M¨¢s all¨¢ de Picasso: Dora Maar
Un nuevo libro reivindica el lugar de Dora Maar en la historia de la fotograf¨ªa, cuya lectura qued¨® mediatizada por su figura como musa de Picasso
Cuando Dora Maar (Par¨ªs 1907- 1997) muri¨® sola en un hospital de Par¨ªs, ¡°no era m¨¢s que un pie de p¨¢gina en la vida de un gran artista que hab¨ªa muerto veinticuatro a?os antes¡±, tal y como la describ¨ªa el periodista Alan Riding. Pocos recordaban que hab¨ªa sido una de las fot¨®grafas m¨¢s emblem¨¢ticas del surrealismo, y muchos de los que se acordaban de ella inevitablemente lo hac¨ªan como musa y v¨ªctima de uno de los artistas que m¨¢s ha enriquecido la historia del arte con su misoginia: Picasso. A punto de cumplirse el veinteavo aniversario de la muerte de la artista, el libro sobre ella escrito por Louise Baring, Dora Maar: Paris in the time of Man Ray, Jean Cocteau, and Picasso, insiste en recordar el lugar que ocupa Maar en la historia de la fotograf¨ªa por derecho propio, alejada de la tupida sombra del pintor. ¡°Fue una fot¨®grafa extraordinaria¡±, dijo de ella Cartier-Bresson,¡±en su obra siempre hay algo muy sobrecogedor y algo muy misterioso¡±.
Sus ¨²ltimos a?os de vida los pas¨® en absoluta reclusi¨®n. Ferviente cat¨®lica, solo trataba con su confesor, su asistenta, su vecina y un par de amigos. Poco a poco hab¨ªa ido abandonando su rica vida social dentro del c¨ªrculo art¨ªstico e intelectual parisino. En la soledad y el silencio de su piso de la 6, rue de Savoie, que solo abandonaba para trasladarse a su casa de M¨¦nerbes ¡ªun regalo del artista¡ª alimentaba el mito de su enigma. Cincuenta y dos a?os despu¨¦s de que Picasso la abandonase por otra mujer, la pintora Fran?oise Gilot, el fantasma del pintor espa?ol segu¨ªa presente. Las paredes aun conservaban los trampantojos de insectos dibujados por el malague?o. De ellas colgaban parte de los 130 Picassos que Maar atesoraba, junto con la correspondencia y otros documentos fruto de una intensa y turbulenta relaci¨®n de cerca de diez a?os. Solo una vieja Rolleiflex, encima de una c¨®moda, delataba su trayectoria como fot¨®grafa. Desde 1939 se hab¨ªa dedicado casi con exclusividad a la pintura, pero aun conservaba toda su producci¨®n fotogr¨¢fica, incluidos sus negativos.
Picasso y Dora Maar se conocieron a principios de 1936, durante el rodaje de la pel¨ªcula de Jean Renoir, Le Crime de Monsieur Lange. Paul ?luard fue su introductor. La fot¨®grafa ten¨ªa veintiocho a?os; el pintor cincuenta y cuatro. Despu¨¦s vendr¨ªa la famosa escena que cautiv¨® al pintor, en la que en una mesa del caf¨¦ Les Deux Magots, Maar jugaba a clavar una navaja entre sus dedos cubiertos por unos guantes bordados y salpicados por gotas de sangre. John Richardson, bi¨®grafo y amigo del artista, mantiene que se trataba de un juego masoquista ya establecido entre los dos. Hac¨ªa tiempo que Maar hab¨ªa roto con su amante el escritor Georges Bataille. ¡°Fue quien m¨¢s me hiri¨®¡±, confesar¨ªa la artista a su bi¨®grafa Victoria Combal¨ªa. Picasso segu¨ªa aun casado legalmente con Olga Koklova, pero era ya entonces pareja de Marie-Th¨¦r¨¨se Walker, con quien ten¨ªa una hija, Maya.
No fue solo la hier¨¢tica y provocadora belleza de la fot¨®grafa lo que fascin¨® al pintor. Tambi¨¦n su inteligencia, su visi¨®n art¨ªstica y su personalidad subversiva. Maar gozaba entonces de gran prestigi¨® y admiraci¨®n dentro del c¨ªrculo de los surrealistas, aunque nunca fue un miembro oficial. ¡°Fue autora de im¨¢genes extravagantes, originales y rigurosamente trabajadas- mundos de ensue?o, ambiguos y cr¨ªpticos que permanecen abiertos a la interpretaci¨®n¡±, se?ala Baring. Entre sus fotograf¨ªas destaca el inquietante P¨¨re Ubu, ese supuesto feto de armadillo (Maar nunca desvel¨® su naturaleza real) destinado a convertirse en ¨ªcono del surrealismo, que ser¨ªa expuesto junto con obras de El Bosco, Goya y Leonardo Da Vinci en Fantastic Art, Dada, Surrealism, en el MoMa a finales del 36.
Hija de un arquitecto croata y de madre francesa, su infancia transcurri¨® en Buenos Aires, donde vivi¨® hasta los trece a?os. Ya de vuelta en Par¨ªs estudiar¨ªa pintura en el taller de Andr¨¦ Lhote. Insatisfecha con los m¨¦todos did¨¢cticos de su maestro, sigui¨® los consejos de su compa?ero de estudios Cartier-Bresson y se decant¨® por la fotograf¨ªa. Desde 1931 ejerci¨® como una fot¨®grafa profesional. Comparti¨® estudio con el dise?ador Pierre K¨¦fer y m¨¢s tarde fundar¨ªa el suyo propio. Por aquel entonces ya hab¨ªa cambiado su nombre de pila, Henrietta Markovick, por el de Dora Maar. Compagin¨® la fotograf¨ªa de estudio con la de calle sin abandonar su obra personal. En un principio su obra estuvo marcada por la Nueva Objetividad, pero pronto comenz¨® a vislumbrase esa b¨²squeda por la extra?eza de lo cotidiano que caracteriza su obra. Sus fotograf¨ªas aparecer¨ªan en las mejores revistas y publicaciones surrealistas. La llegada de Picasso a su vida trastocar¨ªa por completo su trayectoria.
