Colombo vino a ganar

El venezolano Jes¨²s Enrique Colombo se presentaba en Las Ventas, y lleg¨® dispuesto a dejar huella. Vino a ganar, y no pase¨® una oreja porque el presidente, Javier Cano, se la neg¨® injustamente. Su actuaci¨®n ante el cuarto novillo, bravo en el caballo, alegre en banderillas y fiero y encastado en la muleta, fue un derroche de pundonor, de verg¨¹enza y de arrojo. No realiz¨® la faena que el animal merec¨ªa, pero fue encomiable su actitud. Pec¨® de celeridad, no es un exquisito, le falta el sello artista, pero le sobr¨® disposici¨®n, valor y compromiso con su alta responsabilidad.

Recibi¨® al novillo con ver¨®nicas muy estimables, se jug¨® el tipo con las banderillas y coloc¨® un gran segundo par despu¨¦s de aguantar un arre¨®n tremendo del animal, y trat¨® de frenar con la muleta el vendaval de embestidas, pre?adas de movilidad y fiereza.

No era f¨¢cil triunfar con un novillo as¨ª. Se plant¨® firme en la arena, no fue capaz de ahormar la faena so?ada, pero concit¨® la atenci¨®n de los tendidos por su decisi¨®n valerosa. Tres bernardinas ce?id¨ªsimas y dos pases de pecho dieron paso a una estocada y una mayoritaria petici¨®n que el presidente ignor¨®.

Se luci¨® tambi¨¦n a la ver¨®nica con el que abri¨® plaza, que solo aguant¨® tres tandas antes de negarse a embestir de manera definitiva. A Colombo le falt¨® reposo y conocimiento; y sentimiento, tambi¨¦n, pero esa condici¨®n solo est¨¢ al alcance de unos pocos.

En suma, Jes¨²s Enrique no pas¨® desapercibido. Se llev¨® al hotel un par de porrazos fruto de su arrojo, y tambi¨¦n la satisfacci¨®n de una tarde meritoria. As¨ª debe venir un torero a Madrid.

Caso contrario fue el de los sevillanos Pablo Aguado y Rafael Serna. La impresi¨®n que ofrecieron es que ven¨ªan a no perder, y fracasaron.

A Aguado se le vio desorientado, sin ideas, despegado y desconfiado ante su primer novillo, que no era un bomb¨®n, pero tampoco un novillo intoreable. Dio muchos pases sin mando, y la impresi¨®n es que estuvo muy por debajo de lo esperado. Sali¨® a por todas en el quinto, se luci¨® con el capote por ver¨®nicas, un galleo por gaoneras y en un quite por chicuelinas, pero no dijo nada ante la noble e incansable embestida de su oponente.

Y su compa?ero Serna pas¨® desapercibido en su primero, un novillo noble y con calidad, y mostr¨® excesivas precauciones ante el complicado sexto.

?Y los novillos? Muy interesantes, nada bobos, mansones a excepci¨®n del cuarto, nobles y con las orejas colgando para novilleros dispuestos a ganar.