Tab¨² descubierto
Jon Sistiaga explora la naturaleza del mal en la nueva temporada de 'Tab¨²' y acierta al incluir en su an¨¢lisis la figura del perverso narcisista
Jon Sistiaga explora la naturaleza del mal en los nuevos cap¨ªtulos de la serie documental Tab¨² (Movistar +). Habla con asesinos y narcos, gente que nos plantea dilemas morales sencillos, relacionados con una violencia f¨ªsica f¨¢cilmente condenable.
En cambio, nos cuesta reconocer y rechazar los ataques psicol¨®gicos y camuflados de un perverso narcisista. Sistiaga incluye a este perfil en su an¨¢lisis porque, seg¨²n los expertos que estudian sus actos, tambi¨¦n puede provocar violencia y muerte. Esta forma de maldad necesita de c¨®mplices. A menudo, nosotros somos uno de ellos.
Su arma principal es el bulo: informaci¨®n falsa propagada con un fin. Para el perverso narcisista, alguien en apariencia encantador, es una navaja de la que aprovecha su doble filo. Eleva con la mentira su propia imagen y a la vez destruye la de su posible v¨ªctima. Este tipo de acoso moral, generalmente aplicado a un familiar, compa?ero de trabajo o pareja, es intenso y prolongado. Lo explica en sus libros la psiquiatra Marie-France Hirigoyen.
El narciso juega continuamente a las apariencias. Por eso, intenta anular a su objetivo, a ese testigo que no ve en ¨¦l ni emperador ni traje nuevo y que est¨¢ dispuesto a desmitificar su poder de seducci¨®n. El agresor genera un conflicto en el t¨² a t¨² que luego retuerce con falsedades para ganar adeptos a su causa. Pero su fuerza solo reside en la colaboraci¨®n consciente o inconsciente de otros. Muchos, por credulidad, miedo o mezquindad, apoyan esos bulos y sus consecuencias. No entienden que el perverso disfruta creando conflictos entre terceros y que, en vez de aliados, son v¨ªctimas potenciales.
Cuando el agredido se niega a rendirse ante tanta hostilidad, debe convivir con el mal a diario. El perverso se las arregla para permanecer cerca, en el entorno social o en la oficina, recordando con su presencia que nadie condena su violaci¨®n.
La ficci¨®n televisiva apenas ha sabido abordar esta compleja din¨¢mica social. S¨ª que lo hizo la serie Hannibal, aunque empoderando y glamurizando al villano. La versi¨®n real parece menos atractiva. Por eso es necesario que documentos como Tab¨² aporten luz al respecto.
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