Te ver¨¦ en veinticinco a?os
Laura Palmer rememora su pasado y su promesa a Dale Cooper que cerr¨® la segunda temporada en este ¡®fanfic¡¯ de ?ngel Luis Sucasas
Nunca me ha gustado mi nombre. Creo que porque con uno no me bastaba. Si mis padres hubieran elegido bien, yo podr¨ªa haber sido una Daisy May. Una Sunday Rose. Una Iris Lane... Pero fui, la primera vez que nac¨ª, una y solo una.
Laura. Laura Palmer.
Parece caprichoso juzgar todos los pasos de una vida por un primer tropiezo. Caprichoso y bobo. Esas son dos palabras que me casan bien. Caprichosa y boba. As¨ª que voy a culpar a mi bautizo de un solo nombre de todo lo que pas¨® despu¨¦s, antes y en el medio. Necesitaba dos nombres. Porque hab¨ªa dos almas dentro de m¨ª. Tal vez, con dos nombres podr¨ªa haberlas mantenido a raya. Enjaular a una y ser la otra. Pero fui, soy y ser¨¦ Laura. Laura la oscura. Laura la luminosa. Una bombilla que no enrosca bien y parpadea, parpadea, parpadea.
Hace tiempo que no escribo sobre m¨ª. Antes lo hac¨ªa dos veces, como todo lo dem¨¢s. La Laura visible, la que todo el mundo quer¨ªa. Y la Laura secreta, la que solo ellos conoc¨ªan. Cada una ten¨ªa su libro. Ahora escribo de otra manera. Mi tinta son las estrellas. Si el se?or Briggs siguiera vivo y no estuviera aqu¨ª, con nosotros, probablemente recibir¨ªa hoy una llamada de su sucesor. Hab¨ªan vuelto a encontrar palabras en el cielo. Y esta vez no eran del Gigante. Aunque s¨ª son, como todas, para Cooper.
Twin Peaks. Twin Peaks. Twin Peaks. Es una broma pesada como mi nombre solitario. Casi parece hecho adrede para fastidiarme. El nombre de mi hogar es un nombre de gemelos, hermanos bien avenidos. Yo, su hija m¨¢s famosa, no tuve esa suerte. Las dos Lauras no se soportan, como la oscuridad no soporta a la luz, y al rev¨¦s. Pero no puedo enfadarme mucho tiempo con Twin Peaks. Siempre se me pasa. Es lo ¨²nico que nos une a las dos. Cu¨¢nto amamos a Twin Peaks. Lo amamos mucho m¨¢s all¨¢ de la muerte.
Reducir un lugar a unas fotograf¨ªas nunca le hace justicia. A cualquier lugar en cualquier momento. Pero cada una de esas im¨¢genes es un tesoro que ayuda a recordar todo lo dem¨¢s. Ahora, que escribo en estrellas que laten y mueren, trato de encontrar cu¨¢les son las favoritas de mi ¨¢lbum. Hay algunas que son f¨¢ciles de rescatar. El socav¨®n en el asfalto que los d¨ªas de lluvia refleja una pistola roja haciendo bang bang. La tarta de cerezas del RR, con una capucha de nata y un tenedor limpio y brillante a su lado. La cascada blanca de White Tall Falls cayendo sobre el r¨ªo. Cayendo. Cayendo.
Otras son m¨¢s dif¨ªciles de explicar porque me pertenecen a m¨ª. A nosotras. Los ¨²ltimos d¨ªas de febrero del 84. Los martillazos de pap¨¢ a los tablones de madera de nuestra casa en el bosque. Maggy, Donna y yo all¨ª, escuchando a mi prima hablar del periodo, de su novio y de los besos con lengua. Unos d¨ªas atr¨¢s, la visita a los establos de The Broken Circle. Troy. ?Mi pony! Su pelaje a medias canela, a medias marr¨®n oscuro. Mi mano acarici¨¢ndolo. La sombra profunda de un abeto y yo fumando entre sus ra¨ªces, con una lata abierta frente a mis pies para tirar la ceniza. Un d¨ªa triste y silencioso en Pearl Lake, cenizas en el agua, y de pronto mi querida Lady Le?o dici¨¦ndonos a todos ?se avecinan tiempos aciagos?.
