Antes de que la Feria cante
Genoveva Tusell proporciona jugosas claves acerca de las conflictivas relaciones de Picasso y sus herederos con el franquismo en 'El Guernica recobrado'
1. ¡®Guernica¡¯
El Guernica es posiblemente la obra de arte m¨¢s citada, conocida y documentada del siglo pasado. Comenzado a las pocas semanas del infame bombardeo fascista sobre la poblaci¨®n vasca (en absoluto un objetivo militar), el gigantesco cuadro, encargado por el entonces director general de Bellas Artes, Josep Renau, fue expuesto en el pabell¨®n espa?ol de la Exposici¨®n Internacional de Par¨ªs de 1937, donde sirvi¨®, en primer lugar, para atraer la atenci¨®n hacia la causa republicana. Luego, y casi enseguida, el cuadro se convirti¨® en una especie de ic¨®nico grito de denuncia contra los sufrimientos de la guerra, de cualquier guerra en cualquier lugar del mundo. Tan feroz es la potencia antib¨¦lica residente en el Guernica que cuando Colin Powell se dirigi¨® a las Naciones Unidas para solicitar la aprobaci¨®n de la Asamblea para los bombardeos imperiales sobre Irak (febrero de 2003), el tapiz que reproduc¨ªa el cuadro en uno de los pasillos de la sede neoyorquina fue ¡°censurado¡± vergonzantemente tras una cortina, no fuera que alg¨²n medio aprovechara la iron¨ªa gr¨¢fica. De la pintura, de su estructura y composici¨®n, y de las posibles interpretaciones de sus elementos se ha escrito much¨ªsimo. Menos, y con menor documentaci¨®n, de las vicisitudes de la pintura antes, durante y despu¨¦s de los a?os de su exilio en el MOMA y del prolijo proceso de su devoluci¨®n a Espa?a en 1981, cuando ya se hab¨ªa cumplido la principal condici¨®n impuesta por su autor: la restauraci¨®n de la democracia secuestrada y hecha a?icos en 1939. La historiadora Genoveva Tusell, hija de Javier Tusell (1945-2005), quien fuera uno de los principales art¨ªfices de la devoluci¨®n del cuadro (y al que Soledad Becerril premi¨® sus servicios ¡ª?fuego amigo¡ª con un vergonzoso y muy sonado despido), se ha sumergido en todos los archivos a los que ha tenido acceso para ofrecer en El Guernica recobrado (C¨¢tedra) la apasionante biograf¨ªa administrativa del cuadro, adem¨¢s de proporcionar jugosas claves acerca de las conflictivas relaciones del pintor y sus herederos con el franquismo. Un libro imprescindible que adem¨¢s resulta un oblicuo homenaje a todos los que hicieron posible el regreso del cuadro.
Un golpe de vida es el ¨²ltimo fragmento (por ahora) de la prolongada autobiograf¨ªa vital, ideol¨®gica y profesional de quien ha pasado toda su existencia preguntando y aliment¨¢ndose de lo que le responden
2. Cruz
Vaya por delante: de Juan Cruz Ruiz me separa casi todo. Para empezar, ¨¦l es Juan Cruz y a m¨ª no me conoce casi nadie (por cierto: ?c¨®mo me llamo?). ?l se declara un bienqueda (en El Confidencial, mayo de 2015) y yo ¡ª?ay¡ª resulto un malqueda; ¨¦l busca la armon¨ªa y tiende a ver siempre lo bueno, la botella medio llena, y yo me bebo el contenido y me fijo morbosamente en los posos que se agitan al fondo. ?l ama el periodismo y yo, bueno, d¨¦jenme que lo piense un poco m¨¢s. ?l lleva su lealtad hasta el obituario (de los c¨¦lebres) y yo me siento a veces un traidor, un conde don Juli¨¢n de pacotilla. ?l es m¨¢s bien panglossiano y yo jeremiaco. ?l se lleva bien con (casi) todos ¡ªespecialmente en el mundo del libro¡ª y yo no paro de pisar callos y egos (¡°revueltos¡±, gracias por el pr¨¦stamo). Por todo eso, supongo, a ¨¦l le dan premios y a m¨ª no: a mi manera, tambi¨¦n me lo he ganado a pulso. Bueno, pues dicho esto, tengo que decirles, sin ning¨²n pesar ni resentimiento, que Un golpe de vida (en Alfaguara: la editorial que dirigi¨® y yo codirig¨ª con Luis Su?¨¦n antes que ¨¦l) me parece uno de sus mejores libros (y conste que le tengo cari?o hist¨®rico a su Cr¨®nica de la nada hecha pedazos, 1973; reedici¨®n en Alba). Su materia es, como casi siempre, ¨¦l mismo y El PA?S, el peri¨®dico en el que ha estado desde el primer d¨ªa y del que es el m¨¢ximo palad¨ªn, adem¨¢s de un tot¨¦mico superviviente que ha superado todas sus crisis y participado en todas sus euforias. Y, por supuesto, su materia son tambi¨¦n sus casi infinitos amigos, vivos (a los que sigue homenajeando y dejando caer sus nombres apabullantes) y muertos (a los que puntualmente rindi¨® el postrer homenaje necrol¨®gico). Un golpe de vida es el ¨²ltimo fragmento (por ahora) de la prolongada autobiograf¨ªa vital, ideol¨®gica y profesional de quien ha pasado toda su existencia preguntando y aliment¨¢ndose de lo que le responden, porque, como explica David Eagleman (en El cerebro; Anagrama), adem¨¢s de agua, comida y ox¨ªgeno, ¡°nuestras neuronas requieren para funcionar normalmente, desarrollarse y sobrevivir las neuronas de los dem¨¢s¡±. Este libro de Juan Cruz es una especie de summa condensada de Juan Cruz, una forma el¨ªptica (¨¦l es un hombre t¨ªmido) de seguir desnud¨¢ndose para explicarse y para que le quieran. Y un testimonio indirecto de una generaci¨®n que crey¨® que el mundo pod¨ªa cambiar (entre otras cosas, gracias al periodismo) y ahora hemos llegado a esto. Y perdonen la tristeza, como dec¨ªa Vallejo.
3. Gr¨¢ficos
Tres ¨¢lbumes estupendos. Cuttlas (DeBolsillo; 24,95 euros) re¨²ne una d¨¦cada de historietas del genial, sabio y desconcertante cowboy minimalista que Calpurnio cre¨® en 1983; La mujer de al lado (20 euros), publicada por Gallo Nero, el sello que m¨¢s correctamente publica los mangas, incluye seis magn¨ªficos relatos realistas del gran maestro gr¨¢fico Yoshiharu Tsuge (1937), cuya influencia ha sido determinante para tres generaciones de autores de mangas. Por ¨²ltimo, a la hora de calificar La levedad, el extraordinario, terrible, desgarrador ¨¢lbum de Catherine Meurisse (Impedimenta; 24,95 euros), me viene a la cabeza la expresi¨®n ¡°obra maestra¡±: el relato de la tremenda experiencia personal de una de las dibujantes de Charlie Hebdo que aquel d¨ªa funesto lleg¨® tarde al trabajo vale m¨¢s que miles de palabras ¡°objetivas¡± sobre la masacre.
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