Una literatura de fuerzas hist¨®ricas
Tres novedades devuelven a la actualidad a Hans Fallada, cuya obra fue mucho m¨¢s que un documento de la primera mitad del siglo XX

Zambullirse en el ocaso, all¨ª donde no existen ni el fracaso ni los remordimientos¡±, es lo que busca en el alcohol un comerciante llamado Erwin Sommer mientras pierde su tienda y a su esposa (y los zapatos); una ¡°alegre calma¡± es lo que encuentra en la hero¨ªna el escritor Hans Fallada. Mientras trabajaba en la adaptaci¨®n gr¨¢fica de la novela de Fallada El bebedor, el ilustrador alem¨¢n Jakob Hinrichs tuvo la certeza de que el hundimiento de Sommer, su protagonista, deb¨ªa ser contado de forma paralela a la biograf¨ªa de su autor: al igual que su personaje, ¨¦ste hab¨ªa sido un adicto, y hab¨ªa enga?ado y mentido mientras recorr¨ªa Berl¨ªn en busca del siguiente est¨ªmulo.
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Hans Fallada tuvo una vida dif¨ªcil antes y despu¨¦s de convertirse en un autor de ¨¦xito: nacido Rudolf Ditzen en 1893, se enfrent¨® a su familia por su rechazo a seguir la profesi¨®n paterna, pas¨® parte de su juventud en instituciones psiqui¨¢tricas y/o en prisi¨®n, practic¨® oficios relativamente contradictorios (agricultor, periodista, contable), purg¨® tres a?os de c¨¢rcel por un delito de malversaci¨®n, vivi¨® permanentemente endeudado y su ¨¦xito (que comenz¨® en 1933 con la adaptaci¨®n cinematogr¨¢fica de su novela Peque?o hombre, ?y ahora qu¨¦?) se vio ensombrecido por el ascenso al poder del nacionalsocialismo. Algo m¨¢s de veinte a?os antes (en 1911), Fallada y un amigo hab¨ªan sellado un pacto suicida que escenificar¨ªan como un duelo; su amigo err¨® el disparo, pero Fallada no, y es probable que nunca haya podido recuperarse del todo de ello. Aunque se declaraba apol¨ªtico, su reticencia a integrarse en las instituciones que el nacionalsocialismo cre¨® para controlar la producci¨®n literaria en Alemania lo enfrent¨® con las autoridades, que lo tacharon de ¡°porn¨®grafo¡±; Fallada se refugi¨® en una casa de campo en las afueras de Berl¨ªn, pero tambi¨¦n hasta all¨ª fue perseguido por sus adicciones, los nazis y el rechazo de intelectuales en el exilio como Thomas Mann, que le reprochaban las concesiones que hac¨ªa para ver publicados en el pa¨ªs unos libros indistinguibles de las condiciones en que hab¨ªan sido producidos: El bebedor fue escrito en la c¨¢rcel, a la que Fallada hab¨ªa ido a parar despu¨¦s de ser acusado de intentar asesinar a su exesposa estando borracho, y Pesadilla(la historia de un escritor llamado Doll que lucha con su adicci¨®n y la culpa en el Berl¨ªn de la inmediata posguerra), en un hospital, durante una desintoxicaci¨®n.
En 1911, Fallada y un amigo hab¨ªan sellado un pacto suicida que escenificar¨ªan como un duelo: su amigo err¨® el disparo, pero el escritor no
Una de las claves del enorme ¨¦xito que Fallada disfrut¨® en su ¨¦poca es que sus personajes son personas ¡°corrientes¡± que se enfrentan a situaciones fuera de lo com¨²n; esas situaciones, que no eran desconocidas para sus lectores del periodo, facilitaban su identificaci¨®n con personajes como el ¡°peque?o hombre¡± de la novela hom¨®nima, que perd¨ªa su empleo en unos grandes almacenes durante la espeluznante crisis econ¨®mica de entreguerras y se ve¨ªa confrontado con la violencia callejera, la traici¨®n de otros en su situaci¨®n, el temor al futuro. Pero tambi¨¦n con Anna y ?Otto Quangel (protagonistas de Solo en Berl¨ªn), unos trabajadores berlineses que (la historia es real) se rebelaron en 1943 contra el r¨¦gimen nazi despu¨¦s de que su hijo muriera en la guerra: esto ¨²ltimo no es precisamente algo que la mayor¨ªa de sus lectores hubiera hecho, pero s¨ª lo que a partir de 1945 ¨¦sta deseaba (o dec¨ªa desear) haber hecho, y aquello de lo que los libros de Fallada le prove¨ªan a modo de compensaci¨®n simb¨®lica por la falta de una resistencia decidida al Gobierno nacionalsocialista.
No s¨®lo por razones estil¨ªsticas, la obra de Fallada (que muri¨® de sobredosis en 1947) debe ser le¨ªda conjuntamente con las de Arnold Zweig, Ir¨¨ne N¨¦mirovsky, S¨¢ndor M¨¢rai y Joseph Roth, entre otros autores de una literatura deliberadamente documental que ya es, ella misma, un documento. Pero, aunque esta es la forma en que ha sido le¨ªda desde su muy exitosa recuperaci¨®n en Estados Unidos en 2009 (seguida de su ¡°?desembarco¡± en Espa?a con la publicaci¨®n por parte de Maeva de Solo en Berl¨ªn y de El hombre que quer¨ªa llegar lejos; Peque?o hombre, ?y ahora qu¨¦?, y Este coraz¨®n te pertenece; Seix Barral public¨® El bebedor y En mi pa¨ªs desconocido), la obra de Fallada excede su condici¨®n de testimonio: al fin y al cabo, tambi¨¦n nuestros tiempos son excepcionales. Al apropiarse de ella confundi¨¦ndola deliberadamente con la vida de su autor, Jakob Hinrichs pone de manifiesto una vez m¨¢s que toda obra literaria de relevancia habla acerca de su creador de un modo u otro. Pero tambi¨¦n que (y ¨¦sta es quiz¨¢s la principal ense?anza que puede extraerse de la obra de Hans Fallada) las decisiones que toman los personajes en las novelas pueden y deben leerse como resultado de fuerzas hist¨®ricas que existen al margen de los libros, en un presente de la escritura del que el alcohol y las drogas no son refugio suficiente o por mucho tiempo. Ni para los personajes, ni para sus autores.
¡®Pesadilla¡¯. Hans Fallada. Traducci¨®n de Rosa Pilar Blanco. Maeva, 2017. 304 p¨¢ginas.
¡®El bebedor¡¯. Jakob Hinrichs. Traducci¨®n de Marta Armengol Royo. Maeva, 2017. 175 p¨¢ginas.
¡®Hans Fallada. Die Biographie¡¯. Peter Walther. Aufbau Verlag, 2017. 527 p¨¢ginas.
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