Un concierto aracnoc¨®smico
Tom¨¢s Saraceno despliega en Buenos Aires una instalaci¨®n sobre el trabajo cooperativo usando una red tejida por 7.000 ara?as
Tom¨¢s Saraceno naci¨® en el norte argentino, creci¨® en el exilio de sus padres en Italia y vive en Berl¨ªn desde hace a?os. Se form¨® como arquitecto con derivas ocasionales por escuelas de bellas artes, pero colabora en investigaciones cient¨ªficas del MIT o la NASA. Como su precursor Buckminster Fuller, es un activista del futuro y un ¡°poeta de la estructura¡±, pero sobre todo un cazador de buenas met¨¢foras. Cuando en 2009, inspir¨¢ndose en la analog¨ªa entre las telara?as y la red c¨®smica de galaxias, tendi¨® una prodigiosa filigrana de esferas y redes con cuerdas el¨¢sticas en un cubo blanco de los Giardini de Venecia, el fil¨®sofo Bruno Latour vio corporizarse una met¨¢fora ¡°maravillosamente simple y terriblemente eficiente¡± para repensar las relaciones del mundo globalizado y alentar un di¨¢logo no jer¨¢rquico entre la ciencia, la teor¨ªa social y el arte. Una utop¨ªa estructuralmente realizada.
Pero la secuencia se ha invertido en C¨®mo atrapar el universo en una telara?a, la primera gran muestra argentina de Saraceno en el Museo de Arte Moderno de Buenos Aires, una obra m¨¢s audaz y m¨¢s urgente, con la que quiso ofrecer a sus musas, las ara?as, un lugar estelar en la morada del hombre que siglos de higiene y antropocentrismo les hab¨ªan negado, y regalar a la ciencia y al visitante la misma experiencia inenarrable que alent¨® sus muchas utop¨ªas experimentales. El cubo blanco es ahora un cubo negro, mezcla de h¨¢bitat artificial y laboratorio, en el que miles de ara?as bordaron el aire con hilos plateados, como un negativo o un ¡°original¡± de la filigrana veneciana. Asistido por aracn¨®logos locales y un equipo interdisciplinario, Saraceno aloj¨® a 7.000 Parawixia bistriata, una de las pocas subespecies sociales que forman colonias cooperativas, para que durante seis meses tejieran sus redes en la gran sala y, una vez devueltas a su lugar de origen, ofrecieran una muestra visible de la sabidur¨ªa pr¨¢ctica con que han sobrevivido en el planeta 140 millones de a?os: juntas pueden montarse en la brisa para desplegar hilos estructurales de m¨¢s de 10 metros, tejer sus fibras de seda delgadas como una millon¨¦sima del espacio que dominan, capturar una presa de mayor tama?o y guiarse por las vibraciones en la red de sus hermanas. Las ara?as son las indiscutidas coautoras de la obra, y el resultado, una versi¨®n in¨¦dita del ¡°ready made asistido¡±, de una belleza que corta el aliento y pone el pensamiento en marcha. La presencia del artista se insin¨²a apenas en unas gu¨ªas casi invisibles y el arte se redefine en el gesto. Un acto de hospitalidad, dir¨ªa otro fil¨®sofo, no puede ser sino po¨¦tico.
Pero a Saraceno no le alcanza. Quiere convertir la met¨¢fora en una lecci¨®n viva de cosmopol¨ªtica aplicada. En otra sala oscura, los movimientos de una Nephila clavipes que teje su tela en vivo, una lluvia de polvo c¨®smico que se agita en el aire y el ir y venir de los visitantes se traducen en una jam session de sonidos amplificados y una imagen espectral del polvo, danzando en una pantalla al ritmo de la ins¨®lita orquesta electr¨®nica de c¨¢mara. El dispositivo es complejo y por momentos se a?ora la belleza desnuda de la otra sala, pero la sinestesia del conjunto activa todos los sentidos y convierte la met¨¢fora en un llamado: ¡°Atienda, espectador. Mire. Escuche. ?Oy¨® bien? Somos parte de una red tendida en un delicado equilibrio que es como una m¨²sica infinitamente variable. Dura. Pero el concierto podr¨ªa acallarse¡±.
Las ara?as son las coautoras de la obra. Juntas pueden montarse en la brisa para lanzar hilos estructurales de m¨¢s de 10 metros
Se sale de las salas con cierta melancol¨ªa. Mientras que el animal s¨®lo ofrece hospitalidad a su especie, apunta tambi¨¦n el fil¨®sofo, lo propio del hombre es abrirla al extranjero, a los animales, las plantas¡ ?Pero es as¨ª realmente? ?O tambi¨¦n el hombre lo ha olvidado en la carrera ciega del ¡°progreso¡±? Si no lo recuerda pronto, en un futuro no tan remoto quiz¨¢s s¨®lo sobrevivan las ara?as. La visi¨®n de un encaje infinito de hilos de seda tapizando el globo ser¨¢ sublime, pero ya no estaremos ah¨ª para contemplarlo.
¡®C¨®mo atrapar el universo en una telara?a¡¯. Tom¨¢s Saraceno. MAMBA. Buenos Aires. Hasta el 27 de agosto.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.