Un petardo monumental
Tarde decepcionante a causa de una corrida inv¨¢lida, mansa y descastada de Juan Pedro Domecq
DOMECQ / MANZANARES, CAYETANO, GALD?S
Cinco toros de Juan Pedro Domecq -se reconocieron trece y los veterinarios rechazaron siete por falta de remate-, justos de presentaci¨®n, muy mansos, inv¨¢lidos y descastados; y uno -el quinto- de Juan Manuel Criado, correcto, manso y noble.
Jos¨¦ Mar¨ªa Manzanares: gran estocada (palmas); bajonazo (palmas).
Cayetano: pinchazo y estocada (palmas); estocada tendida -aviso- (palmas).
Joaqu¨ªn Gald¨®s, que confirm¨® la alternativa: estocada desprendida -aviso- (ovaci¨®n); cuatro pinchazos y estocada -aviso- (silencio).
Plaza de Las Ventas. Vig¨¦simo segunda corrida de feria. 1 de junio. Lleno de 'no hay billetes' (23.624 espectadores). Asisti¨® el Rey Don Juan Carlos, acompa?ado por la Infanta Elena.
Cuando Joaqu¨ªn Gald¨®s insist¨ªa in¨²tilmente una y otra vez ante el noqueado toro sexto, parado como si fuera de piedra, una parte minoritaria de la plaza gritaba "Toro, toro, toro". Pero advi¨¦rtase el dato: una minor¨ªa. El resto callaba ante el penoso espect¨¢culo de un supuesto atleta que no ten¨ªa ganas m¨¢s que de morirse.
Pero momentos antes, en el toro anterior, jugaba Cayetano ante un noble tontorr¨®n con semblante borreguil y la mayor¨ªa de la plaza estall¨® de gozo cuando cerr¨® con un pase de pecho una anodina tanda de redondos.
As¨ª est¨¢ la fiesta el 2017. Por esta raz¨®n -ausencia absoluta de la m¨¢s m¨ªnima exigencia- se anuncia una corrida de Juan Pedro Domecq en la muy importante feria de San Isidro; y por la misma se dan de tortas las figuras por figurar en el cartel.
No es la primera vez, ni ser¨¢ la ¨²ltima, que esta ganader¨ªa eche un borr¨®n en la tauromaquia moderna. Vendr¨¢ mientras quienes manden en la fiesta sean los toreros y no los aficionados. Y todo parece indicar que este problema -uno de los m¨¢s graves- no tendr¨¢ ya soluci¨®n.
La corrida de Juan Pedro fue un petardo monumental; tan gordo como para no volver en una larga temporada, lo que no suceder¨¢. La memoria es flaca y las exigencias de los que mandan -los toreros- altas.
El asunto no es que los veterinarios reconocieran trece toros para aprobar cinco, sino que los elegidos no destacaron en cuanto a presencia, y, adem¨¢s, ofrecieron un juego lamentabil¨ªsimo en los tres tercios. No picaron a ninguno de los cinco y tampoco se dejaron picar porque aborrecieron el peto antes incluso de sentir la puya en sus carnes. Trataron todos de quitarse el palo y huyeron de las monturas sin atisbo alguno de pudor. Su comportamiento fue muy irregular en banderillas -tardos y parados-, y en la muleta evidenciaron su evidente agotamiento, falta de casta y esa sensaci¨®n permanente de estar noqueados.
Un desastre para verg¨¹enza de sus matadores, del ganadero y del empresario; para verg¨¹enza, tambi¨¦n, del p¨²blico bullanguero que se traga entre el silencio de la mayor¨ªa estos inaceptables enga?os.
Con tal material, es f¨¢cil imaginar que los del traje de luces estuvieron por all¨ª, trataron de justificarse y se marcharon al hotel cabizbajos, como si tal cosa. El m¨¢s perjudicado, el joven peruano Joaqu¨ªn Gald¨®s, al que han enga?ado como a un chino. Le han vendido que venir a confirmar la alternativa con juampedros era un lujo, y la realidad le ha demostrado que el error ha sido como una catedral.
Si quiere ser figura que se anuncie con una corrida de verdad y se deje de milongas. Los toros del gran regalo isidril lo han hundido y ahora necesitar¨¢ ayuda celestial para salir del pozo. Se luci¨® con el capote en un quite por chicuelinas en el quinto, pero le falt¨® sentimiento torero ante el nobl¨®n primero, y nada pudo hacer ante el parado sexto. Si uno se anuncia con un toro supuestamente artista es porque est¨¢ seguro de que posee un misterio que desvelar delante de todos. Gald¨®s no lo tiene y qued¨® desnudo en el ruedo. Hubo una tanda en la larga faena al primero, con la derecha, sentida, pero la ¨²nica en un mar de pases anodinos y sin gracia.
En fin, que debe tener m¨¢s cuidado con los regalos que le hacen. Algunos, como este, envuelto el papel de celof¨¢n, pueden ser envenenados.
Manzanares y Cayetano, repeinados como es habitual en ellos, ni se despeinaron. No torearon, sino que jugaron al toro con unos juguetes que daban m¨¢s pena que miedo. Al menos, esa era la sensaci¨®n desde el tendido. Y la l¨¢stima es el peor sentimiento que puede surgir en una plaza.
Bland¨ªsimo era el primero del torero alicantino, un animal moribundo antes de tiempo, que no pod¨ªa dar un paso. Algo inexplicable cuando su lidia hab¨ªa sido cuidada entre algodones. Y la misma sensaci¨®n produjo el cuarto.
Caso parecido es el de Cayetano. Se nota que es un personaje del coraz¨®n, porque de otro modo no se entiende el alboroto que sus fr¨ªos muletazos produjeron en parte del p¨²blico. Pero el animal primero era un perrito faldero y hasta sus fans m¨¢s fervientes quedaron decepcionados. Un noble tonto fue el sobrero, y su labor, entonada por momentos, careci¨® de emoci¨®n y fundamento.
La corrida de hoy
Toros de Garcigrande-Domingo Hern¨¢ndez, para Enrique Ponce, David Mora y Varea, que confirmar¨¢ la alternativa.
Babelia
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