¡°Mi lucha es escribir a la vez que vivir la vida cotidiana¡±
El escritor noruego Knausg?rd presenta 'Tiene que llover', quinta entrega de su infernal memoria
La elegante americana gris marengo, la camisa azul cielo y la informalmente arreglada melena gris¨¢cea lo tamizan un poco, pero el de Karl Ove Knausg?rd es el rostro de alguien que ha pasado por el peor de los infiernos, el interior, en un duelo con la vida para ser feliz, querer y ser querido y convertirse en escritor temiendo que jam¨¢s conseguir¨¢ nada. Lleva m¨¢s de tres mil p¨¢ginas haciendo la cr¨®nica de esa batalla y, sobre el papel, parece que gan¨®. O no. En cualquier caso, tampoco queda tan claro en la vida real, seg¨²n se desprendi¨® ayer en su charla ante 500 personas en el programa Kosm¨®polis del Centro de Cultura Contempor¨¢nea de Barcelona, donde acudi¨® a rebufo de la promoci¨®n de la quinta entrega de Mi lucha, ambicioso y ultraconfesional friso autobiogr¨¢fico: Tiene que llover (Anagrama; L¡¯Altra Editorial, en catal¨¢n).
Knausg?rd (Oslo, 1968) es, en estas casi 700 p¨¢ginas, el de sus locos a?os entre los 20 y los 34, su fracaso en la escuela de escritura, su convulso festejo con quien ser¨¢ su primera esposa, Tonje, su relaci¨®n de amor-odio con su hermano (se hunde un vidrio en la cara porque cree que la chica le mira m¨¢s que a ¨¦l) y el dominio t¨¢cito de su padre. Todo con la desnudez y crudeza marca de la casa. Quiz¨¢ contado as¨ª, lo vivido se hace m¨¢s real. ¡°No necesariamente¡±, argumenta. ¡°Escrib¨ª sobre mi padre en una novela anterior a los tomos autobiogr¨¢ficos y no funcion¨®: no me pareci¨® aut¨¦ntico y verdadero, todo ten¨ªa que ser m¨¢s real; no daba con el lenguaje cuando esa b¨²squeda es m¨¢s importante que los hechos en s¨ª¡±. Casi 3.000 p¨¢ginas despu¨¦s, el padre sigue ah¨ª: ¡°Todo lo escrito es una lucha entre la idea que tengo de mi padre y yo; en el fondo, el eje de la serie es la identidad, c¨®mo somos y por qu¨¦ somos como somos; mientras a unos, la crisis de los 40 les da por comprarse un kayak o hacer senderismo, a m¨ª me dio por escribir y liberarme de ser hijo para ser ya padre¡±.
Es en Tiene que llover donde emerge m¨¢s una de las batallas del alto autor noruego: la voluntad inquebrantable de escribir. ¡°El escritor definitivamente se hace, no nace; yo quer¨ªa serlo a toda costa y no lo consegu¨ªa: le¨ªa mucho, intentaba absorber las experiencias vitales de los autores, pero luego, al plasmarlo, al escribir, sal¨ªa algo como ajeno, alejado de m¨ª; lo del papel no me representaba¡ La clave est¨¢ en desaparecer uno mismo y luego que lo que has escrito vuelva a ti; en ese punto uno se hace escritor¡±.
Entre la edici¨®n y la bater¨ªa
Confiesa Knausg?rd que, a rebufo de su fama, aprovechar¨¢ este verano para dar un concierto con el grupo musical que tiene con su hermano, repitiendo experiencias de su loca juventud recogidas ya en el libro (¨¦l toca la bater¨ªa). Fan del Ulises de Joyce ("vital para ense?arme que se puede escribir sobre cualquier cosa; lo veo como un manual de escritura", le confiesa a su interlocutor, el periodista Antonio Lozano), seguir¨¢, asimismo, con Pelikanen, la peque?a editorial que lanz¨® tambi¨¦n con ¨¦l en 2010 y con la que pierde bastante dinero porque "el sector editorial noruego es muy comercial y lo literariamente bueno no llega". Lo dice mientras contrapone su ¨¦xito y su suerte ("cuando me releo mis textos no los encuentro tan buenos") con la de, en su opini¨®n, el mejor autor noruego, Thure Erik Lund: "Seguro que no lo conocen porque no est¨¢ traducido, cuando es parecido a Thomas Bernhard".