Es curioso c¨®mo funciona la memoria despu¨¦s de morir. Cuando vivimos, solo podemos recordar algunos detalles tal y c¨®mo eran, o tal y como creemos que eran, y otros o est¨¢n borrosos o han desaparecido. Tambi¨¦n existen aquellos recuerdos que nos inventamos, las mentiras sobre nosotros y los dem¨¢s. Aqu¨ª todo es muy diferente. Yo no recuerdo. Revivo. Puedo hacer que cualquier momento del pasado vuelva a existir solo para m¨ª. Puedo congelar la imagen, pasearme como un fantasma sin que nadie me vea, fijarme en cada detalle. Incluso, divertirme, ser traviesa. Cambiar cosas.
El Gigante me dice que debo tener cuidado. Que el ?espacio y el tiempo no son las mu?ecas de una ni?a?. Yo le digo que s¨ª, con cara muy seria. Y luego vuelvo a caer en lo mismo. Es muy dif¨ªcil no hacerlo. Aqu¨ª una se aburre. Est¨¢ El Gigante, El hombre de otro lugar, las sombras con ojos de cristal y por supuesto BOB. Twin Peaks no era precisamente Nueva York. Pero esto no llega ni a pueblo peque?o.
Divago... Es una palabra que antes no usar¨ªa, pero que ahora nos gusta bastante. Divagar... Como el viento entre las ramas de los abetos Douglas. ?D¨®nde estaba? Ah, s¨ª. No le hago caso al gigante. Casi nunca. Juego a cambiar Twin Peaks muchas veces. A ver c¨®mo era, c¨®mo fue, c¨®mo ser¨¢ y c¨®mo pudo, puede y podr¨¢ ser. Observo el pueblo entero desde el aire, como una enorme colecci¨®n de casas de mu?ecas, y solo tengo que pensar en ello para que las eras pasen por mi hogar en un pesta?eo. As¨ª he descubierto muchas cosas, cosas oscuras y luminosas, cosas que ser¨¢n muy importantes en todo lo que est¨¢ por ocurrir. En el regreso de Cooper.
Dale Cooper. ?Nuestro Galahad?, como dice El Gigante. Una frase que antes de morir nunca habr¨ªa comprendido, pero que ahora me hace sonre¨ªr, especialmente cuando la Laura oscura se r¨ªe de nosotras, convencida de que va a ganar la Gran Apuesta. Nunca me ha interesado mucho leer. Era m¨¢s de vivir que de observar c¨®mo otros viven. Pero ahora he tenido todo el tiempo del mundo para hacerme muy culta. Y la Historia de todas las historias, la de Arturo, sus caballeros, la mesa redonda, el Grial y Galahad, me la s¨¦ de cabo a rabo. Todos aqu¨ª la sabemos. Porque es tambi¨¦n nuestra historia. Porque la magia, los dragones y los caballeros existen. Cooper es el m¨¢s extra?o de todos. Galahad. Galahad.
Hay tiempo para pensar en Cooper. Antes tengo que pensar en m¨ª. Ahora que todo va a volver a empezar, ahora que los 25 a?os han pasado y se han ido, ahora que el Merl¨ªn de Twin Peaks, el se?or Briggs, ya no est¨¢ con los vivos, tengo que volver a pensar mucho en esos siete d¨ªas antes de morir.
Visito muchas veces a los hombres. Mis hombres. James, Bobby, Ben, Leo, pap¨¢... ?C¨®mo ten¨ªa tiempo para todos? Porque quer¨ªa tenerlo, supongo. Los hombres siempre me han parecido f¨¢ciles y dif¨ªciles a la vez. Solo bastaba una sonrisa, una falda corta, un gui?o para que cayeran a tus pies. Pero de pronto se hac¨ªan inaccesibles como una gran monta?a y no quer¨ªan saber nada de ti. Yo necesitaba tener a muchos a mi alrededor. Era lo que me ped¨ªa la Laura oscura. Quer¨ªa tener a muchos hombres para confirmar lo que pensaba de ellos. Que todos eran unas ratas. Que todos me quer¨ªan solo por mi cuerpo. Para vaciarse en m¨ª y luego olvidarme en cualquier lugar oscuro y fr¨ªo.
