?Viva el ¡®kamikazismo¡¯!
Miguel del Arco dirige con mano maestra 'Arte', de Yasmina Reza, en Madrid. Roberto Enr¨ªquez y Cristobal Su¨¢rez est¨¢n imparables; Jorge Us¨®n arrasa como turbina c¨®mica
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Lo de Miguel del Arco y su nave kamikaze (con Israel Elejalde, Aitor Tejada y Jordi Bux¨® en el puente de mando) es de r¨¦cord Guinness. Esta temporada han levantado el Pav¨®n con nada menos que 32 espect¨¢culos, y Del Arco ha estrenado su primera pel¨ªcula (Las furias), ha vuelto a poner en pie La funci¨®n por hacer, Juicio a una zorra, Hamlet y Mis¨¢ntropo, ha dirigido La noche de las tr¨ªbadas, ha escrito y montado Refugio en el Mar¨ªa Guerrero, y acaba de presentar Arte, de Yasmina Reza. ?Qui¨¦n da m¨¢s?
Debo haber visto Arte, en distintas puestas, una media docena de veces. La primera fue el exitazo de Josep Maria Flotats, con Jos¨¦ Mar¨ªa Pou (al que luego sustituy¨® Jes¨²s Castej¨®n), Carlos Hip¨®lito y el propio Flotats. La pen¨²ltima, otro triunfo, ha abarrotado durante meses el Goya barcelon¨¦s, a cargo de Miquel G¨®rriz, y con espl¨¦ndidos trabajos de Pere Arquillu¨¦, Francesc Orella y Llu¨ªs Xavier Villanueva. El montaje de Del Arco, en la versi¨®n castellana de G¨®mez Grande y Rodolf Sirera, cuenta con el atractivo cartel de Roberto Enr¨ªquez, Crist¨®bal Su¨¢rez y Jorge Us¨®n.
Arte lleva ya m¨¢s de 20 a?os a la espalda y sigue tan pimpante. Posiblemente sea la obra maestra de su autora: un cl¨¢sico de la comedia, cosido a mano, con estructura musical y agudeza psicol¨®gica, que acaba convirti¨¦ndose en una tragedia secreta sobre la fragilidad de la amistad. La abuela espiritual de la funci¨®n bien podr¨ªa ser Por un s¨ª o por un no (1982), de Nathalie Sarraute, que versa sobre ¡°los innumerables peque?os cr¨ªmenes que provocan en nosotros las palabras de los dem¨¢s¡±, y donde la relaci¨®n entre dos viejos colegas se va al garete.
Un cuadro blanco (¡°atravesado por unas fin¨ªsimas l¨ªneas blancas¡±) que le ha costado 30.000 euros al jovial Sergio es el detonante de una escalada de enfrentamientos con el col¨¦rico Marcos y el pusil¨¢nime Iv¨¢n, sus presuntos amigos del alma, unidos desde la adolescencia. A priori, tres arquetipos, aunque a medida que avanza la obra iremos descubriendo sus complejidades, hasta que al final la verdad de sus vidas quede al desnudo: la especialidad de chez Reza, desde El hombre del azar hasta Un dios salvaje. ¡°Ya no s¨¦ por qu¨¦ somos amigos¡±, se interroga Marcos a media funci¨®n. Posible respuesta, aunque no la ¨²nica: Marcos no puede tolerar que Sergio haya dejado de ser su disc¨ªpulo, Sergio soporta todav¨ªa menos que Marcos insista en seguir siendo su maestro¡ y ninguno de los dos aguanta que Iv¨¢n sea lo que ha sido siempre: un pa¨ªs neutral.
Te r¨ªes mucho con este montaje, aunque deja un poso m¨¢s agrio y oscuro que otras versiones. Es una cita ineludible del verano. No se la pierdan
La partitura de Arte pide tres virtuosos. Cuatro, mejor dicho, porque el director ha de tener un o¨ªdo portentoso y un metr¨®nomo afinad¨ªsimo. No puede haber una r¨¦plica a destiempo, un tropiezo en el ritmo, un matiz pasado por alto. Un texto y tres excelentes actores, de energ¨ªa constante, guiados con mano maestra en una escenograf¨ªa desnuda de Alessio Meloni. Las dos claves del montaje son velocidad y precisi¨®n. Roberto Enr¨ªquez, ideal para los roles de fondo oscuro y coraz¨®n roto (El peque?o pony, Vis a vis), ha de lidiar con el personaje m¨¢s antip¨¢tico: Marcos, el clown amargo y dictatorial. Enr¨ªquez tiene peligro, como lo ha de tener Marcos, y su amenaza es cada vez m¨¢s poderosa. Cuando ya detestamos la iracundia del personaje, nos impresiona la ascensi¨®n de su dolor: miramos sus ojos y vemos una casa vac¨ªa para siempre; la tristeza de un hombre hablando solo y contradici¨¦ndose.
Sergio es Crist¨®bal Su¨¢rez. Como Alan Cumming, pero en alto. P¨¢jaro sard¨®nico, augusto zumb¨®n. Su¨¢rez es un actor siempre sorprendente, de registros muy diversos: creo que lo ¨²ltimo que le vi fue el Tiresias de Ant¨ªgona, un singular cruce entre Fuso Negro e Iggy Pop, tambi¨¦n a las ¨®rdenes de Del Arco. El crescendo de tensi¨®n en su pugilato con Marcos est¨¢ admirablemente pautado. Enr¨ªquez y Su¨¢rez est¨¢n imparables, pero Jorge Us¨®n, que me atrap¨® en Feelgood e Invernadero, arrasa en el rol de Iv¨¢n, el eterno adolescente, el ¨¢rbitro imposible, el contraugusto que recibe todas las bofetadas: sensacional de cabo a rabo (fuerza, gracia, patetismo) y brillant¨ªsimo en su enfebrecido mon¨®logo. Tiene una verdad de c¨®mico franc¨¦s, un naturalismo alunado en la l¨ªnea de Bourvil, de Rufus, de Jean Lefebvre. Te r¨ªes mucho con Arte, aunque deja un poso m¨¢s agrio y oscuro que otras versiones. Precisamente por eso, creo que a la iluminaci¨®n de Pau Fullana quiz¨¢s le sobre un poco de penumbra en la parte final. Tambi¨¦n le sugerir¨ªa a Del Arco rebajar el combate de risas forzadas, por as¨ª decirlo, entre Iv¨¢n y Marcos en la primera parte. El concepto queda claro, pero es un tanto cerebral, y ese pasaje corre el peligro de frenar la verdadera risa del p¨²blico. Pegas menores en un montaje de artesan¨ªa: Arte es una de las citas ineludibles del verano madrile?o. No se la pierdan.
Arte, de Yasmina Reza. El Pav¨®n Teatro Kamikaze (Madrid). Director: Manuel del Arco. Int¨¦rpretes: Roberto Enr¨ªquez, Crist¨®bal Su¨¢rez, Jorge Us¨®n. Hasta el 30 de julio.
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