¡®La torre oscura¡¯ de Stephen King: cuando el cine olvida el rostro de su padre, el tebeo recuerda
El 'opus magnum' del autor llega a las salas y tiene una pinta lamentable. En vi?etas, sin embargo, fue ejemplar
Hace unos cu¨¢ntos a?os, nueve o diez, tuve la oportunidad de sentarme a charlar, sin miradas nerviosas al reloj, con Walter Hill. Para quien no le suene el nombre, Hill fue productor de Alien y director de maravillas como Forajidos de leyenda, The Driver o El ¨²ltimo hombre. Un t¨ªo curtido, como reza el t¨®pico, en mil batallas. Abordamos en la hora y algo que hablamos la madre de todos los temas: por qu¨¦ el cine se estaba yendo al cuerno y la televisi¨®n no. C¨®mo era posible que la calidad media del blockbuster fuera tan mediocre cuando los mismos guionistas demostraban su p¨®lvora para canales como HBO, AMC o Showtime.
Hill me explic¨® la raz¨®n detr¨¢s de todo esto; una muy tonta: ¡°Money. Money, money, money¡±. Money en el sentido de saber c¨®mo hacer money. Hollywood, seg¨²n Hill, seg¨²n Coppola tambi¨¦n, no sab¨ªa c¨®mo hacer dinero en los 70. Los estudios pasaban por una crisis de ideas y una competencia furibunda de la televisi¨®n. Este momento de desconcierto sirvi¨® para que los nuevos b¨¢rbaros, los Coppola, Scorsese, Spielberg o Lucas, lo tomaran cautivo de su talento. Fue un periodo de extraordinaria creatividad que, precisamente por culpa de Spielberg, engendrar¨ªa la tragedia creativa del presente. Hollywood absorbi¨® el modelo de blockbuster inventado por Lucas y Spielberg ¡ªgran superproducci¨®n con efectos visuales apabullantes, secuencias de acci¨®n cada diez minutos y g¨¦nero fant¨¢stico¡ª y se dedic¨® a replicarlo una y otra, y otra, y otra vez.
Hill me explic¨® adem¨¢s por qu¨¦ Hollywood no solo hab¨ªa elegido esta estructura fija de c¨®mo deb¨ªan crearse las pel¨ªculas a partir de un determinado presupuesto, sino que hab¨ªa renunciado, casi por completo, a crear material original. La clave estaba en el valor de marca, en el awareness. Es muy f¨¢cil de entender. El awareness es el conocimiento, a priori, del p¨²blico. Es decir, el amor por unos personajes, una trama, una est¨¦tica. Hollywood descubri¨® que crear ese awareness era muy, muy dif¨ªcil. Que era mucho mejor, en cuanto a control de riesgos en pel¨ªculas caras, no apostar por lo original. De ah¨ª la incre¨ªble cuota de pel¨ªculas que dominan la taquilla que son o bien remakes de cl¨¢sicos ochenteros, o, m¨¢s que ninguna otra cosa, adaptaciones del tebeo superheroico. Les invito a analizar la taquilla anual de los ¨²ltimos diez a?os y contar cu¨¢ntas de las pel¨ªculas del top 10 son originales, concebidas para el cine. El ¨²ltimo clavo en el ata¨²d de la creatividad en el cine es la dictadura de los departamentos de marketing. El poder de decisi¨®n en lo creativo ya no est¨¢ en manos de los autores, sino de titulados jovenc¨ªsimos de las escuelas de negocio que usan la estad¨ªstica y la demograf¨ªa como espadas. Con resultados, todo hay que decirlo, de momento extraordinarios.
As¨ª las cosas, Hollywood tiene que planificar, fiel a su plan, qu¨¦ diablos va a hacer cuando el man¨¢ que lleva una d¨¦cada ya bombeando d¨®lares, el petr¨®leo de las mallas y antifaces, se seque por exceso de prospecci¨®n. Recuerden que el modelo a seguir tiene unas pautas muy r¨ªgidas: blockbuster de g¨¦nero fant¨¢stico con acci¨®n cada 10 minutos y que provenga de otro medio. Hollywood ha probado con los videojuegos, y, de momento, se ha estrellado. Hollywood quiere probar tambi¨¦n con aquellas sagas de fantas¨ªa que han triunfado en lo literario sin ser, a pesar de su ¨¦xito, ejemplos de cultura de masas.
