Griselda Triana, viuda de Javier Valdez: ¡°Si nosotros no tenemos paz, el Gobierno tampoco merece tenerla¡±
La esposa del periodista asesinado en Sinaloa, recoge el Premio de la Asociaci¨®n de la Prensa y exige el apoyo del Gobierno mexicano para esclarecer la muerte de su marido
Un periodista asesinado es un disparo en la boca y la voz del mundo. Pero la de Javier Valdez sigue viva en la de su esposa, Griselda Triana, que este martes recibi¨® la placa de honor de la Asociaci¨®n de la prensa de Madrid.
Puede que los 12 disparos que el pasado 15 de mayo de este a?o acabaron con la vida de Valdez en Culiac¨¢n (Sinaloa), cerca de la redacci¨®n de R¨ªodoce, el peri¨®dico en que trabajaba, intentaran callarlo para siempre. Ten¨ªa 50 a?os. Pero la denuncia de las v¨ªctimas, las componendas entre el narco y los poderes m¨¢s oscuros de M¨¦xico como un tumor que gangrena al pa¨ªs, siguen resonando por las aceras, los nichos y las paredes. M¨¢s en una tierra que ha visto correr la sangre de 120 informadores en los ¨²ltimos 16 a?os.
Es su viuda, tambi¨¦n periodista, la que ha tomado el relevo en las denuncias contra un objetivo claro: el Gobierno de Enrique Pe?a Nieto, que no hace lo suficiente, seg¨²n denunci¨® Triana al recoger el premio, por esclarecer los hechos.
La dignidad se sobrepone al dolor. El orgullo al silencio. No lograron su objetivo los sicarios que acabaron con la vida de Valdez. A juzgar por lo que Griselda Triana clama, apoyada por un coro de 189 periodistas mexicanos y 69 medios, est¨¢ claro que no. ¡°No tenemos la seguridad de que su crimen sea resuelto. Todo indica que quedar¨¢ impune, no nos resignamos para que as¨ª sea. Es importante que el presidente Pe?a Nieto salga de su burbuja y ofrezca resultados. No daremos un paso atr¨¢s. Si nosotros no tenemos paz, el Gobierno tampoco merece tenerla¡±, dijo en los Jardines de Cecilio Rodr¨ªguez, dentro del Retiro Madrile?o, sin que le temblara la voz.
¡°No tenemos la seguridad de que su crimen sea resuelto. Todo indica que quedar¨¢ impune, no nos resignamos. Si nosotros no tenemos paz, el Gobierno tampoco merece tenerla¡±
Apenas un mes despu¨¦s de la tragedia, Griselda Triana, sigue en pie, como eco de la voz ensangrentada de su marido. ¡°Creo que todav¨ªa no he ca¨ªdo en la cuenta de lo ocurrido. S¨¦ que est¨¢ muerto, pero es dif¨ªcil aceptarlo. Vivir con su ausencia cada d¨ªa que pasa es m¨¢s dif¨ªcil¡±, comentaba a EL PA?S. ¡°Pero mientras haya vida debemos seguir de frente. Javier deja un legado muy importante, debo seguir defendiendo la memoria de lo que represent¨®¡±.
Le cost¨® dar un paso al frente. El miedo atenazaba. Pero se sab¨ªa depositar¨ªa de una responsabilidad mayor, la de la denuncia. ¡°No necesitamos caer en la cuenta en Culiac¨¢n o Sinaloa de que te puede ocurrir algo, que te pueden llamar, hacerte sentir que vives amenazado. No necesitas ser periodista o luchador social. Lo sabes, eres consciente de que te pueden matar. Vives con miedo pero evades esa posibilidad latente. Sientes que corres peligro pero piensas que a ti no te va a pasar¡±.
Hasta que una llamada te devuelve de golpe al agujero. Entonces caben dos opciones: resignarse o seguir. En el caso de Griselda, la duda, apenas dur¨® unos d¨ªas: ¡°Me cost¨® trabajo salir a la luz p¨²blica porque tengo dos hijos que proteger. Francisco, de 18 y Tania, de 23. Sent¨ªa que deb¨ªa ser prudente. Pero si Javier no call¨®, yo, tampoco. De lo contrario, a lo mejor, un d¨ªa, mis hijos me lo reclaman. Tengo miedo, claro que s¨ª, me preocupa, pero es lo ¨²nico que nos queda, hablar¡±.
Pese al dolor, la impotencia, el miedo, la rabia y la decepci¨®n que d¨ªa a d¨ªa te brindan las autoridades. ¡°El hecho de que no se avance en los resultados de las investigaciones te hace caer en la cuenta de que, quiz¨¢s, al gobierno no le interese resolver los casos. Que prefieren, como los capos del crimen organizado, callar periodistas. Porque decir la verdad, duele¡±.
M¨¢s en el caso de Valdez, que pon¨ªa nombres y apellidos a las v¨ªctimas y a los verdugos. ¡°Si revisan el trabajo de mi marido se dar¨¢n cuenta de que jam¨¢s call¨® ante la realidad que vivimos all¨ª¡±. La man¨ªa de nombrar, la obligaci¨®n de contar, la pasi¨®n por ejercer lo que Gabriel Garc¨ªa M¨¢rquez consideraba el oficio m¨¢s bello del mundo, le cost¨® la vida.
Babelia
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