Eso era verdad para muchos, pero no para todos. Los hab¨ªa de coraz¨®n negro, como Ben, que una vez fue un ni?o bueno, enamorado de su hermano m¨¢s que de nadie, pero que lo hab¨ªa perdido todo por el poder y la gloria. Los hab¨ªa buenos, pero fr¨¢giles. Bobby. Cu¨¢nta pena me das ahora, Bobby. Te destru¨ª. Te convert¨ª en un malvado. Te hice hacer y desear cosas prohibidas. Si yo no hubiera muerto, te hubiera matado. Menos mal que mor¨ª y que t¨² pudiste salir adelante, chulito y guapo como eres.
Hab¨ªa tambi¨¦n chicos imposiblemente buenos, caballeros de brillante armadura que no sab¨ªan que lo eran. Como Cooper. Como James.
James.
James.
No sabes cu¨¢ntas veces he vuelto a ese cruce, el del sem¨¢foro colgante, y he cambiado la escena. Te he obligado a bajarte de la moto y perseguirme por el bosque. Te he obligado a arrastrarme a la fuerza, mientras lloraba, gritaba y te ara?aba que me dejaras morir, que te alejaras de m¨ª, que te quer¨ªa... Me he obligado a desandar mis pasos, cuando quedaba solo uno para dejar la carretera y perderme en el bosque para siempre, camino de Leo y Jacques, camino de BOB y el tren. James, eras perfecto, perfecto en todo. Conoc¨ªas el dolor, pero ese dolor solo te hac¨ªa m¨¢s fuerte, m¨¢s puro. James, t¨² eras mi Arturo. Pero, por muchas veces que haya cambiado ese ¨²ltimo d¨ªa, s¨¦ que hice lo mejor para los dos. ?Qu¨¦ sentido ten¨ªa, James, que murieras por m¨ª? Te merec¨ªas a Donna. Te la merec¨ªas mucho m¨¢s que yo.
Donna. Nos juramos ser las mejores amigas para siempre. Un juramento de ni?as que no saben lo que dicen. Pero lo cumplimos, ?verdad? Estuve cerca de romperlo. ?Te acuerdas del Poder y la Gloria, al otro lado de la frontera? ?De aquellos tres hombres y de los millones de colillas en el suelo? Yo s¨ª. Estuve a punto de dejarte ir, Donna. Ya no era yo. Era la otra Laura. La que quer¨ªa destruir todo lo que amaba. Estuve a punto de dejarte con ese hombre que besaba tus pechos, mientras t¨² estabas muy lejos de all¨ª, sin saber nada, una ni?a inocente que solo devolv¨ªa los besos. Pero te salv¨¦. Tard¨¦ en hacerlo. Pero lo hice. Y eso cuenta para algo, ?verdad? Amigas para siempre. Nunca hemos dejado de serlo. Estar¨¦ ah¨ª cuando pases al otro lado. Iremos a ver los ciervos juntas en el jard¨ªn de la mansi¨®n blanca. Te har¨¦ una diadema de flores solo para ti y ser¨¢s la reina del baile, para siempre.
Pap¨¢. Pap¨¢...
Te echo de menos. Aunque te veo, una parte de m¨ª al menos, no es suficiente. Quisiera que t¨² y yo no tuvi¨¦ramos que pasear por la sala de espera, fingiendo no conocernos, escondidos tras nuestros ojos de cristal. Paseando solos en nuestro propio infierno sin poder tocarnos. Las reglas lo proh¨ªben.
Me das mucha pena, pap¨¢. No porque fueras inocente. Dejaste entrar a BOB. Le ten¨ªas miedo. El miedo hace que abras todas las puertas. Lo s¨¦ muy bien, papi. Pero pod¨ªas elegir, como todos. Pod¨ªas haber dejado al monstruo fuera. Luchar. Ahora est¨¢s aqu¨ª, con nosotros, perdido. La mitad de ti. Te oigo llamarme eternamente, llorando, mientras bailas solo en las tinieblas. Quisiera alcanzarte, pero las reglas lo proh¨ªben, reglas que ni siquiera tus hijas, las traviesas, Lauras, se atreven a romper.