¡°Picasso se identificaba por encima de todo con el Minotauro, para quien se sacrificaban las doncellas¡±, se?alaba Richardson. Y de hecho, en cierto modo, as¨ª ocurr¨ªa. Poco a poco la brillante carrera de Maar como fot¨®grafa fue desvaneci¨¦ndose para dar paso a una pintora de segundo orden que segu¨ªa los pasos marcados por el genio espa?ol. Sus fotos fueron desapareciendo del mercado. ¡°Su reputaci¨®n como fot¨®grafa pasar¨ªa a descansar en su documentaci¨®n fotogr¨¢fica de El Guernica¡±, se?ala Baring. Fue precisamente la artista quien indujo a Picasso a pintar el cuadro. ¡°Maar era muy de izquierdas¡±, dice Combal¨ªa, una de las pocas personas con quien la esquiva artista accedi¨® a hablar por tel¨¦fono en la recta final de su vida y comisar¨ªa de la primera retrospectiva en vida de la artista, celebrada en Bancaixa, en Valencia en 1995. ¡°Estaba m¨¢s a la izquierda del partido comunista, pertenec¨ªa al grupo Contre-Attaque. Insist¨ªa en que Picasso se comprometiera m¨¢s con el bando republicano. Dora le dec¨ªa que ten¨ªa que posicionarse".
¡°Picasso la anim¨® a pintar porque no pod¨ªa tolerar la idea de que ella pudiera ser mejor que ¨¦l en cualquier esfera¡±, apunta Anna Baldassar¨ª en el libro. Sin embargo, si bien es cierto que Picasso alent¨® a la artista a retomar la pintura, no existen pruebas de que la incitase a abandonar la fotograf¨ªa. Juntos realizaron una serie de retratos mediante la t¨¦cnica de clich¨¦-verre (una combinaci¨®n entre pintura y fotograf¨ªa). ¡°Picasso consideraba la fotograf¨ªa como un arte menor, pero no tenemos constancia de ninguna frase negativa del pintor en contra de Maar como fot¨®grafa¡±, se?ala Combal¨ªa. ¡°Est¨¢ aquella frase que le dijo a James Lord: '?Sabe usted que Dora Maar es una experta fot¨®grafa? Es un genio de la fotograf¨ªa que me ha sacado centenares de fotos', y aunque podr¨ªa estar dicho con iron¨ªa, yo s¨ª creo que lo pensara, ya que en esa ¨¦poca era as¨ª¡±. Fue precisamente un retrato del artista realizado como portada para la revista Time el ¨²ltimo encargo de Maar como fot¨®grafa.
A medida que avanzaba la relaci¨®n la imagen de Dora Maar basada en los retratos que el pintor realiz¨® de ella, como La mujer que llora, fue tomando m¨¢s cuerpo.¡°Todos los retratos de Picasso son mentiras, son todos Picasso, ninguno es Dora Maar¡±, dir¨ªa la artista a?os m¨¢s tarde. As¨ª la fortaleza y la personalidad de la artista se iban debilitando frente a la fuerza de Picasso, de quien Combal¨ªa no duda en asegurar que ¡°hoy hubiese sido calificado de perverso narcisista¡±. La aparici¨®n de la joven pintora Fran?ois Gilot pondr¨ªa fin a la relaci¨®n. Tras lo cual Maar fue ingresada en un psiqui¨¢trico en 1945 y sometida a electrochoques. Fue el psicoanalista Jacques Lacan, encargado de la recuperaci¨®n de la artista, quien le aconsej¨® abrazar la religi¨®n cat¨®lica como tabla de salvaci¨®n. ¡°Despu¨¦s de Picasso, Dios¡±, dir¨ªa la fot¨®grafa.
¡°Cuando Picasso me abandon¨® todos se pensaban que me suicidar¨ªa. No lo hice para no darle esa satisfacci¨®n¡±, dir¨ªa Maar ya superada su relaci¨®n con el artista. ¡°Siempre me habl¨® con respeto y con admiraci¨®n de Picasso¡±, recuerda Combal¨ªa, quien solamente en una ocasi¨®n y temerosa de que le colgar¨¢ el tel¨¦fono se atrevi¨® a preguntarle directamente por la misoginia del pintor. ¡°Picasso era muy varonil y muy detentador de sus derechos¡±, le contest¨® ella.
Durante la posguerra y hasta su muerte Maar estuvo considerada como una pintora que poco a poco hab¨ªa encontrado su estilo en los melanc¨®licos paisajes del sur de Francia. ¡°Sin embargo ella s¨ª quer¨ªa ser considerada como fot¨®grafa¡±, destaca Combal¨ªa. ¡°De hecho, recientemente han aparecido obras de los a?os sesenta o setenta, prueba de que segu¨ªa experimentando con la fotograf¨ªa en a?os que todos cre¨ªamos que solo se dedicaba a pintar. Ella se consideraba las dos cosas. 'Soy tan buena como Man Ray', le dijo al galerista Marcel Fleiss ¡±.
Dora Maar: Paris in the time of Man Ray, Jean Cocteau, and Picasso. Rizolli Publications. 224 p¨¢ginas. 49 euros.
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