¡®Twin Peaks¡¯, desconcierto al cuadrado

Libre como Lynch, por Eneko Ruiz Jim¨¦nez

En artes como la pintura y la m¨²sica, el p¨²blico no busca una narraci¨®n lineal y coherente. Nuestro subconsciente une sus piezas abstractas para destilar un valor emocional. Pero el cine es muy distinto. En el s¨¦ptimo arte, nuestra educaci¨®n nos lleva a buscar algo que tenga sentido bajo ciertas reglas narrativas. Sin embargo, directores como Bu?uel, Fellini y Lynch se atrevieron a romper esas normas para convertir la experiencia visual en un arte nacido de la pura emoci¨®n y casualidad. Llevaron el surrealismo a las salas, pero no a todos los p¨²blicos. Esa expresi¨®n alcanzaba un culmen en la ¨²ltima obra del estadounidense. Inland Empire era una cinta imposible de un autor que mandaba un claro mensaje: se sent¨ªa libre para hacer lo que quisiera, sin plegarse ante estudios, el p¨²blico ni la narraci¨®n tradicional. Sin esa libertad, no volver¨ªa.

Twin Peaks, la serie con la que revolucion¨® la televisi¨®n, recupera 25 a?os despu¨¦s a muchos de los personajes, tiene asesinatos macabros y mantiene su extra?o sentido del humor. Pero su on¨ªrico renacimiento no se deja llevar por las nostalgia ni la autorreferencia tan habitual en estos regresos. No hay di¨¢logos forzados que recuerden lo que pas¨® ni rellenen los huecos. Al contrario. Lynch casi abandona el pueblo salido de un cuadro de Norman Rockwell para narrar historias aparentemente inconexas que de nuevo dan rienda suelta a la lucha entre el yin y el yang caracter¨ªstica de su obra.

Y, aun sin ser tan ca¨®tico (en el mejor sentido de la palabra) y desconcertante como su ¨²ltima obra, esto es Lynch en estado puro. Algo que no se ha hecho en televisi¨®n en dos d¨¦cadas. Una voz personal y libre que no se conforma con complacer. Para disfrutarlo, no solo hay que ser seguidor de Twin Peaks, sino tambi¨¦n de su apabullante obra. A Lynch no le atraen los cantos de sirena: su estilo no est¨¢ hecho para los tiempos donde abunda un espectador que busca respuestas con mapas, teor¨ªas y r¨¢pidas conclusiones en foros y redes sociales. Twin Peaks, en realidad, ni siquiera se deber¨ªa explicar solo habiendo visto dos de sus 18 horas. Es imposible.

Y, s¨ª, es normal que no todos nos sintamos atra¨ªdos por el cine de Lynch, un puzle sin forma, maravilloso, desasosegante y frustrante. Al fin y al cabo nuestro mundo no nos empuja a vivir esa experiencia. Pero cuando logras adentrarte en su mundo, no hay nada igual.

Un juego sin reglas, por ?lvaro P. Ruiz de Elvira

No esperaba menos de David Lynch. Es decir, que con la vuelta de Twin Peaks ha hecho lo que le ha dado la reverenda gana, por decirlo de una manera suave. Y por ello, le aplaudo. La vuelta de la serie que cambi¨® en cierta forma las reglas del juego ha sido extra?a. Los dos primeros cap¨ªtulos son Lynch en estado puro, el Lynch que ha evolucionado en los ¨²ltimos 25 a?os, el que pas¨® por Mullholland Drive, pero no tienen el encanto que tuvo la serie (contemos desde el primer cap¨ªtulo hasta que entierran a Leland Palmer). El encanto de un peque?o pueblo del que nunca vimos sus calles, solo el interior de una cafeter¨ªa, de una comisar¨ªa, de un hotel de madera, de una serrer¨ªa y de un par de bares. Y el encanto de un humor surrealista que en la vuelta es, de momento, casi inexistente. Pero las reglas las puso en su d¨ªa Lynch (hasta que le dejaron) y las vuelve a poner ahora el cineasta, con libertad absoluta.

Y en esa libertad est¨¢ el olvidarse de lo nost¨¢lgico todo lo posible y en situar al espectador en varios escenarios desconcertantes, y en poner a los personajes, muchos nuevos, en situaciones de momento inexplicables. Lo extra?o es que muchos de ellos est¨¦n tan lejos del pueblo original. Lynch va a jugar con la dualidad de nuevo, con el concepto de doppelg?nger. Y lo va a hacer ampliando el universo de Twin Peaks cambiando las reglas. Y es lo mejor de este retorno, no volver a lo mismo. Y lo hace en un momento en el que en la televisi¨®n ya estamos acostumbrados a historias que van m¨¢s all¨¢ de lo normal, en su narraci¨®n, en su estructura y en sus personajes, se llame The Leftovers o se llame Fargo. Ah¨ª igual tiene tambi¨¦n un nuevo p¨²blico que se enganchar¨¢ a Twin Peaks sin necesidad de ver la serie original.

