Correcto aunque innecesario ¡®remake¡¯ de ¡®El seductor¡¯
A Sofia Coppola, mucho m¨¢s suave y meliflua que Don Siegel, le interesa m¨¢s filmar el paisaje que hurgar en las reacciones de los personajes de 'Las seducidas'
A falta de imaginaci¨®n, o por vaguer¨ªa, se extiende la peligrosa man¨ªa de volver a adaptar pel¨ªculas cl¨¢sicas. O sea, inmejorables. Incluso a veces llevan la firma de la persona que las cre¨®. Me refiero al ¨²ltimo y olvidable disparate que ha perpetrado Ridley Scott retornando a su inmejorable Alien. El vigoroso Don Siegel rod¨® en los setenta una pel¨ªcula tan magn¨¦tica como perturbadora, El seductor, un cuento perverso, casi de terror, poderosamente er¨®tico, en el que un soldado nordista que ha sido herido, interpretado por un Clint Eastwood oscuro y seductor, es recogido por una comunidad de mujeres sudistas, entre las que hay adolescentes y ni?as. Y all¨ª se dan cita todo tipo de tensiones, desde la inicial turbaci¨®n y deseo hacia el macho hasta su progresivo exterminio cuando constatan que su presencia puede amenazar la armon¨ªa que han logrado entre ellas en medio de la guerra. Era una pel¨ªcula tan audaz como enfermiza, en posesi¨®n de una atm¨®sfera admirable.
Sofia Coppola, que es mucho m¨¢s suave y meliflua que Siegel, tambi¨¦n ha visto posibilidades de hacer algo inquietante con Las seducidas. Dispone de la excelente Nicole Kidman interpretando a la directora de esta casa victoriana en medio del bosque, y de un grupo de cr¨ªas entre inocentes y retorcidas, pero Colin Farrell no es Clint Eastwood. A Sofia Coppola le interesa m¨¢s filmar el paisaje que hurgar en las complejas reacciones de los personajes. Son bonitos los amaneceres y los atardeceres, las brumas matinales y el encanto del bosque, pero la dinamita que pretende aplicar a la sinuosa relaci¨®n de la colmena femenina con el abejorro y el postrero sacrificio del macho est¨¢ ligeramente aguada. No es una pel¨ªcula desde?able, posee fuerza visual, pero palidece si recordamos su precedente. El modelo original daba angustia y miedo, su remake lo ves como un cuento de hadas en el que su desarrollo te puede parecer previsible.
Me cuentan que un peri¨®dico franc¨¦s?ha definido?Rodin?como una pel¨ªcula que te resulta tan pesada como si te cayera encima una escultura de Rodin. Y me r¨ªo mucho. Eso se llama ingenio y lucidez, el resto es cr¨ªtica de cine. El reputado director Jacques Doillon vuelve a revisar la vida y obra de aquel se?or genial que te provoca tantos sentimientos impagables cuando ves esculturas como El beso o Los burgueses de Calais. Pero no aporta nada que merezca la pena. S¨ª una sensaci¨®n plomiza, un relato lineal y est¨¢tico retratando el m¨¦todo de trabajo del uranio, sus relaciones con Cezanne y Monet, su pasi¨®n amatoria no solo hacia su colaboradora y amante Camille Claudel sino tambi¨¦n su infatigable dedicaci¨®n sexual a modelos y sirvientas, su miedo a la ruptura definitiva con la vacaburra de su esposa, el proceso de creaci¨®n inspir¨¢ndose en Dante para sus esculturas de La puerta del infierno, su fijaci¨®n con el rostro y el cuerpo de Balzac. Todo esto, que podr¨ªa estar descrito de forma apasionante ateni¨¦ndose a la personalidad proteica de Rodin, se reduce a una sucesi¨®n mon¨®tona de escenas que huelen a teatro malo. Terminas agotado. Habr¨¢ que revisitar urgentemente en Par¨ªs el museo Rodin para que el artista te siga fascinando, ya que al adusto personaje cinematogr¨¢fico solo quieres olvidarlo.
Nada atractivo que contar de la coreana El d¨ªa despu¨¦s, dirigida por Hong Sangsoo, una tediosa historia de adulterio atormentado filmada en blanco y negro, con planos fijos que no se acaban nunca. Aunque no me vuelva loco de alegr¨ªa reconozco una sensibilidad especial en la directora japonesa Naomi Kawase. Sin embargo, su ¨²ltima pel¨ªcula Hacia la luzme resulta ligeramente almibarada. Narra la historia entre una mujer con vocaci¨®n y facilidad para describir po¨¦ticamente lo que le rodea, alguien que se lleva muy bien con la luminosidad, y un fot¨®grafo que se est¨¢ quedando ciego.?
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