El descubrimiento del Retiro
Jos¨¦ Lu¨ªs Peixoto, uno de los escritores lusos m¨¢s aclamados en la actualidad, ofrece un paseo literario por el certamen que acaba hoy
Entro en el parque de El Retiro como si llegase a un nuevo continente. ?Se sentir¨ªa as¨ª Col¨®n en Am¨¦rica o Cabral en Brasil? No puedo estar seguro. Pero estas son mis referencias para imagin¨¢rmelos. Paso junto a las barcas de remos en el lago y me acuerdo de las carabelas.
Por la ma?ana, en la Feria del Libro de Madrid hay alumnos de colegios y lectores obstinados. Unos y otros se enfrentan a un sol que quema y, reflejado en el blanco de las casetas, casi ciega. Es el sol de Madrid.
Paso por delante de todas, no puedo pararme. Voy a una conversaci¨®n sobre Jos¨¦ Saramago en el pabell¨®n de Portugal. Hablar¨¦ con Pilar Reyes, su gran editora, con un conocimiento profundo de la obra y del hombre; y con Pilar del R¨ªo, su mujer, lectora y traductora de sus libros. Dos pilares.
?C¨®mo me meto en estas cosas? Intento no pensarlo. Mientras paso junto a lectores que se inclinan sobre libros y preguntan cosas sobre la antigua Grecia o sobre biograf¨ªas de Cristiano Ronaldo, sigo evitando pensar, sin ¨¦xito. La culpa es del sol.
Portugal es el pa¨ªs invitado de la Feria del Libro de Madrid de este a?o. Por eso, tiene un pabell¨®n decorado con citas de Cam?es, E?a de Queir¨®s, Fernando Pessoa, Sophia de Mello Breyner, Jos¨¦ Saramago.
La charla ha ido bien. Aliviado, respiro el aire de El Retiro. El sol pega todav¨ªa m¨¢s fuerte, m¨¢s incandescente, y por fin me fijo en los ¨¢rboles.
En Portugal, muchas veces nos referimos a los espa?oles como ¡°nuestros hermanos¡±, as¨ª, en castellano, con o sin iron¨ªa. Nos conocemos tan mal que ni siquiera estamos seguros de c¨®mo nos ven los dem¨¢s. No queremos saberlo o preferimos no saberlo.
Hace unos a?os, escrib¨ª un texto sobre esa relaci¨®n, que titul¨¦ Los otros ib¨¦ricos. Nos vemos siempre como otros. Hasta en lo que se refiere a lo que somos en conjunto creemos que somos diferentes.
Buscando la sombra en la puerta del pabell¨®n de Portugal, alguien se queja de que vivimos ¡°de espaldas¡±. ?Qu¨¦ habr¨¢ surgido primero, la idea de vivir ¡°de espaldas¡± o la de ¡°nuestros hermanos¡±? Tal vez seamos ¡°hermanos de espaldas¡±, hermanos siameses unidos por la espalda.
Comemos, degustamos la misma comida.
Por la tarde la feria del libro es otra, el sol es otro. Sin la urgencia y el castigo de la can¨ªcula, comprendo que la Feria del Libro de Madrid es infinita. Caminando por la avenida, cuando parece que va a acabar, me giro y compruebo que la feria contin¨²a por donde ya he pasado, infinita entre una punta y otra.
Tambi¨¦n los libros son infinitos. Entre ellos, encuentro algunos de autores portugueses. Los conozco con portadas diferentes, t¨ªtulos con algunas letras de m¨¢s o de menos. All¨ª, entre los dem¨¢s, vestidos con ropa nueva, esos libros guardan sus secretos, parece que est¨¢n a punto de no ser capaces de retenerlos. Son libros que llevan un pa¨ªs dentro, aunque ese pa¨ªs no tenga nombre.
Gracias a los traductores y a los editores. Ellos son los marineros sin miedo que se lanzan a este oc¨¦ano que nos separa. Miran al horizonte, sin garant¨ªas e, incluso as¨ª, se hacen a la mar, se despiden de su familia sin la seguridad de volver a verlos.
Xordica, Alfaguara, Visor, Seix Barral, Acantilado, Min¨²scula, Hiperi¨®n, Pre-Textos, Literatura Random House o La Umbr¨ªa y la Solana, que tiene una colecci¨®n dedicada a la literatura portuguesa. La lista est¨¢ incompleta, afortunadamente. Aun as¨ª, pidiendo disculpas a quien no aparece, creo que vale la pena citar estos nombres que, arriesg¨¢ndose a naufragios, escorbutos y monstruos marinos, han decidido emprender esta traves¨ªa.
Las familias pasean con sus cochecitos de beb¨¦ ante un mar de libros, avanzan despacio. A esta hora, una brisa ligera hincha sus velas. Son multitudes que, durante las horas de calor, aspiran a ser libres. Ahora lo son, por fin. Tambi¨¦n son un mar.
Llego a la caseta donde me esperan. En total, hay ocho libros m¨ªos publicados en Espa?a. Este a?o, en los ¨²ltimos meses, han llegado dos a las librer¨ªas. Mientras los firmo (para Roc¨ªo, para Juan Carlos, para Carmen), charlo sobre los viajes que esas personas han hecho a Portugal, los platos que m¨¢s les han gustado.
Cuando salgo, se ha acabado la feria y el sol. El Retiro se lo ha comido todo.
Ma?ana volver¨¦ a casa. El vuelo entre Madrid y Lisboa dura cerca de una hora. Con la diferencia horaria, saldr¨¦ de Espa?a a las doce y aterrizar¨¦ en Portugal a las doce, como si no hubiera hecho el camino.
Texto traducido del portugu¨¦s por Antonio S¨¢ez Delgado.
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