Y todo esto nos lleva (al fin) a La torre oscura de Stephen King. Al desastre que los tr¨¢ilers dejan entrever sin posibilidad de salvaci¨®n. Si lo juzgan exagerado, tengo p¨¢rrafos por delante para defender, con profundidad, por qu¨¦ un par de minutos bastan para condenar de atropello a esta puesta de largo en fotogramas de una de las sagas m¨¢s extraordinarias de la literatura contempor¨¢nea. Y para defender c¨®mo el tebeo, gracias a una elecci¨®n extraordinariamente atinada del talento creativo, clav¨® c¨®mo trasvasar La torre oscura a otro medio sin perder por el camino su alma.
Primero, una peque?a ayuda para el n¨¦ofito que desconozca esta saga, seguramente la mayor¨ªa de los lectores de esta cabecera. La torre oscura es el opus magnum de Stephen King. No lo digo yo, lo dice ¨¦l. En el primer volumen de la saga, El pistolero, King explica c¨®mo este universo, una reinvenci¨®n del Oeste americano en clave art¨²rica, era la historia que hab¨ªa nacido para contar. La que de verdad importaba. Cuenta tambi¨¦n lo que pens¨® el infame d¨ªa de su accidente, cuando una camioneta lo arroll¨® en su paseo diario por los vericuetos de Maine, dej¨¢ndolo moribundo en una cuneta. Pens¨®: ¡°Me voy a morir sin poder terminar La torre oscura¡±. Cuenta como una anciana, enferma terminal de c¨¢ncer y fan al extremo de esta saga, le pide por favor que le desvele cu¨¢l es el final del mito, porque no le queda mina en el l¨¢piz para esperarse a los libros que le faltaban por sacar. Cuenta el impacto que le supuso ver ese rostro rocoso de Clint Eastwood en el Oeste inventado de Sergio Leone. Cuenta c¨®mo Am¨¦rica es una tierra sin mitos fundacionales, sin su Il¨ªada, y la necesidad de crear algo as¨ª que atraviesa la mente de muchos autores yanquis. Cuenta c¨®mo fue consciente de que con veintipico a?os no estaba preparado para asumir la tarea, que deb¨ªa esperar. Cuenta, en fin, por qu¨¦ La torre oscura no es para ¨¦l un cuento m¨¢s sino la historia de su vida.
Segundo, el c¨®mic. Por explicarlo r¨¢pido, Marvel decidi¨® que El pistolero ten¨ªa que tener vida en vi?etas. En vez de poner a cualquiera al mando y tirar para adelante, la Casa de las Ideas decidi¨® que la supervisora de tama?a adaptaci¨®n (la obra literaria llega a las 4250 p¨¢ginas, ocho novelas y un relato largo) solo pod¨ªa ser Robin Furth. Robin era la asistente de King para La torre oscura. La encargada de velar por algo que todos los escritores de mamotretos necesitan, los errores de continuidad o coherencia interna de un mito, de La torre oscura. Alguien que se tom¨® tan en serio su trabajo que King le dio permiso para escribirse libros ap¨®crifos que ampliaran el universo. Alguien que amaba el material casi tanto como su padre creador. Alguien, en definitiva, que conoc¨ªa el rostro de su padre. Furth pudo rodearse de un equipo de lujo, con genios como Richard Isanove y Jae Lee a la ilustraci¨®n, y un guionista veterano, Peter David, con el que compartir labores de escritura.
