El ¡®xiquet¡¯ que dice no
Raimon deja los escenarios este fin de semana con un ¨²ltimo concierto en Barcelona, 54 a?os despu¨¦s de ¡®Al Vent¡¯
El padre de Raimon (Raimon Pelegero, nacido en X¨¤tiva, Valencia, el 2 de diciembre de 1940) era el presidente de la banda municipal de m¨²sica cuando el chico ten¨ªa seis a?os. A esa edad el padre lo hizo subir al escenario en el homenaje a un director que acababa de morir. Raimon tocaba la flauta, o el flaut¨ªn, pero esa vez el padre le dio para que leyera unos versos. Empezaban as¨ª: ¡°Faltaba un m¨²sico en el cielo¡¡±.
Ahora Raimon tiene 77 a?os y se despide de los escenarios, vestido de rojo o de blanco, rodeado de unos pocos m¨²sicos, acompa?ado de una guitarra con la que grab¨® en 1963 (la hab¨ªa compuesto en 1959) una canci¨®n que ahora le siguen pidiendo como un himno intergeneracional. Hasta ma?ana la corear¨¢n con ¨¦l los numerosos espectadores que no han querido perderse la despedida del chico de X¨¤tiva recriado en Barcelona ante el que el Palau de la M¨²sica se ha rendido este mayo.
Aquella canci¨®n, Al Vent, sigue siendo su emblema; se nota cuando empieza a rasgar la guitarra: todos hemos vivido las ganas de vivir, de tocar, de mirar, de acabar con la costumbre de bostezar en medio de la rutina del tiempo. Al vent del m¨®n! Un grito de alegr¨ªa. Manuel Sacrist¨¢n, el fil¨®sofo marxista, dijo que esa canci¨®n encant¨® a los j¨®venes de entonces (y a los maduros de despu¨¦s) porque se?alaba partes del cuerpo, era concreta y plausible, cantada, adem¨¢s, como si fuera rock. Una canci¨®n que produce ganas de correr, de abrazar, de ser felices.
Alguna vez dijo Raimon, que tiene un humor coronado por una risa contagiosa, que si no hubiera cantado esa canci¨®n seguramente hoy ser¨ªa un catedr¨¢tico de Historia jubilado, viviendo quiz¨¢ en X¨¤bia, donde tiene la casa de las vacaciones. Y cuando la cant¨® por primera vez, a los 18 ¨® 19 a?os, los compa?eros creyeron que era la traducci¨®n de una letra que encontr¨® por ah¨ª.
Luego vinieron Som, cuya poes¨ªa coreaban, emocionados, los espectadores del Palau estos d¨ªas, y Diguem no, que ha sido una explosi¨®n de rabia ¨²til para todas las causas y edades. Y naci¨®, en efecto, contra el miedo, contra la sangre in¨²tilmente derramada, contra la tortura. Y surgi¨® por un motivo concreto: sus compa?eros quer¨ªan llevarlo a escuchar canciones de Brassens. ?l no quiso ir: ten¨ªa ex¨¢menes. A sus compa?eros los agarr¨® la polic¨ªa, los encarcelaron. ?l se qued¨® fuera de la pesquisa y de la tortura. Y escribi¨® Diguem no.
Pas¨® la censura?
La censura la dej¨® pasar, con una condici¨®n: que el t¨ªtulo diera por supuesto que el objeto de la canci¨®n era el pasado. As¨ª que en aquellos tiempos fue Ahir (Diguem no). Hoy puede decirse que aquella quiz¨¢ fue la primera canci¨®n protesta de Espa?a. Y su origen fue tambi¨¦n lo que hab¨ªa le¨ªdo, en franc¨¦s, al principio de El hombre rebelde, de Albert Camus: ¡°?Qu¨¦ es un hombre rebelde? Un hombre que dice no. Pero negar no es renunciar: es tambi¨¦n un hombre que dice s¨ª desde su primer momento. Un esclavo, que ha recibido ¨®rdenes durante toda su vida, juzga de pronto inaceptable una nueva orden. ?Cu¨¢l es el contenido de ese ¡®no¡¯?¡±
Ese impresionante grito rasg¨® sus s¨ªmbolos iniciales y ahora sirve para todas las causas. Diguem no sigue el camino de los mitos desde que naci¨® en la voz camusiana del cantante.
Detr¨¢s de esa canci¨®n est¨¢, adem¨¢s, la memoria personal del Raimon chico: su padre era de la CNT, fue encarcelado por Franco, ¨¦l naci¨® fruto de un permiso carcelario, y sus primeras salidas tambi¨¦n fueron a la c¨¢rcel, con su madre, vestido de beb¨¦. La posguerra fue un largo suplicio, un tiempo de silencio que ¨¦l evoca en otras canciones suyas. Dej¨® X¨¤tiva y estudi¨® en Valencia. Historia. Ley¨® a los de entonces, Pearl S. Buck, Lajos Zilahy, discut¨ªa con sus compa?eros sobre la existencia de Dios, sobre el sentido de la vida; lleg¨® a ¨¦l La peste, de Camus, descubri¨®, gracias a Joan Fuster, el valor incalculable de la lengua catalana, ley¨® a los poetas antiguos y presentes de ese idioma (Espriu, Ausi¨¤s March), y a partir de los veinte a?os, cuando ya hab¨ªa rasgado el cielo de su vida con Al vent y con Diguem no, se convirti¨® en un mito sobrio, independiente, leal con su cultura y con un amor que tambi¨¦n est¨¢ en sus canciones: Analissa, que vino a su vida ¡°desde aquel pa¨ªs de Italia¡±.
En la foto que ahora le devuelve a los seis a?os est¨¢n, si nos fijamos bien, la cara, la apostura, la sobriedad, que es tambi¨¦n ¨¦tica, esencial, de Raimon Pelegero, el hombre que dice no, que sigue diciendo no, y que se despide. Como escribi¨® hace una semana J. M. Espin¨¢s en El Peri¨®dico, es imposible que Raimon se despida. No es retirable. Dentro lleva, la energ¨ªa del muchacho que recitaba versos en la fiesta luctuosa de un d¨ªa en X¨¢tiva, hace 71 a?os.
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