La pel¨ªcula que encendi¨® Egipto
El cineasta Mohamed Diab narra en 'Clash' el caos desatado en el pa¨ªs en 2013 El director afront¨® mil obst¨¢culos para estrenar su filme
La c¨¢mara empieza a grabar. ¡°?Acci¨®n!¡±. El Cairo, 2013. El caos. Mareas humanas enfurecidas chocan cerca de una autopista. Manifestantes a favor del Gobierno depuesto del islamista Mohamed Morsi se enfrentan con otros agradecidos al ej¨¦rcito por el golpe de Estado; en medio, y contra todos, la polic¨ªa. Vuelan gritos, balas, cuchillos y luces de l¨¢seres. Los heridos caen, explotan fuegos artificiales. En un momento dado, el director, Mohamed Diab, grita por el meg¨¢fono: ¡°?Corten!¡±. Pero ya es tarde. La batalla campal supera el guion. Cientos de extras contin¨²an peg¨¢ndose y arroj¨¢ndose piedras. Uno acaba apu?alado. Otros ciudadanos se suman a la contienda, creyendo que va en serio. Hasta aparecen agentes encargados de reprimir la revuelta. Y la pelea sale publicada en algunos medios, como un nuevo paso de Egipto hacia el abismo. Se trata, sin embargo, de otro d¨ªa m¨¢s en el rodaje de Clash. ¡°Fue una locura¡±, resume Diab.
Aunque asegura que no cambiar¨ªa nada de lo que hizo. Y subraya con orgullo el mejor halago recibido por su filme, que se estren¨® el pasado viernes a Espa?a: ¡°Me han dicho que no necesita im¨¢genes reales porque ya lo es¡±. Por eso tambi¨¦n Clash tard¨® cuatro a?os en salir a la luz. Diab emplea el t¨¦rmino ¡°infierno¡± y se refiere a pr¨¢cticamente todo: para rodar, financiar, estrenar y proteger su pel¨ªcula tuvo que enfrentarse a mil demonios.
Al fin y al cabo, el propio Egipto lleva a?os en el infierno. Tras la revoluci¨®n que acab¨® con la dictadura de Mubarak, el pa¨ªs celebr¨® sus primeras elecciones democr¨¢ticas. Gan¨® Morsi, exponente de los Hermanos Musulmanes, pero en 12 meses ya perdieron todos de nuevo. Nuevas protestas multitudinarias desafiaron al ejecutivo y dividieron al pa¨ªs. Los choques de ideas se volvieron violencia callejera. Y los militares aprovecharon para destituir a Morsi y entregar el poder al general Al Sisi, quien manda desde entonces.
Ambientado en esos d¨ªas cr¨ªticos, el filme de Diab cuenta dos historias. En primer plano, el espectador siempre ve el interior de una furgoneta. All¨ª son retenidos y encerrados, uno tras otro, miembros de distintos bandos: Hermanos Musulmanes, partidarios del ej¨¦rcito, un periodista, un fot¨®grafo, incluso ciudadanos culpables de estar en el sitio equivocado en el peor momento posible. Resulta que cara a cara, en pocos metros cuadrados, los enemigos ya no lo son tanto. ¡°La gente empez¨® a pensar en los otros solo en t¨¦rminos de blanco o negro, a odiarse, matarse. Quer¨ªa empujar a todos a mirarse de nuevo como seres humanos¡±, afirma el cineasta.
"Egipto est¨¢ al 100% peor que con Mubarak"
"Al 100% peor, no hay ninguna duda". Diab es tajante cuando se le pregunta c¨®mo est¨¢ Egipto hoy en d¨ªa, bajo el pu?o de hierro del general Al-Sisi, respecto a cuando empez¨® la revoluci¨®n, en 2011. "Mubarak era un dictador pero ten¨ªa ciertas l¨ªneas rojas. Las distintas dictaduras tienen grados diferentes. No hab¨ªa tantos periodistas en la c¨¢rcel, se manten¨ªa alguna libertad. Ahora, ninguna. Cualquiera que ponga un estatus cr¨ªtico en Facebook puede acabar en prisi¨®n", asevera.