Tercero, la pel¨ªcula. Por decirlo como lo expresar¨ªa un anglosaj¨®n: ¡°What a mess!!¡±. La historia de la producci¨®n de esta cinta es un culebr¨®n de los que solo Hollywood puede acu?ar. Hace 10 a?os, un tal J.J. Abrams, que tambi¨¦n conoce el rostro de su padre, intent¨® levantar el proyecto. Le dedic¨® tres a?os de su vida y esfuerzo, algo ins¨®lito en alguien tan inquieto como Abrams y a la vez tan listo para elegir qu¨¦ proyectos le convienen como director. Abrams se rode¨® de Damon Lindelof y Carlton Cuse, cocreadores de Lost. El tr¨ªo se fue a hablar con Stephen King con 19 d¨®lares en el bolsillo. El padre les dio su ardiente bendici¨®n. Era el equipo ganador.
Pero algo sali¨® mal. Las malas vibraciones vinieron primero de Lindelof. Estaba exhausto de haber terminado Lost y su amor descomunal por Stephen King agarrotaba su mano con miedo. En octubre, en una entrevista a USA Today, Lindelof confirmaba su retirada: ¡°Lo ¨²ltimo que quiero tras pasar seis a?os en Lost es pasar otros siete El plan presentado por Abrams a los productores causaba pavor: siete, siete pel¨ªculas cada una de un tama?o de El se?or de los anillos. Finalmente, Abrams confirmaba el secreto a voces. Se hab¨ªa retirado del proyecto.
Con Abrams fuera de juego, un veterano de Hollywood, el oscarizado Ron Howard, se puso manos a la obra. Otros cinco a?os para levantar el proyecto, de 2010 a 2015. El plan, hacer un producto transmedia tremendamente ambicioso y que alternara entre el cine y la televisi¨®n. Pero el equipo creativo ya era otra cosa. No est¨¢bamos hablando de fervientes fieles a King, como era el caso de Abrams o Lindelof, gente que confesaba que sus creaciones ten¨ªan la huella de la mitolog¨ªa de King por todas partes. Akiva Goldsman, que tiene pel¨ªculas aceptables como Una mente maravillosa y engendros como Batman forever y Batman y Robin, ser¨ªa el escritor.
El caos de esos cinco a?os fue un manoseo de nombres que no auguraba nada bueno. Javier Bardem como pistolero. Liam Neeson como pistolero. Universal Pictures como estudio. Warner Bros como estudio. Sony, finalmente, como estudio. Reducci¨®n del presupuesto. Reescritura del guion de Goldsman. Fichaje de Nikolaj Arcel, director de Un asunto real. Reescritura a ocho manos del guion. 60 millones de d¨®lares de presupuesto, la tercera parte del de una gran superproducci¨®n del presente. Y el fichaje de Idris Elba como actor principal (para cumplir con la cuota de la diversidad) m¨¢s el anuncio de que la pel¨ªcula, de alguna manera, es una secuela de todo lo contado en los libros. Too much.
Entender la historiograf¨ªa de cada proyecto es clave para comprender la tesis que defiendo en este art¨ªculo. Esto es, que el creador que se enfrenta a adaptar una obra ajena solo triunfa si es alguien a quien realmente le importa lo que est¨¢ rodando. Y si se trata de una obra mastod¨®ntica, una Il¨ªada, como es el caso, ese sentirlo en la piel es crucial. La g¨¦nesis del c¨®mic de Marvel permiti¨® que la mano que guiaba el rev¨®lver fuera una enamorada y conocedora al extremo del mito que tocaba ampliar. La complejidad del cine, por sus costes asociados, impidi¨® que quienes m¨¢s se cre¨ªan el proyecto pudieran ejecutarlo.
Y todo esto nos lleva a este tr¨¢iler que se ha anunciado, que tan mal ha sentado entre las legiones de fans ac¨¦rrimos en la saga, entre los que me cuento. El desastre se explica muy f¨¢cil. Esto no es La torre oscura. No lo es, porque no se siente como tal. No lo es porque todas las decisiones ¡ªest¨¦ticas y narrativas¡ª son las equivocadas. No lo es porque sus im¨¢genes son intercambiables con cualquier otro t¨ªtulo de acci¨®n fant¨¢stica de contexto apocal¨ªptico. La torre oscura, como demuestra el c¨®mic, es algo ¨²nico, identificable en una imagen. Un mundo que se ha movido. Una torre gris ceniza, aunque de lejos parezca negra, que se alza sobre un campo infinito de rosas rojas. Es un universo de leyenda que abruma con su extra?a magia, que conecta todas las ¨¦pocas y todas las posibles versiones de todas las historias en un ¨²nico mito. Lo que se ve en este tr¨¢iler es una direcci¨®n de fotograf¨ªa y unas secuencias de acci¨®n que parecen paridas por Michael Bay. Peor a¨²n, por un mal imitador de Michael Bay. Duelen en el alma.
