Refugiado, pero sobre todo humano
Sarah Glidden narra en el c¨®mic 'Oscuridades Programadas' su viaje en 2010 por Siria, Iraq y Turqu¨ªa y pide al lector comprender el drama de las poblaciones locales
El lector abre el c¨®mic y recibe un bofet¨®n. Porque la primera vi?eta le habla directamente a ¨¦l. Y le golpea. ¡°No gust¨¢is a m¨ª. No gusta gobierno tuyo. No gusta TODOS¡±, le ataca una mujer siria. Parece mirarle a los ojos, aunque sacude su conciencia. La rabia de la se?ora esfuma enseguida en desesperaci¨®n, en miedo y finalmente en comprensi¨®n. Sentimientos humanos todos ellos, precisamente lo que Sarah Glidden quer¨ªa sugerir. Por eso escogi¨® esta conversaci¨®n, que vivi¨® en Duma (Siria) en 2010, para arrancar su novela gr¨¢fica Oscuridades Programadas (Salamandra Graphic). ¡°El periodismo puede hacer entender que las personas lo son tambi¨¦n en otros pa¨ªses. Quer¨ªa mostrar a la gente que entrevistamos como real. Suena a clich¨¦, pero a todos nos preocupan cosas parecidas: la familia, la salud, comer bien¡¡±. Y as¨ª se ve a lo largo de las 300 p¨¢ginas de la novela gr¨¢fica, relato de los dos meses que la joven estadounidense pas¨® entre Turqu¨ªa, Siria e Irak en 2010.
Glidden (Boston, 1980) observ¨® entonces el alba del caos. Poco despu¨¦s, sobre la regi¨®n cay¨® la noche m¨¢s oscura. Han pasado siete a?os, las guerras han arrasado esas tierras, los muertos suman cientos de miles, y millones de refugiados han huido en busca de esperanza. Su periplo ha invadido portadas, debates y fronteras del mundo occidental. Pero, seg¨²n Glidden, siguen siendo casi unos desconocidos. ¡°Estar¨ªa bien que enseguida identific¨¢ramos a los iraqu¨ªes o sirios como seres humanos, pero me temo que a muchos les cuesta. Vienen de otros pa¨ªses, no se sabe nada de ellos, es f¨¢cil que algunos se asusten o preocupen. La narrativa, ya sea con el periodismo, el c¨®mic o los documentales, puede crear curiosidad, y cuanto m¨¢s se tenga, mejor. Aunque a veces es m¨¢s f¨¢cil no ser curioso y pensar que ya conoces a un pa¨ªs y su poblaci¨®n¡±, asevera Glidden. De ah¨ª que pusiera sus acuarelas y sus trazos y colores delicados al servicio de esta misi¨®n.
Antes y despu¨¦s del 11-S
Glidden quer¨ªa ser pintora. Pero el 11-S revolucion¨® sus planes. "Me cambi¨® mucho. Ya antes hab¨ªa empezado a reflexionar sobre qu¨¦ sentido ten¨ªa el arte: lo mejor para t¨ª acaba siendo que alguien compre tu cuadro y lo ponga en alg¨²n sitio donde no lo mire nunca m¨¢s. Tras el ataque a las Torres Gemelas, me hice m¨¢s curiosa. Nos dijeron que ¨ªbamos a la guerra. Y pens¨¦: 'Espera. Pero, ?contra qui¨¦n? ?Qui¨¦nes son? ?Qu¨¦ es Al Qaeda?'. Me volv¨ª una yonqui de las noticias".
Se plante¨® ser entonces fotoreportera, pero la timidez derrot¨® sus ambiciones. Un par de a?os despu¨¦s, y tras leer a maestros como Spiegelman o Sacco, hall¨® su camino: "Tengo mis limitaciones como dibujante, no es tan realista. Pero quiero que la gente vea el toque humano en mis ilustraciones. Y creo que funciona con el texto. No se trata solo de hacer algo bonito de ver, sino de comunicar algo". As¨ª lo hizo en su primera novela gr¨¢fica, Una jud¨ªa americana perdida en Israel (Norma Editorial). Y, ahora, en Oscuridades programadas.
La dibujante mezcla entrevistas, contexto hist¨®rico, memorias y reflexiones, para interrogarse sobre qu¨¦ ocurre en Siria, Irak y Turqu¨ªa. Ella misma descubri¨® hace a?os, gracias al c¨®mic Pers¨¦polis, de Marjane Satrapi, que en el Ir¨¢n que peri¨®dicos y pol¨ªticos de EE UU resum¨ªan con la etiqueta de enemigo viv¨ªan j¨®venes como ella. De ah¨ª que ahora trate de aportar su propio granito de arena a la comprensi¨®n rec¨ªproca. ¡°Otra manera de deshumanizar a la gente es considerarla solo como v¨ªctima. Sin embargo, aparte de tristes, muchos refugiados con los que habl¨¦ estaban cabreados. Pensamos que a todos les encantar¨ªa venir a EE UU, pero no es as¨ª. Nuestro pa¨ªs ha destruido sus vidas, muchos iraqu¨ªes no quieren en absoluto¡±, agrega la dibujante.
Adem¨¢s, subraya Glidden, tras la palabra refugiado se esconden infinitas odiseas. E incluso el 1% que, seg¨²n su obra, logra una nueva vida en otro pa¨ªs afronta todas las trabas de reconstruir de cero una existencia en un entorno desconocido. ¡°Mientras, un n¨²mero alarmante de personas es de facto refugiado, pero las leyes internacionales no lo reconocen como tal. Se van a crear cientos de miles en los pr¨®ximos a?os¡±, defiende Glidden. La cuesti¨®n le afect¨® tanto que se convirti¨® en su obsesi¨®n durante y tras el viaje.
As¨ª, Oscuridades programadas lleva al lector a conocer a hombres y mujeres obligados a dejarlo todo atr¨¢s. Con sus nombres y sus caras. Y sus lecciones: ¡°Al final del viaje quer¨ªa que todos en EE UU supieran de esta crisis. No pod¨ªa hablar de otra cosa. Escrib¨ª una primera historia y tuve la visi¨®n de que mucha gente la iba a leer, escribirles a los congresistas y pedir acoger a m¨¢s refugiados. Luego se publica, y con suerte la leen un par de centenar de personas. Aprend¨ª una lecci¨®n: no puedes hacer periodismo porque crees que vas a cambiar el mundo¡±.
El estado de la profesi¨®n es, en el fondo, el otro gran eje del c¨®mic. Glidden viaj¨® con dos periodistas ¡ªy un soldado de EE UU que regresaba a Irak¡ª y vivi¨® los altibajos de su oficio. Falta de dinero, editores que rechazan historias humanas porque ¡°no venden¡± o son ¡°deprimentes¡±, obsesi¨®n por los clics online por encima de la calidad y una melanc¨®lica serie de etc¨¦teras: ¡°Quiz¨¢s necesitemos m¨¢s fe en los lectores. A menudo los medios tratan de darle a la gente lo que creen que quiere. Asumen que prefieren art¨ªculos en forma de listas, o sobre alguna locura que dijo Trump, en lugar de historias largas y profundas. Pero cuando pretendes saber qu¨¦ desean tus usuarios puede que se sientan manipulados y hasta se vuelvan en tu contra¡±. No por nada, Glidden cierra la primera p¨¢gina del c¨®mic con una pregunta: "?Qu¨¦ es el periodismo?". Que cada lector conteste.
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