La ¨²ltima entrevista

La actitud del ser humano alrededor de la tragedia m¨¢s importante de la Edad Contempor¨¢nea, el holocausto jud¨ªo a manos de los nazis, es un tema tan inabarcable, tan poco dado al punto y final, que a pesar de la enorme cantidad de pel¨ªculas (y de libros) sobre su siniestra historia, a¨²n quedan resquicios sueltos, ¨¦ticos y est¨¦ticos, para poder abordarla. As¨ª lo demostr¨® hace dos a?os el h¨²ngaro L¨¢szl¨® Nemes en El hijo de Sa¨²l, a trav¨¦s de un ¨®rdago visual, de punto de vista y de sonido, a los tab¨²es de representaci¨®n del Claude Lanzmann de Shoah. Y as¨ª lo manifiesta el veterano director ruso Andr¨¦i Konchalovski con Para¨ªso, su nueva pel¨ªcula, por medio de una serie de entrevistas en forma de Juicio Final sobre la Soluci¨®n Final.

Rodada en un blanco y negro m¨¢s cercano al de Michael Haneke en La cinta blanca, g¨¦lido y poco contrastado, que al m¨¢s est¨¦tico de Steven Spielberg en La lista de Schindler, Para¨ªso a?ade adem¨¢s un estrecho formato cl¨¢sico en 1,37:1, no demasiado acostumbrado hoy en d¨ªa, ideal para las secuencias de las entrevistas, que adem¨¢s van acompa?adas de bruscos cortes entre frases, y simulacros de defectos de sonido en esos saltos, con las que Konchalovski a?ade un plus de anal¨ªtica novedad de conciencias. Los tres protagonistas, un colaboracionista franc¨¦s, una jud¨ªa rusa de la aristocracia, y un alto cargo de las SS, reflexionan desde una dimensi¨®n paralela sobre sus conductas. Algunos de cara; otros, con evasivas, quiz¨¢ tan sinceras como desquiciadas.

Y, entre medias, el amargo relato de la barbarie, primero en Francia, entre la resistencia y la cooperaci¨®n, y luego en el campo de exterminio, con dur¨ªsimas secuencias, aunque casi m¨¢s mentales que f¨ªsicas. Como no pod¨ªa ser de otro modo, por la cantidad, todas estas actitudes evocan en parte situaciones y an¨¢lisis de pel¨ªculas anteriores tan distintas como Kap¨°, de Gillo Pontecorvo, Shoah, de Lanzmann, o La zona gris, de Tim Blake Nelson. Pero quiz¨¢ la novedad est¨¦ en que, al tiempo que se narran los hechos, se autoanalizan las culpas. Desde un destino incierto, las propias criaturas eval¨²an lo experimentado como ning¨²n otro podr¨ªa hacerlo. Simplemente porque ese otro, es decir, nosotros, no nos vimos en aquella desgarrada tesitura de qu¨¦ hacer en cada momento.