Paquirri es el ¨²ltimo torero que dice adi¨®s; ?cu¨¢ndo ser¨¢ el pr¨®ximo?
La fiesta est¨¢ plagada de diestros en edad de jubilaci¨®n que no se van ni con agua caliente
La anunciada despedida de Rivera Ord¨®?ez -parece que definitiva en la Goyesca de Ronda de principios de septiembre- bien pudiera servir de buena excusa para que otros toreros imitaran su gesto y dejaran el camino libre a otros m¨¢s j¨®venes que no encuentran manera de entrar en los carteles de las ferias.
Muchos de los que ocupan los carteles est¨¢n muy vistos e interesan cada vez menos
Hace bien Paquirri retir¨¢ndose de los ruedos porque su estela de torero poderoso y dominador hace tiempo que desapareci¨® en favor de otros v¨¦rtices profesionales menos arriesgados y, posiblemente, m¨¢s beneficiosos econ¨®micamente en su situaci¨®n actual.
De hecho, no ten¨ªa que haber reaparecido tras su retirada de 2012 en Zaragoza; primero, porque nadie hab¨ªa reclamado su presencia; y, segundo, -ah¨ª est¨¢n las pruebas-, porque no ten¨ªa nada que aportar. Y lo m¨¢s serio: se hubiera ahorrado la grav¨ªsima cogida que sufri¨® en Huesca el 10 de agosto de 2015 y que a punto estuvo de costarle la vida.
Ha participado en m¨¢s corridas de las que le correspond¨ªan por sus m¨¦ritos, y ha tenido la inmensa fortuna de despedirse en la Maestranza -dignamente, esa es la verdad- y en Las Ventas -desapercibido y escaso de recursos-.
Pero se va y es lo importante. Ha sido un buen torero al que se le acab¨® el misterio tiempo ha, y ha vivido del r¨¦dito del impresionante despegue de sus primeros a?os como matador, y, sobre todo, por ser un icono de la vida social en este pa¨ªs de porteras, y un referente del popular guaperas ¨¢cido y un punto canalla. Pero a todos nos llega la hora.
El toreo le agradecer¨¢ que dedique su tiempo a otros menesteres y deje plazas libres para los que piden oportunidades con argumentos.
El problema es que es el ¨²nico matador de toros que ha dado el paso al frente; el problema es que la tauromaquia del siglo XXI est¨¢ plagada de toreros en edad de jubilaci¨®n que no se van ni con agua caliente.
No parece necesario aclarar que cada cual es muy libre de adoptar la decisi¨®n que estime oportuna, pero la autonom¨ªa personal no debe estar re?ida con la responsabilidad. En consecuencia, la incoherencia no es fruto de la libertad de cada cual, sino del mal uso que de ella se hace. Dicho en cristiano: qu¨¦dese usted el tiempo que estime conveniente, pero sepa, primero, que es un torero amortizado, que interesa cada vez menos al p¨²blico, e impide con su actitud que otros puedan alcanzar la cima de la que usted disfruta. Hace, pues, un flaco favor a la tauromaquia.
Disminuye cada a?o el n¨²mero de festejos en plazas de segunda y tercera, y pronto, muy pronto, el problema se someter¨¢ a un serio an¨¢lisis en ferias tan importantes como la de Abril de Sevilla o la de San Isidro en Madrid. Cada temporada hay menos puestos para los toreros, y los que ocupan los carteles est¨¢n muy vistos e interesan cada vez menos. No hay m¨¢s que ver, si alguien tiene duda, la menguante asistencia de p¨²blico en cualquier feria que se precie.
Pero esos veteranos son los que mandan en los despachos del toreo y en las ganader¨ªas. Est¨¢n representados por apoderados que, en muchos casos, son empresarios de plazas y ganaderos, con relaciones y dependencias econ¨®micas entre ellos. Ellos pactan carteles, imponen toros y fechas, y act¨²an, y esto es lo m¨¢s grave, al margen de los intereses del sector. Ellos componen el reducido grupo que se reparte el pastel del toreo del siglo XXI.
Las figuras veteranas han dise?ado un toro que les permita estar en activo hasta los ochenta a?os
Y un dato important¨ªsimo: ellos han conseguido dise?ar un nuevo toro, bonito de estampa, c¨®modo de pitones, vac¨ªo de casta y tan enclenque que parece enfermo o supuestamente drogado. ?C¨®mo puede ser tan d¨¦bil un animal que ha vivido durante cuatro a?os a cuerpo de rey, alimentado convenientemente, que ha recibido los m¨¢ximos cuidados sanitarios y ha sido entrenado como un atleta de ¨¦lite? (Una buena pregunta).
Ellos han conseguido expulsar a los aficionados de las plazas, con lo que se ha rebajado sensiblemente la exigencia, condici¨®n consustancial al toreo, y han sido sustituidos por un p¨²blico accidental, bullanguero y generoso que, con su actitud, deval¨²a cada tarde los cimientos de la tauromaquia.
Es esencial que el escalaf¨®n se rejuvenezca y los toreros nuevos se rebelen contra las estructuras caducas
Con ese toro disminuido, descastado e inv¨¢lido y unos tendidos m¨¢s proclives a la concesi¨®n de trofeos sin valor que al reconocimiento de la integridad y pureza de la fiesta, se entiende que las figuras veteranas sue?en con estar en activo hasta los ochenta a?os.
Esa y no otra es la raz¨®n por la que nadie se jubila: porque no hay exigencia, el toro es un borrego y es preferible hacer de enfermero cada tarde que menguar las rentas ahorradas.
Pero esa es la antesala de la desaparici¨®n de la fiesta.
Es imprescindible que se retiren los toreros amortizados, los que ya no tiene nada que decir y persisten irresponsablemente en la vigencia del toro inv¨¢lido y tonto. Ellos saben dos cosas: qui¨¦nes son, y que si saliera el toro poderoso y encastado hac¨ªa a?os que estaban descansando en sus fincas.
Es esencial que el escalaf¨®n se rejuvenezca, que la fiesta sufra una potente revoluci¨®n interior y los m¨¢s j¨®venes encuentren las oportunidades que hoy est¨¢n en manos de los m¨¢s veteranos. Los toreros nuevos deben liderar el cambio, rebelarse contra las estructuras caducas, imprimir un nuevo ritmo a la fiesta y dejar de ser tan rancios como sus mayores. Solo as¨ª podr¨ªan tener garantizado el futuro.
Aqu¨ª, el ¨²nico que ha hecho un favor a la fiesta se llama Rivera Ord¨®?ez. Las vueltas que da la vida¡
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