Hollywood reduce esta mitolog¨ªa a una pel¨ªcula de acci¨®n y fantas¨ªa m¨¢s. Sin un realizador que sea un esteta, La torre oscura no da despegado el vuelo porque es imposible capturarla sin abrumar con la est¨¦tica de ese mundo. Sin crear un universo que se sienta tan genuino y diferente como un Star wars o El se?or de los anillos. Los c¨®mic, repito, pudieron. Porque los l¨ªmites que marca su industria, diminuta en comparaci¨®n a la del cine, son la habilidad de ilustradores y guionistas solos ante la hoja en blanco. Si el esp¨ªritu de la obra habita esos creadores, su plasmaci¨®n sobre el papel es inmediata. La espesa burocracia del fotograma diluye esa pureza. M¨¢s en el Hollywood de hoy en d¨ªa.
El otro compa?ero de fatigas de esta secci¨®n, Eneko Ruiz Jim¨¦nez, reflexionaba con acierto sobre si a Marvel le est¨¢ saliendo bien la jugada de la diversidad. Nadie en su sano juicio puede dudar de que este s¨²bito despertar de los problemas de representaci¨®n en los mitos pop, la dictadura del h¨¦roe cauc¨¢sico y heterosexual, era una causa mayor. Pero es evidente tambi¨¦n c¨®mo este problema se est¨¢ abordando en demasiadas ocasiones de manera burda o, a¨²n peor, malintencionadamente interesada. Que Elba sea pistolero es un error de base porque traiciona la esencia del personaje. El pistolero es Eastwood, King lo deja bien claro. Y resulta especialmente rid¨ªculo cuando es un libro que cuenta con uno de las m¨¢s complejas y fascinantes mujeres negras de la ficci¨®n, una, para m¨¢s inri, pistolera parapl¨¦jica que se enamora de un yonqui blanco. Un personaje extraordinario que cumple de manera natural con todo lo que hay que demandarle a la ficci¨®n contempor¨¢nea en temas de representaci¨®n y que, sin embargo, no aparece por ninguna parte en esta primera pel¨ªcula.
La torre oscura, seg¨²n se ha anunciado, ser¨¢ inmediatamente serie de televisi¨®n. Elba encarnar¨¢ al personaje durante un arco argumental que conectar¨¢ con el siguiente filme, supuestamente basado en el cuarto libro de la saga ¡ªa pesar de que, como digo, la primera pel¨ªcula es secuela de los libros¡ª donde asistiremos a un cambio en el protagonismo de El pistolero, por un actor m¨¢s joven. Me atrevo a profetizar que jam¨¢s veremos esa pel¨ªcula. Porque viendo lo que se intuye en este tr¨¢iler, La torre oscura ser¨¢ un fracaso. Una oportunidad perdida.
Pero las vi?etas continuar¨¢n ah¨ª, indelebles. Dispuestas siempre a que un nuevo lector fascinado por ese mundo que se ha movido se asome al talento de quienes s¨ª han podido ilustrar este mito en la escala que merece. Tal vez, sea suficiente. Tal vez, importe menos de lo que Hollywood se cree que la pel¨ªcula sea un desastre. Tal vez sea cosa del propio pistolero, que ama m¨¢s verse en vi?etas que en fotogramas. La rendija de esperanza es ver a King tuiteando entusiasmado a pesar de la decepci¨®n planetaria. Tal vez el padre sabe algo que los hijos de su mito desconocemos. Hoy por hoy, cuesta creerse nada. Cuando pase por la butaca y vea, ser¨¦ el primero en enmendar mis palabras y decir que en realidad fui yo el que olvid¨¦ el rostro de mi padre. Pero lo dudo mucho. Mucho.
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