El Princesa de Asturias de las Letras distingue al poeta polaco Adam Zagajewski
El escritor, de 71 a?os, se ha consolidado como uno de los m¨¢s prestigiosos autores europeos de la posguerra
¡°Dondequiera que uno corte la vida, siempre la parte en dos mitades¡±. Con esta frase resumi¨® su biograf¨ªa hace 20 a?os Adam Zagajewski, galardonado hoy con los 50.000 euros del Premio Princesa de Asturias de las Letras. Su existencia entera ha sido, desde el principio, pura dicotom¨ªa. En eso corre paralela a la Europa del siglo pasado. Si la ciudad polaca en la que naci¨® en 1945 (Lvov) pertenece actualmente a Ucrania, su infancia transcurri¨® en Gliwice, un ¡°lugar feo y gris¡± de la Silesia alemana que se incorpor¨® a Polonia al final de la Segunda Guerra Mundial. Zagajewski es, de pies a cabeza, un fruto de la posguerra: primero un desplazado; despu¨¦s, un exiliado. En 1982 se instal¨® en Par¨ªs para, tras ejercer como profesor visitante en diversas universidades estadounidenses, volver a su pa¨ªs natal dos d¨¦cadas despu¨¦s, con la ca¨ªda del r¨¦gimen comunista. Hoy sigue vinculado a la de Universidad de Chicago ¡ªantes lo estuvo a la de Houston¡ª pero vive entre Francia y Cracovia. En eso es fiel a una de sus particulares clasificaciones: mientras la pintura es, dice, un invento de sedentarios, la m¨²sica (¡°el arte menos unido a un lugar concreto¡±) lo es de cosmopolitas. La poes¨ªa, entre tanto, es cosa de emigrantes, es decir, de ¡°aquellos desdichados que, con un patrimonio rid¨ªculo, se balancean al borde del abismo, a caballo entre continentes¡±.
Miembro de la contestataria Generaci¨®n del 68, el reci¨¦n galardonado es un brillante continuador de una l¨ªrica, la polaca, que ha dado a las letras universales dos premios Nobel ¡ªCzeslaw Milosz y Wislawa Szymborska¡ª y a punto estuvo de darles un tercero: Zbigniew Herbert, nacido tambi¨¦n en Lvov. Como ellos, y tras debutar con una poes¨ªa ¡°airada, pol¨ªtica¡±, Zagajewski ha sabido conjugar en sus versos la iron¨ªa y el ¨¦xtasis, lo sublime y lo cotidiano, sin renunciar a la claridad pero tampoco al misterio. No es casual que uno de sus libros de ensayos se titule Solidaridad y soledad. As¨ª arranca el poema Autorretrato, escrito en 1997: ¡°Entre el ordenador, el l¨¢piz y la m¨¢quina de escribir / se me escapa medio d¨ªa. Alg¨²n d¨ªa sumar¨¢ medio siglo. / Vivo en ciudades extranjeras y a veces con personas / extranjeras hablo sobre cosas que me son extra?as. / Escucho mucha m¨²sica: Bach, Mahler, Chopin, Shostakovich. / En ella encuentro tres elementos, fuerza, debilidad y dolor. / El cuarto no tiene nombre¡±.
Su marcha a Par¨ªs a principios de los a?os ochenta parti¨® su escritura, como su biograf¨ªa, de nuevo en dos mitades. Tras publicar t¨ªtulos que hoy encuentra ¡°irritantes¡± como Comunicado (1972) y Carnicer¨ªas (1975) ¡ªcompuestos para contrarrestar la ¡°falsedad¡± de la propaganda gubernamental¡ª, su obra se orient¨® hacia una poes¨ªa meditativa en la que la narraci¨®n convive con la reflexi¨®n y la eleg¨ªa con la celebraci¨®n.
El Premio Princesa de Asturias concedido ayer es parte del idilio de Adam Zagajewski con Espa?a. Si el pasado 18 de mayo ofrec¨ªa una lectura po¨¦tica en la Residencia de Estudiantes de Madrid, sus libros llevan a?os presentes en las librer¨ªas espa?olas. Incluido por Antonio Beneyto en su selecci¨®n de 16 poetas polacos (Libros del Innombrable, 1998), Pre-Textos public¨® en 2003 En la belleza ajena, un volumen a medio camino entre el diario y las memorias. Dos a?os m¨¢s tarde, el poeta Mart¨ªn L¨®pez-Vega prepar¨® para la misma editorial la antolog¨ªa Poemas escogidos, tal vez la mejor puerta de entrada al universo Zagajewski. Con todo, a la editorial Acantilado y al traductor Xavier Farr¨¦ debemos el grueso de las versiones po¨¦ticas publicadas en castellano. En ese sello se encuentran poemarios como Tierra del fuego, Deseo o Antenas y muestras de su brillante y bienhumorada prosa como En defensa del fervor, el citado Solidaridad y soledad y el imprescindible Dos ciudades.
Ese libro, que arranca con los tragic¨®micos recuerdos infantiles del peque?o Adam, relata los d¨ªas en que, instalados en la prosovi¨¦tica Gliwice, su familia divid¨ªa las cosas, como hace ahora ¨¦l mismo con los g¨¦neros art¨ªsticos, en tres categor¨ªas: aristocr¨¢ticas, burguesas y socialistas. Las aristocr¨¢ticas ¡ªde valor emocional¡ª eran las que los deportados cargaron desde Polonia. Las burguesas ¡ªutilitarias¡ª, las dejadas atr¨¢s por los alemanes que evacuaron la ciudad cuando esta se convirti¨® en polaca. Las socialistas ¡ªuna moto, una batidora¡ª, las producidas por ¡°la inepta Rep¨²blica Popular de la posguerra¡±. En todas ha sabido encontrar Zagajewski su dosis de poes¨ªa. Ventajas del desarraigo. Como escribi¨® en el poema Canci¨®n del emigrado: ¡°En ciudades ajenas venimos al mundo / y las llamamos patria¡±.
Un poema de Zagajewski
"So?¨¦ con mi antigua ciudad,
Hablaba la lengua de los ni?os y de los humillados (¡)
Y entonces o¨ª unas palabras de todo diferentes:
'Pero los milagros existen, no todos creen en ellos,
Pero los milagros ocurren¡'. Y al despertarme,
Cuando sal¨ª lenta y penosamente del b¨²nker de aquel
sue?o
Entend¨ª que all¨ª todav¨ªa duraban las disputas,
Que todav¨ªa no se hab¨ªa solucionado nada¡".
(de Mano invisible, Acantilado)
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