Arrebato inconcluso
Alejandro Talavante, herido, tuvo un encastado lote de puerta grande y solo pudo cortar una oreja
Alejandro Talavante, torero de hondo sentimiento e inspiraci¨®n, tuvo un lote de puerta grande y solo cort¨® una oreja. Pobre balance. Y no porque sus obras maestras no fueran coronadas a ley, sino porque a sus dos faenas le falt¨® la grandeza que exig¨ªan los toros.
No fue, ni mucho menos, el mejor Talavante. Gust¨®, claro que s¨ª, porque da pinceladas henchidas de color, pero no arrebat¨®, ni conmovi¨® ni puso la plaza a sus pies. En fin, que una tarde inconclusa la tiene cualquier artista.
Del Cuvillo/Bautista, Talavante, Roca Rey
Toros de N¨²?ez del Cuvillo, justos de presentaci¨®n, mansos, blandos y muy nobles. Destacaron segundo y quinto por su movilidad y raza.
Juan Bautista: estocada y un descabello (silencio); bajonazo (divisi¨®n de opiniones).
Alejandro Talavante: pinchazo y estocada (ovaci¨®n); estocada baja (oreja).
Roca Rey: bajonazo descarado (silencio); estocada (silencio).
Parte m¨¦dico: Talavate sufri¨® una herida en el tercio inferior del muslo derecho, con una trayectoria de 20 cms. que despega el tejido subcut¨¢neo sin afectar a los m¨²sculos. Pron¨®stico reservado.
Plaza de Las Ventas. Decimocuarta corrida de feria. 24 de mayo. Lleno de 'no hay billetes' (23.624 espectadores).
Se llevo el lote de la corrida. Mansos los dos, como los dem¨¢s, pero ambos toros se vinieron arriba en banderillas y llegaron al tercio final con movilidad, codicia y casta suficiente para poner en apuros a cualquier coletudo y ofrecer en bandeja un triunfo a un torero grande.
Talavante es de estos ¨²ltimos, y de los que exigen, adem¨¢s, este tipo de ganader¨ªas, sobre el papel c¨®modas y nobles; pero estos dos, adem¨¢s de un car¨¢cter bonancible, derrocharon fiereza, lo que viene a complicar la tarea de los artistas. No est¨¢n acostumbrados ellos a tanto derroche de energ¨ªa, a tanto motor en las entra?as, y, claro, algunos brochazos salen desdibujados.
Eso le ocurri¨® a Talavante. La faena de muleta a su primero fue de m¨¢s a menos. En la primera tanda con la mano derecha el toro busc¨® con raza la muleta, y el torero salv¨® con honor ese primer encuentro, bien rematado con un cambio de manos, un molinete y el de pecho.
Repiti¨® el animal por el lado contrario, enganch¨® el enga?o y ya los muletazos no surgieron con tanta plasticidad. Mec¨¢nicos y acelerados resultaron los redondos siguientes, y, a partir de entonces, se deshizo el encanto. El toro sigui¨® embistiendo, pero el torero ya no fue el mismo. La obra no qued¨® rematada. Ni el torero estuvo a la altura del toro, ni hubo conexi¨®n entre ambos. Mejor Talavante en los adornos que en el toreo fundamental, y qued¨® patente que la grandeza esperada no hab¨ªa hecho acto de presencia. Eso sucedi¨® porque el toro era exigente, y ya se sabe¡
De menos a m¨¢s fue la segunda. Otro toro encastado, este con genio ¨¢spero, que le permiti¨®, sin embargo, lucirse de entrada con unos naturales largos, que remat¨® con una preciosa trincherilla. Perdi¨® la muleta y resbal¨® en la siguiente tanda, tambi¨¦n con la zurda, y, cuando cit¨® con la mano derecha, el toro se qued¨® corto en el viaje, le levant¨® los pies del suelo y se lo ech¨® a los lomos. Sali¨® dolorido de la voltereta y sus compa?eros le insistieron para que se dirigiera a la enfermer¨ªa, lo que no consinti¨®. El parte demostr¨® despu¨¦s que la herida no era grave. Con el p¨²blico enardecido (suele ocurrir tras una cogida), Talavante dibuj¨® dos tandas de naturales de categor¨ªa antes de cobrar una estocada baja. Le concedieron una oreja tras una mayoritaria petici¨®n, y con el trofeo en la mano cruz¨® el di¨¢metro de la plaza para ponerse en manos del equipo m¨¦dico.
No tuvo suerte Roca Rey porque su primer toro fue el ¨²nico que, de verdad, se par¨® a mitad de faena, y el sexto se lesion¨® gravemente tras dos pases cambiados por la espalda que rompieron materialmente al animal.
Se jug¨® el tipo, no obstante, con los ce?id¨ªsimos estatuarios con los que comenz¨® la faena al tercero, derecho el torero como una vela, asentado en la arena, que remat¨® con un pase del desprecio y el obligado de pecho. Unos redondos m¨¢s aguant¨® el burel antes de venirse abajo definitivamente por su falta de fuerza y ausencia de casta. Quiso Roca Rey jugar de verdad la ¨²ltima carta de la tarde, y, tras un quite por chicuelinas de Bautista, respondi¨® con otro por saltilleras y gaoneras ajustad¨ªsimas, que desprendieron verdadera emoci¨®n. Brind¨® al p¨²blico, llegaron los dos pases por la espalda, pero el toro qued¨® tan seriamente lesionado que se desplom¨® para siempre.
No fue convidado de piedra Juan Bautista, pero as¨ª se qued¨® el respetable ante sus formas anodinas, fr¨ªas e ins¨ªpidas. Sus dos toros fueron nobil¨ªsimos y tontunos, de esos que los coge un artista y les hace encaje de bolillos. Pero Bautista no lo es, como la mayor¨ªa de los habitantes del globo terr¨¢queo, y no dijo nada. Dio muchos pases, alarg¨® la primera faena de manera innecesaria, pero no sinti¨® nada. La historia se repiti¨® ante el cuarto, y Bautista corrobor¨® que es un torero sin alma que, no obstante, se luci¨® con un variado repertorio con el capote.
La corrida de hoy
Toros de Alcurruc¨¦n, para El Juli, ?lvaro Lorenzo y Gin¨¦s Mar¨ªn (los dos ¨²ltimos confirman la alternativa).
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