El disco que Bruce Springsteen deber¨ªa grabar desde hace mucho tiempo
Little Steven, mano derecha del Boss desde hace 40 a?os, publica un sobresaliente ¨¢lbum que rememora todo el rock'n'roll que el jefe no alcanza actualmente en sus trabajos
Suena como es: el escudero combate mejor que el caballero de honor. No se ve muchas veces, pero en esta ocasi¨®n es un asunto clamoroso. Stevie Van Zandt, conocido como Little Steven, c¨¦lebre guitarrista de la E Street Band y mano derecha de Bruce Springsteen desde hace 40 a?os, le ha pegado un repaso al Boss. Solo basta escuchar su nuevo y sobresaliente disco, Soulfire.
El ¨¢lbum es un alegato de todo ese rock¡¯n¡¯roll que representa Springsteen, pero con el que, de un largo tiempo a esta parte, no casa en sus trabajos. M¨¢s all¨¢ de sus directos, Bruce hace tiempo que no alcanza las cotas de rock en sus discos como se espera de ¨¦l. Antes de que salte la parroquia springsteeniana, tampoco dramaticemos: nadie dice que Springsteen est¨¦ acabado. Cuando se pone, es un derroche de facultades, pero seamos serios y honestos: Little Steven, a d¨ªa de hoy, hace de Springteen mejor que el propio Springsteen.
Soulfire empieza como una pel¨ªcula de acci¨®n, con ese ritmo sincopado y contagioso. Desde los primeros compases es una invitaci¨®n a dejarse llevar. Suena inocente e ilusionante, como toda buena aventura. Ese es el esp¨ªritu del disco, que supone un viaje por las esencias del mejor rock¡¯n¡¯roll norteamericano de los setenta, ese que Springsteen ejemplific¨® con pasi¨®n y talento desmesurados, ensanchando la v¨ªa de efusividad que surgi¨® con la primera escuela de los cincuenta.
Con este ¨¢lbum, Little Steven, como Springsteen en esos setenta, se hace portador de eso que se llam¨® el sonido de Jersey Shore, una vibrante combinaci¨®n de estilos primarios, como el rock¡¯n¡¯roll de garito, el blues tabernario, el soul urbano y el doo-wop callejero. Un sonido con sus propias sellas de identidad, que se desarroll¨® en Nueva Jersey al calor de la m¨²sica de la Costa Este, alcanzando la asociaci¨®n entre el fascinante legado afroamericano de los cincuenta y sesenta con el ¨ªmpetu beat de las bandas brit¨¢nicas y estadounidenses de la contracultura. Un¨ªa a los Drifters con los Rolling Stones, a la Motown con los Beatles. Un¨ªa el sudor con las botas de piel, el s¨¢bado noche con la carretera interminable. Como escribe Springsteen en sus memorias: ¡°Era la m¨²sica que consegu¨ªa que el coraz¨®n de cuero te diese un vuelco¡±.
Soulfire te da un buen vuelco, y eso que varias composiciones son conocidas por los amantes del Jersey Shore Sound, as¨ª como por los fans m¨¢s eruditos de Springsteen. Algunas de esas canciones como I Don¡¯t Want to Go Home han sido interpretadas por el propio Bruce junto a su colega de fatigas en esa escena en los setenta, Southside Johnny. Ah¨ª, entre ambos y en ese circuito, siempre estuvo Little Steven, incluso antes de que el propio Springsteen grabase su primer disco. En el fondo, es su gran embajador a la sombra del Boss. Van Zandt siempre ha sido un apasionado de la calidez musical de la costa de Nueva Jersey, ese sonido tan entusiasta como melodram¨¢tico, incandescente en su recreaci¨®n de rom¨¢nticas estampas urbanas, salpicado por bares de m¨¢quinas tragaperras, ferias ambulantes, veranos infinitos y pandillas de greasers buscando magia en la noche a trav¨¦s de interestatales uniendo pueblos con la costa.
Bajo su prisma de rock¡¯n¡¯roll, tan apegado al garage y a ese concepto combativo de banda que vive por y para cuatro acordes que esconden todas las claves del universo, Little Steven, que lleva a?os dirigiendo un programa de radio basado en todas estas referencias sonoras, ha hecho simplemente el disco que le apetec¨ªa hacer. Y le ha salido tal y como una de sus caracter¨ªsticas carcajadas espont¨¢neas y plet¨®ricas. Sus canciones transmiten su misma vitalidad mel¨®mana y apasionada. I¡¯m Coming Back, Blues is My Business, I Saw the Light, Saint Valentine¡¯s Day¡ incluso ese homenaje al doo-wop cl¨¢sico que es The City Weeps Tonight llevan el entusiasmo por bandera. Basta ondear esas canciones, con ese gran acople instrumental, para tener ganas de vivir.
Ese entusiasmo adictivo es principalmente lo que le falta, con puntuales excepciones, a los ¨²ltimos discos de Springsteen, desde que publicase The Rising en 2002. En todo este tiempo, tan distinto de la ¨¦poca dorada de los setenta, Bruce ha dado muestras de su calidad compositiva. Tambi¨¦n de su fuerza sobre un escenario. Pero, entre alabanzas, ¨¦xitos y autocomplacencia -ahora tambi¨¦n sabemos por su autobiograf¨ªa que depresiones-, el autor de Born to Run ha perdido esta llama en un disco. Y si no la ha perdido, esta no brilla con la misma intensidad sonora, con el mismo br¨ªo abrasador, que la que ilumina Soulfire.
