¡°Un ¡®biopic¡¯ es como abrir una tumba¡±
Mathieu Amalric acude al Festival de Cannes por partida doble, como protagonista de ¡®Los fantasmas de Ismael¡¯ y director de su nueva pel¨ªcula, ¡®Barbara¡¯
Se presta a la promoci¨®n con esmero, escogiendo con cuidado cada una de las palabras que desea utilizar, pero a Mathieu Amalric no le gustan las entrevistas. ¡°No son necesarias. Una pel¨ªcula funciona sola. ?Para qu¨¦ poner palabras a algo que el espectador ya ha sentido?¡±, termina por confesar el actor y director franc¨¦s desde la soleada terraza de uno de los hoteles m¨¢s lujosos de la Croisette. Amalric est¨¢ presente en el Festival de Cannes por partida doble. Para empezar, como protagonista de la pel¨ªcula inaugural, Los fantasmas de Ismael, donde se convierte por s¨¦ptima vez en alter ego del cineasta Arnaud Desplechin. Adem¨¢s, Amalric ha abierto la secci¨®n Un Certain Regard con su nuevo proyecto como director, Barbara, una biograf¨ªa sui generis de la gran cantante francesa, que falleci¨® en 1997.
Este actor de 51 a?os, look algo desali?ado y mirada doliente es una presencia fija en el cine de autor franc¨¦s, del que puede ser considerado un comendador involuntario. En sus dos pel¨ªculas en el festival interpreta a dos personajes que guardan parecidos razonables. Los dos son directores de cine. Los dos est¨¢n atormentados por mujeres que hab¨ªan dado por muertas. Y los dos protagonizan relatos metidos dentro de otros relatos, casi como si fueran matrioskas. Amalric jura que todo parecido es pura coincidencia. ¡°Cuando Arnaud me hizo leer el guion me sorprend¨ª al descubrir las similitudes¡±, afirma. Lo considera un s¨ªntoma de ¡°la crisis del relato¡±, que obliga a los directores de hoy a contar sus historias desde ¨¢ngulos inesperados.
Cuando ley¨® ese borrador del guion, ten¨ªa otro t¨ªtulo: De entre los muertos. Es decir, el mismo que llevaba la novela en la que Hitchcock se inspir¨® para rodar V¨¦rtigo. Como en la pel¨ªcula, su personaje asiste al regreso de una misteriosa mujer, desaparecida d¨¦cadas atr¨¢s, a quien encarna Marion Cotillard. Su inesperado retorno pondr¨¢ en duda su relaci¨®n actual, m¨¢s madura y menos fogosa, con una astrof¨ªsica interpretada por Charlotte Gainsbourg. Por su parte, el protagonista de Barbara tambi¨¦n est¨¢ obsesionado por una mujer del pasado: la int¨¦rprete de L¡¯aigle noir y Nantes, por la que sinti¨® una admiraci¨®n incondicional, de la que todav¨ªa no se ha repuesto.
La segunda pel¨ªcula aspira a relatar la vida de la cantante, pero es lo contrario a un biopic convencional. Hered¨® el proyecto de un cineasta amigo, Pierre L¨¦on, que estaba harto de no encontrar financiaci¨®n y le pas¨® el testigo. Pese a que Barbara sea un nombre de referencia para todo franc¨¦s (y para todo franc¨®filo), Amalric no se consideraba entonces un gran fan de la cantante. Y todav¨ªa menos del g¨¦nero en s¨ª. ¡°El biopic no me interesa. Lo considero una c¨¢rcel para un actor, porque incita al mimetismo y a la payasada. Adem¨¢s, prefer¨ªa dejar a Barbara tranquila. Un biopic es como abrir la tumba y convertir al muerto en objeto comercial¡±, afirma. Acept¨® solo porque le parec¨ªa un reto imposible. ¡°Cuando encontr¨¦ la manera de contar la historia, todas las trampas ligadas al g¨¦nero desaparecieron¡±, recuerda. En el resultado final, el rodaje de la pel¨ªcula se entremezcla con el filme en s¨ª, y los rasgos de Barbara se confunden con los de su actriz, Jeanne Balibar, de quien fue pareja durante muchos a?os.
Amalric se define m¨¢s como director que como int¨¦rprete, pese a ser m¨¢s conocido por lo segundo. ¡°Si los cineastas me contratan como actor es porque tambi¨¦n soy director. Hay una complicidad. As¨ª tienen un poco m¨¢s de compa?¨ªa¡±, asegura. ?Todo cineasta necesita tener un camarada? ¡°S¨ª, porque es un oficio muy solitario. En los rodajes te encuentras en la posici¨®n de Dios. Y con Dios no se puede hablar de t¨² a t¨²¡±, responde. La mosca del cine le pic¨® a los 17 a?os, cuando cursaba estudios de Letras. Su padre, Jacques Amalric, trabajaba en Mosc¨² como corresponsal de Le Monde. Su madre era Nicole Zand, cr¨ªtica literaria del mismo diario. ¡°Les gustaba encontrarse con los disidentes en la ¨¦poca de Br¨¦zhnev. Sobre todo, a ella. As¨ª tuve la suerte de conocer a Otar Iosseliani, que me contrat¨® para trabajar en Los favoritos de la Luna. Fue una revelaci¨®n. Descubr¨ª un lugar, el plat¨® cinematogr¨¢fico, donde era capaz de exaltarme¡±, recuerda.
Su pico de fama le lleg¨® al encarnar al eurovillano de 007 - Quantum of Solace, para el que se inspir¨® en Nicolas Sarkozy. La experiencia le pareci¨® ¡°interesante¡±. Sobre todo, porque le permiti¨® conocer m¨¢s de cerca el trabajo de los especialistas, a los que considera ¡°personajes fascinantes¡±. Pero prefiri¨® no seguir por la v¨ªa hollywoodiense. No tiene una estrategia, m¨¢s all¨¢ de escoger proyectos que le gusten. Al inicio de su carrera, ni siquiera ten¨ªa agente. Esperaba que quienes aspiraban a contratarle se le acercaran directamente para contarle qu¨¦ esperaban de ¨¦l. Ahora intenta proceder de la misma manera, utilizando la pasi¨®n de sus interlocutores como ¨²nico criterio a seguir.
Tambi¨¦n en eso se parece a Barbara, nunca atendi¨® a cuestiones de fama e industria. A menudo, trabaj¨® en una soledad noct¨¢mbula y pr¨¢cticamente total, como si lo suyo fuera una especie de sacerdocio. Amalric dice identificarse con ese aspecto. ¡°Hay una soledad necesaria¡±, admite. ¡°Durante el rodaje, me acuesto a las 9 de la noche. Me levant¨® a las 2 o las 3 de la madrugada y escribo las escenas del d¨ªa siguiente, que mando al equipo hacia las 7. A veces les doy una hora para encontrar decorado¡±, dice con una mezcla de candor y sadismo. Tal vez dos de los adjetivos que mejor definen al tipo de hombres a los que suele interpretar.
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