Al natural
Madrid parece lavarse la cara con la lluvia de mayo; Cibeles y las damas de corrida de toros lucen sin maquillaje su belleza al natural; los hombres de corbata y los enfundados en gabardinas emergentes encaran la inauguraci¨®n de la Feria de San Isidro con la renovada esperanza invertida en la nueva empresa que encabeza Sim¨®n Casas, lector voraz, novelista en potencia, ensayista minucioso, C¨®nsul empresario exitoso de Nimes y otras plazas, am¨¦n de matador de toros por un solo d¨ªa. Con la nueva empresa parece amanecer Madrid a la realidad aterrizada pasada por la lluvia que ha de quitarnos de encima el mism¨ªsimo San Isidro: borr¨®n y cuenta nueva para una liturgia que no tiene por qu¨¦ recibir la majadera afrenta de los detractores llamados anti-taurinos que creen racional ba?ar con pintura rosa las estatuas de los alrededores de la plaza; borr¨®n y cuenta nueva para un serial que apostaba insensiblemente por carteles y ganader¨ªas al azar, ahora mejor elaborados con los pies en la arena: no ser¨¢n todas las tardes de No hay billetes, pero s¨ª por lo menos 20 corridas de llenos totales Hasta la bandera.
Urge ahora hablar de Econom¨ªa de Tauromaquia, donde la Villa y Corte que invierte millones de euros en la caja m¨¢gica del tenis o en la ¨²ltima etapa de la vuelta ciclista a Espa?a tiene que reconsiderar si es o no injusto la ausencia de apoyo o la callada negligencia que le dispensan los pol¨ªticos al segundo espect¨¢culo de masas m¨¢s importante de Espa?a y hablar tambi¨¦n de los costos y de los cobros, de las figuras y de los banderilleros an¨®nimos.
Con todo, se abri¨® hoy una nueva era y al parecer, hasta la Presidencia tuvo a bien cambiar el ¨¢nimo del pasado y no mand¨® tocar el cambio del primer tercio hasta que cada uno de los matadores terminase de torear a la Ver¨®nica; un notable contraste con el necio af¨¢n de tocar los clarines cuando apenas llev¨¢bamos degustando el intento de dos o tres capotazos de recepci¨®n.
Con destellos de mansedumbre, el hierro de La Quinta mantuvo en vilo a los tendidos que se cubrieron a medias, y no s¨®lo a los habitantes del ruedo de Madrid, pero de pronto la epifan¨ªa fugaz de una tanda por naturales nos record¨® de qu¨¦ se trata la liturgia diaria que nos encanta. El torero se llama Javier Jim¨¦nez, es rubio, de Sevilla y cuaj¨® dos o tres tandas de logrados pases con la mano izquierda que confirmaron con uno solo de ellos la pasi¨®n quiz¨¢ inexplicable de los aficionados: por ese lado, sin el armaz¨®n del estoque, con la tela suelta como un pa?uelo rojo y pas¨¢ndose el pit¨®n al filo de la rodilla se congela por un instante la secreta coreograf¨ªa de un arte incomprensible para los ajenos que la ba?an en rosa¡ quiz¨¢ porque el misterio de ciertas expresiones de la cultura ¨Cel verso callado, la pincelada oculta al ¨®leo, el aria en silencio o el pase natural son gozos de un placer al natural.
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