Me consuela pensar en la parte de ti que logr¨® pasar al otro lado y que ahora vive en la preciosa mansi¨®n blanca, con los cervatillos de los jardines y la lluvia que te hace ser feliz cuando te moja. Estas all¨ª, conmigo, con la parte de m¨ª que puede viajar entre los dos mundos, Laura la luminosa.
Cooper. Agente Dale Cooper. Dale Bartholomew Cooper. Hubiera sido mejor que no llegaras hasta aqu¨ª, Cooper. Te lo dije antes de tu desgracia, ?recuerdas? ?Te ver¨¦ en veinticinco a?os?. Era una sentencia. Pero era tambi¨¦n una esperanza. Perdiste en tu primera visita a nuestras tierras. Te enfrentaste a tu sombra y perdiste. Annie pag¨® el precio. Y tanta gente m¨¢s. Eras el palad¨ªn del bien. El Galahad. El mejor de los caballeros. Por eso BOB te quer¨ªa. Porque en sus manos ibas a ser el m¨¢s fiero de los dragones.
Cooper. ?Conoces la historia de Galahad, Cooper? Claro que s¨ª. No presum¨ªas de ello, pero t¨² lo sab¨ªas todo. O casi todo. Salvo cu¨¢l era tu papel en la Historia de todas las historias. Galahad, el mejor de los caballeros. El que encontrar¨¢ el Grial. Pero, ?cu¨¢nto sufri¨® Galahad antes de encontrarlo, Coop? Mucho. Mucho. Todo lo que puede sufrirse y algo m¨¢s. Yo s¨¦ de sufrimiento. Cuando hablamos de estas cosas, y nos sentimos garmonbozia, El Gigante sonr¨ªe, aunque est¨¢ triste, y recita estos versos: ?Noche tras noche, tu caballo cabalga solo. / Helecho marchito y h¨²medo, noche tras noche te sientas. / Aferrando las bridas como un hombre esculpido en piedra. / L¨²gubre, sin amigos: ?Qu¨¦ saldr¨¢ de todo esto??.
?Qu¨¦ saldr¨¢ de todo esto, Coop? ?Volver¨¢s a perder, como perdiste a Annie? ?O esta vez tu caballo te llevar¨¢ al Grial y luego a Sarras? Me gusta pensar que yo soy tu Grial. Tienes que encontrarme, Coop. Tienes que encontrar a la Laura adecuada. Si lo haces, te ayudar¨¦. La Gran Apuesta en juego. No te digo a qu¨¦ he apostado yo. Solo te digo que hace veinticinco a?os apost¨¦ y perd¨ª. Esta vez no pienso perder. Aunque no ser¨¢ nada f¨¢cil. BOB no era el ¨²nico monstruo. Ni el peor. Detr¨¢s del velo rojo, hay cosas mucho peores. Cosas de aqu¨ª abajo y de all¨ª arriba. Todas ir¨¢n a Twin Peaks. Vamos a liberarlas a todas. De las aguas negras, la tumba del viejo rey, junto a los doce sicomoros. De las tinieblas del cielo, donde brillan tan pocas estrellas. De aqu¨ª y de all¨ª vendr¨¢n, todos y ninguno.
Estoy muy, muy cansada. Voy a detener el tiempo y dormir tres o cuatro eras. Cuando despierte, ser¨¢ la hora. El fuego camina contigo, Coop. Camina conmigo tambi¨¦n. Camina con Twin Peaks. Camina con todo lo que amas. Solo t¨² puedes apagar las llamas.
Me ver¨¢s pronto.
Muy pronto.
NOTA: Se ha empleado para este relato las fuentes de los libros can¨®nicos de la serie, La historia secreta de Twin Peaks y El diario secreto de Laura Palmer, las dos primeras temporadas del show y el largometraje a modo de precuela Fuego camina conmigo.
?ngel Luis Sucasas es periodista y escritor.
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