El cineasta particip¨® desde el primer d¨ªa en la revoluci¨®n de 2011. ?Qu¨¦ balance hace ahora? "Es demasiado pronto. El terror del r¨¦gimen a que vuelva a ocurrir le ha llevado a la locura: su ¨²nico objetivo es que no suceda nunca m¨¢s. Pero mi generaci¨®n ha sido liberada del miedo y estoy orgulloso de ella". Aun as¨ª, el cineasta no ve probable otra revuelta masiva en las calles, al menos a corto plazo: "Los egipcios est¨¢n muy cansados. Ya no se preocupan de la libertad, sino de la econom¨ªa. No queremos revoluciones, sino reformas".
Mientras, fuera, por las ventanas del veh¨ªculo, se entrev¨¦ la misma guerra, pero a escala colosal: el todos contra todos que arras¨® El Cairo. No sorprende que Diab se planteara otro t¨ªtulo para su obra: Histeria. La misma que gener¨® la pel¨ªcula. Porque el estreno de Clash en Egipto coloc¨® al cineasta en medio de un fuego cruzado. Gobierno, Hermanos Musulmanes, defensores de la revoluci¨®n: ¡°Todos nos acusaban de estar con los otros, signifique lo que signifique. Tal vez eso pruebe que hemos hecho un buen trabajo¡±. Adem¨¢s de las palabras, Diab sostiene que algunos pasaron a la acci¨®n.
El cineasta relata que sufri¨® ataques en la prensa para descalificarle personalmente, que hubo presiones a los distribuidores e intentos de tumbar Clash. ¡°Egipto no proh¨ªbe un filme como tal. Son mucho m¨¢s listos. Lo combaten de forma sutil, cortan los canales de producci¨®n y distribuci¨®n. Si falta una semana para el estreno y no hay un solo cartel, tr¨¢iler o post online, es como si no existiera¡±, asegura Diab. Pero la pel¨ªcula ten¨ªa bases s¨®lidas y no cay¨®.
Ante el vac¨ªo de financiaci¨®n, Diab recurri¨® a dos productores comprometidos (una es su mujer, Sarah Goher) y a los apoyos que le hab¨ªan garantizado sus anteriores obras. Su primer filme, Cairo 678, denunci¨® el acoso sexual a mujeres en Egipto: se estren¨® justo un mes antes de que estallara la primavera ¨¢rabe, lo que le dio un gran valor simb¨®lico. Diab fue tambi¨¦n guionista del taquillazo egipcio El Gezira. Y, adem¨¢s de sus propias fuerzas, cont¨® con aliados inesperados. Porque Clash fue seleccionada para inaugurar Una cierta mirada, la segunda secci¨®n del festival de Cannes, en 2016. Y el cineasta recibi¨® una carta de felicitaci¨®n de Tom Hanks. ¡°As¨ª la pel¨ªcula gan¨® protecci¨®n. Prohibirla habr¨ªa sido un esc¨¢ndalo internacional, y no quieren eso¡±, defiende. De hecho, el mensaje en Facebook donde Diab comparti¨® la misiva del actor se volvi¨® viral y llev¨® m¨¢s espectadores a las salas.
¡°El cine puede ayudar a levantar preguntas, a empezar un cambio¡±, agrega Diab. Y reivindica la importancia de una cultura comprometida: ¡°Cualquier artista tiene una responsabilidad. Si no aprovechas tu podio, es una oportunidad desperdiciada. Es uno de los peores momentos de mi vida y mi pa¨ªs, pero no voy a rendirme. Quiero seguir haciendo pel¨ªculas y so?ando¡±. En concreto, ahora vive entre Egipto y Hollywood, donde planea un filme de ciencia-ficci¨®n, aunque pegado a la realidad. En el fondo, a veces ambas se parecen. Otras, hasta son lo mismo.
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