. ¡°No busco dejar a todos contentos con mi obra¡±, agrega.
No es la primera ocasi¨®n que la artista conceptual se topa con la pol¨¦mica. En 2005, los servicios secretos holandeses la contrataron para darle a la instituci¨®n un rostro m¨¢s humano. Durante tres a?os se reuni¨® con esp¨ªas en lugares p¨²blicos. La organizaci¨®n le prohibi¨® grabar los encuentros, pero las notas que tom¨® las convirti¨® en varias piezas de arte en forma de neones y esculturas. Del experimento surgi¨® un libro que las autoridades trataron de confiscar. M¨¢s del 40% de su borrador fue censurado.
La obra conocida como The Spy Project y el libro Becoming Tarden sirvieron como un di¨¢logo entre el arte y la censura. En ese entonces, la artista se top¨® con las barreras impuestas por los sistemas y estructuras de poder. Magid dice no sentirse censurada en M¨¦xico a pesar de que un grupo solicit¨® a la UNAM no exponer su obra. ¡°Son propuestas de censura. Tambi¨¦n he le¨ªdo en alg¨²n peri¨®dico ideas de c¨®mo debo terminar el proyecto. Hay mucha gente que me dice qu¨¦ debo hacer¡±.
El proyecto de Magid cre¨® una paradoja dentro de la UNAM. Cuauht¨¦moc Medina, el curador de la exposici¨®n, reconoce que censuraron la primera y ¨²ltima de las comunicaciones entre la artista y Federica Zanco. Los mensajes se exhiben en tabletas tachadas con cintas sobre un facistol dise?ado por Barrag¨¢n. En el primero, Zanco responde a Magid rechazando la colaboraci¨®n y dibujando los l¨ªmites legales para el cuerpo de la obra. En el segundo, Zanco acusa a Magid de convertirla en un personaje de ficci¨®n. Estos documentos, sin embargo, han podido mostrarse en otros tres pa¨ªses y han sido publicados por la prensa.
¡°No es por contenido, sino porque el museo se expone a un riesgo legal. Los correos que Jill recibi¨® no son suficientemente seguros para mostrar. Esto refleja la falta de una legislaci¨®n clara del uso leg¨ªtimo [de material protegido por derechos] en este pa¨ªs¡±, explica Medina.
La obra de Magid ha desatado una gran discusi¨®n en M¨¦xico que va desde asuntos nacionalistas hasta reflexiones sobre las figuras culturales y sus legados. A pesar de estar en el centro de la pol¨¦mica, la artista dice dormir tranquila porque ha actuado dentro de los m¨¢rgenes de la ley. ¡°No me arrepiento de nada, pero s¨ª ha sido dif¨ªcil superar cientos de art¨ªculos que me faltan el respeto y dicen falsedades. Solo ten¨ªa una pregunta y la hice a trav¨¦s de una obra de arte. Aparentemente mucha gente ten¨ªa preguntas similares¡±.
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