Ante esto, la pregunta es evidente: ?Por qu¨¦ Springsteen en todo este tiempo no ha contado con Little Steven como productor de sus trabajos? M¨¢s all¨¢ de sus colaboraciones en los gloriosos a?os de The River, Steven ya tiene carrera a los mandos de sonido. Sin ir m¨¢s lejos en 2015 produjo el esperado regreso de Darlene Love con un m¨¢s que notable resultado. Aquel disco ya ofrec¨ªa un sonido musculoso y emotivo. Pero Sprinsgteen ha preferido a Brendan O'Brien, dando una cal y otra de arena, y al inoperante Ron Aniello. Ha preferido perder esencia a favor de no se sabe qu¨¦. La esencia en toda la historia del rock¡¯n¡¯roll que simboliza Springsteen est¨¢ mucho m¨¢s cerca de su camarada Little Steven que de cualquier otra persona. As¨ª que no se entiende.
El a?o pasado, coincidiendo con el paso de la gira de homenaje a The River por Madrid ¨Cque no fue tal por la alteraci¨®n del setlist-, me contaba en persona Little Steven que a ¨¦l todas esas canciones, a las que hay que sumar los numerosos descartes y las tomas alternativas de la ¨¦poca compositiva m¨¢s fruct¨ªfera de Bruce, le siguen gustando m¨¢s que cualquier otra parte del enorme cancionero de su amigo del alma. Recuerdo perfectamente una frase: ¡°Venimos de ah¨ª¡±. Cuando Van Zandt se refer¨ªa a venir de ah¨ª, en el fondo, iba m¨¢s all¨¢ de aquellos a?os juntos dando forma al doble disco de The River. Tal y como relata con jugoso detalle el propio Springsteen en sus memorias, ambos forjaron su camarader¨ªa y su simbiosis musical antes de grabar una sola canci¨®n juntos, cuando compart¨ªan bandas y sue?os en los bares de Asbury Park y otras localidades de la Costa Este. Bruce habla de ¡°la sociedad de admiraci¨®n mutua¡±. ¡°Por fin conoc¨ªa a alguien que sent¨ªa la m¨²sica como yo, la necesitaba tanto como yo, respetaba su poder de un modo que estaba un escal¨®n por encima de los dem¨¢s m¨²sicos que yo hab¨ªa conocido hasta la fecha, alguien a quien entend¨ªa y sent¨ªa que me entend¨ªa a m¨ª¡±, escribe en su libro. ¡°Desde el principio, entre Steve y yo hubo un nexo de coraz¨®n con coraz¨®n y alma con alma. Nos enzarz¨¢bamos en apasionadas e interminables discusiones sobre las minucias de las bandas que am¨¢bamos. Aquel profundizar en los m¨¢s ¨ªnfimos detalles de los sonidos de guitarra, el estilo, la imagen; aquella hermosa obsesi¨®n por compartir una pasi¨®n insaciable con alguien que era tan obstinado y loco como yo¡ eran cosas que no pod¨ªas confiar plenamente a extra?os, porque como definieron a la perfecci¨®n los Lovin¡¯ Spoonful: ¡°Es como hablarle a un desconocido de rock and roll¡±. ?Crees en la magia?¡±.
A d¨ªa de hoy, da la sensaci¨®n que, si bien tanto Steve como Bruce pueden todav¨ªa creer los dos en la magia, solo el primero tiene la actitud, la predisposici¨®n, las ganas intactas de alcanzarla. Y si no es as¨ª, al menos, Little Steven acaba de demostrar que no se ha olvidado de cu¨¢l es el camino de regreso a casa cuando se trata de grabar un disco. Me alegro por ¨¦l, en gran medida porque, tal y como me confes¨® en otra larga charla hace ya unos a?os, es el primero que sabe que sus primeros discos en solitario, tras abandonar la E Street Band por el rumbo que Bruce quer¨ªa dar a su m¨²sica con Born in the USA, no estuvieron bien trabajados ni producidos, aparte de toda la implicaci¨®n pol¨ªtica que tuvo en esos a?os ochenta.
Por tanto, Soulfire representa un acto de justicia con un tipo justo y que entiende y ama la m¨²sica. M¨¢s que suficiente. Pero tambi¨¦n es un indicativo importante. Indica que Bruce Springsteen, mucho m¨¢s talentoso, podr¨ªa tomar nota. Porque este disco es el disco que Bruce Springsteen ten¨ªa que haber grabado desde hace mucho tiempo, aunque solo fuera para no ir dando tumbos y devaluando su propia figura. Parece sencillo y obvio pero, a saber por qu¨¦ demonios, es tan complicado para el creador que hizo de esta m¨²sica una expresi¨®n tan brillante del esp¨ªritu. Solo basta o¨ªr Love On The Wrong Side of Town, compuesta a cuatro manos por Bruce y Little Steven, para creer con fe ciega que, de ponerse a trabajar codo con codo una vez m¨¢s, podr¨ªa salir algo que, como m¨ªnimo, recordara a los viejos tiempos. Y, sinceramente, a estas alturas, no es poco.
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