La nueva Twin Peaks gustar¨¢ indudablemente a los seguidores de Lynch. Despistar¨¢ a los que les gustaba la serie original sin ser seguidores de Lynch. Y ahuyentar¨¢ a los que nunca soportaron ni a la serie ni a su creador. Si es que llegan a verla. Quedan otros 16 cap¨ªtulos y todo puede cambiar. Lo har¨¢, es Lynch. Quiz¨¢ volvamos por momentos a ese Twin Peaks de buen caf¨¦ y tartas de cereza, ojal¨¢ haya momentos as¨ª. Y a volver a ver al agente Cooper en su estado original, ese hombre optimista de imagen naif que era el alma de la serie. Verle con el pelo largo, asqueroso y esa camisa de piel de serpiente ha sido un shock. Pero todo apunta a que en general ser¨¢ el Twin Peaks de cortinas rojas, de encuadres de c¨¢mara oblicuos, de falta de simetr¨ªa, de sue?os pasados por LSD. Es Twin Peaks pasado por Mullholand Drive. Y no esperaba menos. A m¨ª, me va a tener pendiente, al menos un cap¨ªtulo m¨¢s, seguro que hasta el final¡­ Y es que desde que se anunci¨® la vuelta de Twin Peaks, con Lynch y Mark Frost de nuevo al frente, yo acept¨¦ las reglas del juego. Reglas inexistentes.

Una nueva tomadura de pelo, por Natalia Marcos

"Hola, agente Cooper. Volveremos a vernos en 25 a?os". Fue una de las ¨²ltimas frases que escuchamos en la Twin Peaks original y ahora, algo m¨¢s de 25 a?os despu¨¦s, es lo primero que suena en la nueva entrega de la serie que marc¨® el comienzo de la revoluci¨®n de la televisi¨®n.

Twin Peaks va contra corriente. Ya lo hizo en 1990 y lo vuelve a hacer ahora, cuando David Lynch, tras a?os de silencio en el cine, regresa a la televisi¨®n para hacer lo que le da la gana. ?Que no tiene sentido? Le da igual. Los dos primeros cap¨ªtulos del regreso de Twin Peaks (Movistar Series Xtra los emiti¨® esta madrugada y en Movistar+ est¨¢n disponibles bajo demanda los cuatro primeros) son un festival lynchiano. El director deja a un lado la nostalgia y va directo al desconcierto, a ampliar y retorcer a¨²n m¨¢s el universo que cre¨® all¨¢ por los noventa.

Varios cr¨ªmenes misteriosos sirven de punto de arranque a la historia. Pero el espectador ya sabe que es in¨²til tratar de encontrar una l¨®gica a todo lo que se ve en pantalla. Que cuando crea que empieza a entender lo que ocurre, todo va a dar la vuelta para no tener sentido. Y as¨ª ocurre en el segundo episodio, con gran protagonismo del universo on¨ªrico que esconde la cortina roja.

A Twin Peaks o la amas o la odias. Los que admiran ese mundo inexplicable y retorcido de Lynch, encontrar¨¢n en este regreso una enorme satisfacci¨®n. Los que la odian y la vieron como una gran tomadura de pelo, es mejor que huyan porque tendr¨¢n en los nuevos cap¨ªtulos una nueva gran estafa. Porque el regreso de Twin Peaks es Lynch elevado al cuadrado. Parece tener la intenci¨®n de volver a revolucionar la televisi¨®n sacudiendo sus elementos, agit¨¢ndolo todo junto, y cuando ya no tiene sentido nada, lo planta en la pantalla. Caiga quien caiga. Eso s¨ª, incluso los defensores de la serie reconocer¨¢n que el desconcierto y la saturaci¨®n de elementos inexplicables va m¨¢s all¨¢ de lo que pod¨ªamos esperar. Pero, como dicen en la serie, "ahora no todo se puede decir en voz alta". Por eso, seguiremos la corriente a Lynch como si el rey no estuviera desnudo. Pero lo est¨¢.

Queda mucho camino por delante. Ser¨¢n 18 cap¨ªtulos de locuras, sue?os, surrealismo, explicaciones inexplicables y personajes estramb¨®ticos. Cuando lleguemos al final sabremos qu¨¦ hemos visto. O no. De momento, quien est¨¦ dispuesto a hacer frente al camino, solo puede dejarse llevar. Eso s¨ª, solo si est¨¢s dispuesto a que David Lynch te vuelva a tomar el pelo una y otra vez.