Antonio Ferrera dict¨® una lecci¨®n de torer¨ªa
Cort¨® una oreja de mucho peso a un noble toro de una corrida de feas hechuras, mansa y descastada de Las Ramblas
Cuando Antonio Ferrera finaliz¨® la vuelta al ruedo tras la muerte del quinto toro, el p¨²blico la tom¨® con el presidente y le dedic¨® una sonora bronca. El motivo fue la negativa del us¨ªa a concederle al torero la segunda oreja. Injusta fue la protesta y acertada la decisi¨®n del se?or del palco porque si bien Ferrera se entretuvo en dictar toda una lecci¨®n de sobresaliente torer¨ªa, no fue el suyo un examen de matr¨ªcula de honor, pues su imprescindible colaborador, el toro, no encerraba en sus entra?as las condiciones necesarias para que la obra resultante hubiera sido conmocionante y arrebatadora.
Pero dej¨® a la plaza entera, eso s¨ª, con la boca abierta. Bueno, lo cierto es que desde el inicio del festejo se mostr¨® Ferrera como un torero nuevo, cl¨¢sico y macerado por el tiempo. No hab¨ªa m¨¢s que ver su forma de andar por el ruedo, salir de la cara del toro, las pausas¡ All¨ª hab¨ªa un maestro, un diestro transfigurado; y eso se nota y se siente por la megafon¨ªa del sentimiento.
Lo que dict¨® ayer Ferrera fue su magisterio, expresado en la seguridad, la confianza, la naturalidad, la hondura, la elegancia y la b¨²squeda constante de la pureza.
Su primer anuncio fue con el capote ante su primero, al que recibi¨® con un par de excelentes ver¨®nicas rematadas con dos medias sencillamente extraordinarias. Esa tarjeta de presentaci¨®n dio paso a la faena de muleta al quinto, que comenz¨® con pases por alto, ganando terreno, y coronados en el centro del ruedo.
All¨ª, asent¨® las zapatillas, se ajust¨® la chaquetilla y dijo sin hablar que prestaran atenci¨®n. Y lo que sigui¨® fue la lecci¨®n de un torero en plena madurez, ni m¨¢s ni menos, con exacto sentido de los terrenos, las distancias y la colocaci¨®n. El animal era noble y sos¨®n, con la cara siempre a media altura, pero mejor¨®, ?qu¨¦ remedio!, ante la insistencia inteligente del torero. Surgieron, primero, hondos redondos; despu¨¦s, dos elegant¨ªsimos cambios de manos, y una tanda de naturales, a continuaci¨®n, bell¨ªsima y desbordante de plasticidad. Otra m¨¢s citando de frente, y unos ayudados finales antes de volcarse sobre el morrillo del animal y cobrar una estocada que fue suficiente.
LAS RAMBLAS / PADILLA, FERRERA, ESCRIBANO
Toros de Las Ramblas, mal presentados, de feas hechuras, mansos, blandos y descastados. Noble el quinto.
Juan Jos¨¦ Padilla: estocada trasera (silencio); estocada trasera y un descabello (ovaci¨®n).
Antonio Ferrera: estocada baja (silencio); estocada (oreja y petici¨®n de la segunda).
Manuel Escribano: estocada baja (silencio); metisaca (palmas).
Plaza de Las Ventas. Und¨¦cima corrida de feria. 21 de mayo. Casi lleno. (20.159)
Sin algarab¨ªa, sin arrebato y sin la conmoci¨®n de las grandes tardes, Ferrera acababa as¨ª su clase de tauromaquia para paladares exquisitos. Su primero hab¨ªa sido una mole de carne que se par¨® pronto.
Bueno, lo de los toros da para una tesis. ?Qui¨¦n los habr¨¢ elegido? ?Y qui¨¦n los aprob¨®? Veamos: salieron tres abueletes ¡ªcumpl¨ªan seis a?os en 2017¡ª; a continuaci¨®n, dos yogurines, ¡ªcuatro a?os desde enero y febrero pasados¡ª, y el quinto, un hombre hecho y derecho. Los tres primeros feos y con las fuerzas just¨ªsimas. Imag¨ªnese a un se?or ¡ªsalvando las distancias¡ª de la tercera edad al que preparan para participar en los Juegos Ol¨ªmpicos. Pues, eso. Mucho inter¨¦s, pero no acaba la carrera. Ninguno de tres la acab¨®, dieron todo lo que ten¨ªan en el tercio de banderillas y en el de muleta ped¨ªan a gritos una bombona de ox¨ªgeno. Despu¨¦s, result¨® que ni los ni?os ni el hombret¨®n tampoco derrocharon energ¨ªa, lo que vino a demostrar que el problema fundamental no era la edad, sino la sangre. Que no val¨ªan como toros bravos, vamos¡ El ¨²nico que mantuvo el tipo fue el quinto, y m¨¢s bien por la pericia de su matador que por sus propias condiciones.
A pesar de todo, no se le puede poner un pero a la terna actuante. Los tres merec¨ªan toros con m¨¢s ri?ones, con m¨¢s codicia y picante (?qui¨¦n eligi¨® esta corrida y qui¨¦n la aprob¨®?), pero Padilla, Escribano y el ya citado Ferrera estuvieron muy por encima de sus toros.
Los tres compartieron banderillas en sus primeros toros y protagonizaron un tercio irregular y lucido; mejoraron, despu¨¦s, en los tres restantes (muy serio Padilla, magn¨ªfico Ferrera en un par al quiebro en tablas, y temerario y espectacular Escribano en otro quiebro sentado en el estribo).
Padilla (un perfecto director de lidia toda la tarde) nada pudo hacer ante su primero, agotado y sin fondo; recibi¨® al cuarto, de rodillas en el tercio, con una larga cambiada, y as¨ª repiti¨® la suerte cuatro veces m¨¢s, avanzando hacia el centro hasta acabar casi en la misma boca de riego. Lo intento de veras, pero al toro mozuelo le faltaba vida. Mat¨® con dignidad a su lote y pas¨® como un torero serio y comprometido, aunque falto de lucimiento por el mal juego de sus toros.
Tampoco le falt¨® entrega a Escribano; parado y vac¨ªo fue su primero, y algo m¨¢s de vida mostr¨® el sexto. Se fue a recibirlo a porta gayola, el toro se le par¨® a metro y medio, y tuvo la inspiraci¨®n de resolver la papeleta con eficacia, pero el susto fue de muerte. Lo mulete¨® con escaso lucimiento por la soser¨ªa de su compa?ero y lo mat¨® mal.
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