Para alcanzar ese grado, Knausg?rd no dud¨® en ignorar si pod¨ªa da?ar o no a los dem¨¢s. ¡°Has de prescindir de eso¡±, admite tirando de la punta del cuello de su camisa. ¡°Los dos primeros libros los escrib¨ª solo, en la habitaci¨®n; y fui ingenuo: pens¨¦ que pondr¨ªa lo que me diera la gana porque cre¨ª que lo que iba a hacer no le interesar¨ªa a nadie; escrib¨ª como si no hubiera de haber consecuencias¡ pero las hubo y convirtieron mi vida literalmente en un infierno; no saben hasta qu¨¦ punto; eso hizo que en los siguientes libros me dejara cosas fuera; pero en el sexto, Nombres y n¨²meros, he vuelto a la dureza de cuando las cosas duelen; toda libertad creativa requiere que tengas un punto autista¡±.
La memoria ha pasado factura personal: el autor est¨¢ en proceso de divorcio de su esposa y madre de sus cuatro hijos Linda, especialmente mal parada en sus libros. Y su vida tiene de todo, menos privacidad. ¡°Ha aflojado, pero en los diarios llegaba a salir si me hab¨ªa cortado el pelo o comprado una casa; fue un aut¨¦ntico shock en mi sistema vital, pero cuando abres las puertas de ti mismo as¨ª tambi¨¦n lo haces de las de tu vida privada, y entonces la frontera es compleja. Si defiendes escribir sin l¨ªmite alguno es dif¨ªcil situar el umbral; pero no leo casi nada sobre m¨ª, es como si hablaran mal de un personaje de c¨®mic¡±, se defiende. ?Y c¨®mo encajar¨ªa si sus hijos escribieran como lo ha hecho ¨¦l de su padre? ¡°Ser¨ªa un fracaso si escriben porque s¨®lo los fracasados se hacen escritores; pero no entrar¨¦ en el juego de que lo que cuenten no pas¨® nunca o no fue as¨ª¡±, resume por experiencia propia.
Dice (y escribe) que tiene mala memoria, pero cada p¨¢gina le desmiente por la infinidad de detalles que las pueblan. ¡°Las cosas est¨¢n en tu cabeza y al escribir las vas recuperado; escribir no deja de ser un viaje interior a tu mente y a tu cabeza: todo libro es m¨¢s sobre recuerdos de hechos que sobre hechos en s¨ª¡¡±. ?Qu¨¦ es, pues, lo dif¨ªcil? ¡°La lucha por conseguir ese objetivo de escribir a la vez que vivir la vida cotidiana; mi problema es que la vida, a mi alrededor, se desvanece; no estoy donde estoy; con un libro yo intento fijar la plena consciencia del aqu¨ª y ahora¡ Acabo de terminar uno sobre cosas que ten¨ªa en un radio de no m¨¢s de 10 metros de m¨ª, como un cepillo de dientes; todo objeto tiene capas y capas de sentido; eso es escribir: decidir d¨®nde mirar¡±, asegura. Y lo hace justamente, en un gesto que repetir¨¢ varias veces, tras estar algunos segundos fijando, cabizbajo, sus ojos azules a la nada.
En el fondo, ?escribir le ha servido a Knausg?rd para exorcizar sus fantasmas? ¡°No en lo b¨¢sico; mis miedos fundamentales no han cambiado; dudo que identificarlos sea superarlos; entender te ayuda a perdonar y hoy me perdono m¨¢s a m¨ª mismo, pero no creo en la escritura terap¨¦utica: leer, como escribir, te ayuda s¨®lo el tiempo que lo haces, pero luego las cosas siguen igual; por eso contin¨²o escribiendo¡±, dice tras apurar el tercer botell¨ªn de agua, como si debiera apagar un fuego interior. Su rostro est¨¢ en la portada de la edici¨®n castellana, como en casi todas las ediciones internacionales. ¡°Es ir¨®nico: mi foto como si fuera una marca, una m¨¢scara, justo cuando intento hacer todo lo contrario¡±. Pero es que refleja el paso por el infierno.
Babelia
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